domingo, 26 de mayo de 2013

DIARIO DE UN REPORTERO

*El Quijote del periodismo

*Gobernador lo encarcela

*Embute de 75 mil pesos

Luis Velázquez

DOMINGO

¡Basta!, revista incendiaria

Hacia 1969, 1970, uno, dos años después del turbulento movimiento estudiantil, Juan Zanoni de la Garza, originario de Tamaulipas, avecindado en el puerto jarocho, decidió quemar sus naves como reportero y lanzar su primera, y única, aventura periodística con una revista llamada ¡Basta!, la primera que existiera de norte a sur de Veracruz.

De unas 60 páginas, ¡Basta! se imprimía en papel periódico para ahorrar costos y, por tanto, circulaba con papel revolución, incluso, la misma portada, en color negro, con letras blancas, anunciando una sola noticia, un solo reportaje, el más ácido (todos que lo eran) de la edición.

Otras ocasiones, publicaba una caricatura incendiaria.

Entonces, Veracruz era gobernado por don Rafael Murillo Vidal, en tanto el procurador de Justicia era Aureliano Hernández Palacios y el presidente del CDE del PRI, el profesor Rafael Arriola Molina.

Fue ¡Basta! una revista crítica, con el mejor periodismo ácido de la época, a tono con los grandes pendientes sociales, económicos y políticos, que en cada número encorajinaba por completo a la elite gobernante. 

Mensual en sus orígenes, quincenal después, el 80, 90 por ciento del contenido lo escribía el mismo Juan Zanoni, acostumbrado como estaba a publicar una columna política todos los días, “Escribiendo la verdad”,en el periódico “La Nación”, dirigido por el ingeniero Fernando de la Miyar Barrios, primo hermano de don Fernando Gutiérrez Barrios.

LUNES

Un soborno de $75 mil pesos

En una edición, Juan Zanoni publicó una caricatura donde Rafael Arriola Molina y Aureliano Hernández Palacios jugaban con un títere con la cara y el cuerpo del gobernador, sexenio aquel cuando don Rafael Murillo Vidal era tan poderoso que estuvo en un tris de nombrar sucesor con Manuel Carbonell de la Hoz, poderosísimo subsecretario de Gobierno.

La caricatura de la revista ¡Basta! terminó de enfurecer a la cúpula priista de la fecha y hubo un mensajero director a Zanoni de parte del gobernador, acaso del procurador, quizá del presidente del CDE del PRI.

La trinca priista en el poder político de Veracruz enviaba la friolera de 75 mil pesos, y sin recibo, a Juan Zanoni, a cambio de que olvidara por completo la publicación de la revista y, por el contrario, se fuera un tiempecito de vacaciones y/o a estudiar un posgrado en el extranjero.

Zanoni, firme, convencido de su periodismo, rechazó la oferta; en tanto el gerente general de la revista, Joe de Lara, entonces reportero de sociales del periódico “La nación”, se encorajinó tanto que ahí rompieron hasta la amistad.

Joe de Lara agarró camino por otro lado; en tanto Zanoni siguió publicando la revista, leal a su quijotismo periodístico, que también había enloquecido al presidente municipal de la época, Mario Vargas Saldaña, quien luego sería cuatro veces diputado federal. 

MARTES

Encarcela gobernador a Juan Zanoni

En respuesta, Zanoni publicó el siguiente número de ¡Basta! dando la vuelta a la caricatura con el gobernador de títere de Arriola Molina y Hernández Palacios.

Desde el palacio principal de Xalapa fue armado un operativo que terminó un sábado en la madrugada, en el parque Zamora del puerto jarocho, donde Zanoni fuera detenido por una patrulla policiaca, acusado de haber asesinado a un homosexual, y por donde Zanoni pasara caminando en compañía de unos amigos, pues era fervoroso noctámbulo.

Es decir, simple y llanamente, le seguían los pasos.

Zanoni fue encarcelado en el penal de Allende, donde permaneció durante un año con 10 meses, hasta que Murillo Vidal, Hernández Palacios y Arriola Molina consideraron que se lo habían doblegado, pues la cárcel, ya se sabe, es muy canija. 

Desde luego, ¡Basta! sólo fue publicado un número más, porque el poco dinerito de entonces fue ocupado para pagar un abogado que por más titánico cabildeo nada pudo lograr la libertad del reportero, pues nada puede avanzarse cuando la fuerza del sistema político se echa encima de un disidente, un inconforme, un reportero incómodo como Zanoni.

Incluso, los compañeros de la facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana organizaron una marcha desde la facultad, ubicada entonces en la calle Arista esquina Zaragoza, al penal de Allende, en la calle Miguel Alemán, y en donde el director de la casa de estudios, el profesor Alfonso Valencia Ríos, jefe de Información de El Dictamen, se incorporó a la manifestación caminando enfrente de la grey estudiantil.

El resultado fue contraproducente porque el procurador de Justicia ordenó al director del reclusorio, Felipe Treviño, que refundiera a Zanoni en una galera de castigo, nomás para que aquellos jóvenes revoltosos aprendieran que en donde gobierna capitán, los marineros están pintados.

MIÉRCOLES

El único reportero jarocho encarcelado 

De 1969 hasta finales del año 2000, incluso, hasta el día de hoy en Veracruz, ningún otro reportero ha sido encarcelado por el gobernador en turno, y más con aquellas circunstancias, como lo fue Juan Zanoni.

