*El PRD, al sótano
*Gran descrédito
*Pasiones desordenadas
Luis Velázquez
18 de junio de 2013
I
Desde ahora, a 12 días de la elección de alcaldes y diputados locales, el PRD, según el exlíder Juan Vergel Pacheco, caerá al quinto lugar en las urnas.
Y si el mismo exdirigente lo reconoce, ni hablar, ¡pobrecito destino del gran partido que fuera de la izquierda!
En el año 2012, la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador logró que el PRD, mejor dicho, la izquierda repuntara en Veracruz.
Incluso, hasta lograron un diputado federal con Uriel Flores Aguayo.
Y, buen, no obstante que se tiene la certeza de que Flores Aguayo fue blindado por la alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales García, como una estrategia para derrotar al candidato priista al Congreso federal, Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez, en una especie de venganza, de cualquier manera, el perredista llegó a la Cámara de Diputados.
En contraparte, el partido del sol azteca ha quedado noqueado en la tierra jarocha por las siguientes, entre otras, circunstancias.
a) El descrédito con que Juan Vergel Pacheco fue destronado por el sucesor, el priista Sergio Rodríguez, exalcalde de Ciudad Mendoza.
b) El operativo tricolor para imponer como líder del PRD a Sergio Rodríguez, quien trabajadora en el gobierno del estado en un par de sexenios.
c) El PRD como una franquicia electoral del PRI para lanzar candidatos con clara filiación y militancia roja a las presidencias municipales y diputaciones locales, entre ellas, el caso más indicativo, el panista Julio Saldaña Morán para la alcaldía jarocha.
II
d) La fractura entre las hordas perredistas para quedarse con el botín priista, tanto con las candidaturas como con el billete.
e) Un PRD que desde su nacimiento en Veracruz ha sido incapaz de superar las pasiones desordenadas.
Bastaría, por ejemplo, recordar, el caso del exsenador Arturo Hérviz Reyes que cobijara como discípulo a Rogelio Franco Castán, exlíder estatal y exdiputado federal, ahora legislador local, con quien rompiera asustado, impávido ante su corrupción.
f) La locura en que ha caído la elite perredista apenas tienen acceso a cargos públicos.
g) La gran cooptación de diputados locales del PRD por la cúpula priista, como por ejemplo, cuando el legislador Erick Lagos cabildeara para concesionar 50 taxis a su colega, amigo, socio y aliado, Freddy Ayala, a cambio de amarrar el voto de una parte de perredistas a favor de un candidato priista.
III
h) Las acusaciones recíprocas entre la cúpula perredista por haber caído en las tentaciones del PRI y la cúpula gobernante, pues en política, y como dice Erick Lagos, “lo que se compra con dinero… sale barato”.
i) La competencia entre perredistas por quedar bien lo más pronto posible con la elite en el poder estatal. Por ejemplo, Arturo Hérviz como candidato derrotado a gobernador fue el primero en levantar la mano al candidato priista ganador, Miguel Alemán Velasco.
Y luego, durante 6 años, gozó las mieles del poder.
j) Las acusaciones de corruptos y deshonestos entre la elite perredista, gritando cada uno que detengan al ladrón.
k) El pacto de Perote, donde una parte de la cúpula perredista nacional y otra estatal se entregaron de manera mutua, repartiéndose el pastel.
Por eso mismo, Juan Vergel, tumbado del caballo bajo un aguacero inclemente de manos sucias, dice que si acaso el PRD ganará municipios rurales indígenas, como Ixhuatlán del Sureste, Ixhuatlán del Café, Xico, Chicontepec y Mariano Escobedo.
Quizá. Acaso. Pero al mismo tiempo, ni esos.
La prueba está en que Brenda Abigail era diputada del PRD y en el camino fue convencida por Jorge Alejandro Carvallo Delfín de fugarse del sol azteca y refugiarse en la fila priista.
Y el otro diputado del PRD, Rogelio Franco, se convirtió en el diputado número 31 del PRI, logrando así, entre otras satisfacciones, que su esposa sea candidata de palacio a la alcaldía de Lerdo de Tejada.
POSDATA: a partir de hoy, el lector tiene dos opciones más de periodismo marginal. Una, en el blog.expediente.mx, y la otra, en el periódico digital “elcronista.mx”. Gracias por visitarnos.
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