Claro, ahora, y por otras razones, en sólo dos años, 5 meses, 25 días, nueve reporteros y fotógrafos han sido asesinados, tres más siguen desaparecidos, otro montón están exiliados y un número incalculable ha sido despedido de su fuente de empleo, porque así son las órdenes superiores.

De la mitad del siglo XX a la fecha, Zanoni fue y es el único reportero que ha pisado la cárcel por el simple pecado de contar historias.

Pero, además, el lenguaje de Zanoni era respetuoso, sin ofender nunca jamás, sin agraviar, sin inventar calumnias ni intrigas, basado en la investigación del hecho y la circunstancia noticiosa.

Por el contrario, el gobernador Murillo Vidal, ni tampoco el procurador de Justicia ni el presidente del CDE del PRI tenían la suficiente madurez cívica, humana, ética, moral, para tolerar la crítica como figuras públicas, políticos que eran. 

Se vivía aquellos años el tiempo del autoritarismo presidencial y de las elites priistas en el trono, “el país de un solo hombre”,donde por ningún concepto se permitía la palabra disidente.

Por eso, Juan Zanoni sabía que estaba condenado a la cárcel, incluso, a la muerte. 

Y más cuando uno de los reporteros de ¡Basta! entrevistara al escritor Carlos Fuentes Macías, recién llegado por barco de Francia al puerto de Veracruz, y declarara que “el presidente de la República (ni tampoco los gobernadores) era unos dioses”.

JUEVES

Un Quijote del periodismo 

Fue Zanoni un Quijote del periodismo. Lo único que había aprendido al lado de su maestro, don Alfonso Valencia Ríos, era a vivir obsesionado con ganar la noticia, las ocho columnas, la primera plana, una entrevista polémica, un reportaje ríspido.

Incluso, apenas y tenía dos, tres mudas de ropa, porque el grueso de su quincena se lo gastaba en libros y en alcohol y en deliciosas mujeres para el rato agradable con los amigos.

Nunca, jamás, compró una casa ni tuvo un automóvil propio, sino siempre se movilizaba en taxi y alquilaba un departamento, que poco a poco había inundado de libros.

Al final de su vida quiso construir una casita en Boca del Río sobre la avenida Vía Muerta, pero ante la escasez de recursos la dejó inconclusa, no obstante, sin ventanas ni puertas, ahí vivió los últimos años de su vida.

Sin hijos, nunca se le conoció un familiar, padres, hermanos, reportero solitario, vivió consagrado al periodismo y años después resulta una lástima que sus incendiarias columnas, llenas de fuego, hayan desaparecido con la hemeroteca de “La nación”, porque pudieron haberse tomado como un buen libro de estilo.

Una guía para escribir mejor, pensando siempre en la gente, críticos, muy críticos con los políticos.

VIERNES

Un reportero se jubila…

La tarde cuando Zanoni fuera dejado en libertad, en la puerta del penal de Allende lo esperó Jovita, su amiga a prueba de bomba, dueña de una casa de citas, la segunda más importante de la ciudad, pues la primera,“La escondida”, la chica más vieja tenía unos 23 años, todas flacas y delgadas, sin lonjas, había sido clausurada por el alcalde Mario Vargas Saldaña, sÓlo porque un marino enamorado de Jacqueline Kennedy se pegara un tiro luego de tragarse una botella de Presidente, mirando su foto, frustrado porque se trataba de un amor imposible.

En la calle Miguel Alemán, en el puerto jarocho, Jovita y Zanoni alquilaron un taxi y a las 5 de la tarde estaban sentados en Los Portales, en el zócalo, ordenando la primera cerveza, la segunda, la tercera, la siguiente.

A la quinta cerveza pidieron un tónico más fuerte para el estómago con una botella de Presidente que Zanoni tomaba.

Hacia medianoche, amontonados tres, cuatro cascos de Presidente en la mesa, Jovita y Zanoni conservaban la serenidad etílica, sin poderse emborrachar como ellos deseaban, pues el estado de ánimo, el entusiasmo por vivir, la alegría de la libertad y estar juntos en Los Portales, neutralizaba por completo el alcohol en sus cuerpos.

Jovita, con las ganancias de la noche anterior en su antro, iba pagando la cuenta, privilegiada, decía, porque Zanoni la había distinguido en su primer día de libertad.

Al día siguiente, hacia media mañana, Zanoni despertó, y sobresaltado, tratando de recordar las turbulentas horas anteriores, miró el cuerpo desnudo de una chica a su lado, cuyo nombre había olvidado, y le preguntó dónde, a qué hora uno al otro fusionaron sus vidas.

Pero, además, preguntando el lugar donde estaban, pues se miró en un departamento con una estampita de la Virgen de Guadalupe y la foto de unos niños sonriendo a la cámara.

De respuesta, sin pronunciar palabra, ella se le fue encima…

Faltaban un par de años para que el sexenio de Rafael Murillo Vidal terminara.

¡Basta! jamás volvió a publicarse; Zanoni tampoco regresó al periodismo. Escribió una novela. La intituló “La gorda debe morir”,recordando su pesadilla en el comedor estudiantil de la Universidad Veracruzana, donde la cocinera era una mujer excedida de peso que por alguna razón siempre le racionaba los alimentos y Zanoni quedaba con hambre como niño biafreño.

Juan buscó un editor pero anduvo sin suerte en el camino editorial, entonces, la publicó en un mimeógrafo y él mismo la vendía a los amigos… “en lo que fuera su voluntad”.

POSDATA: más, mucha más información con reportajes, crónicas y reportajes en el blog.expediente.mx

No hay comentarios: