Ajuste de cuentas
Luis Velázquez
Nueve días después de la elección del dominguito 7, la cúpula panista y perredista anunció un ajuste de cuentas.
En el caso del PAN, la expulsión, dijeron, de 120 traidores, que en el camino fueron seducidos por otros partidos, sobre todo, el PRI de Érick Lagos Hernández, el seductor de la patria chica.
Y en el caso del PRD, la expulsión de un trío clave; Uriel Flores Aguayo, diputado federal; Enrique Romero Aquino, exlíder estatal y exdiputado local; Juan Vergel, el dirigente depuesto con un golpe de Estado por el priista Sergio Rodríguez.
En comicios anteriores en Veracruz, la barredora se había consumado entre las tribus perredistas. Ahora, el fuego llegó al partido azul. Incluso, en una rara y extraña conversión ideológica donde, por ejemplo, un panista, Julio Saldaña Morán, fue nominado candidato a la alcaldía jarocha abanderado por el PRD rojo, es decir, el PRI priista.
De llegarse al ajuste de cuentas, ni hablar, significará un paso más de ambos partidos al desplome.
Olvidan, incluso, la lección aprendida por los priistas durante los últimos 12 años de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa: cuando los rojos pelean entre sí pierden en las urnas. Cuando permanecen unidos a pesar de las rebatingas ganan.
Se entendería, por ejemplo, que Julio Saldaña fuera lanzado del PAN. También, desde luego, José Ramón Gutiérrez de Velasco. Y ni se diga, Leandro Rafael García Bringas.
Pero de allí a que unos 120 panistas serán expulsados del cielo azul, caray, parece una medida exagerada. Al final del día habría de preguntar a quién corresponde cerrar la puerta. También si existe por ahí alguien libre de culpa.
Y en el caso del PRD se trata de un hachazo más entre las elites. Romero Aquino, por ejemplo, ha sido crítico toda su vida. Pero como fue presidente municipal de Ciudad Mendoza donde luego, años después, lo fuera Sergio Rodríguez, el líder actual, se atraviesa el localismo empobrecedor de los paisanos.
Juan Vergel, por ejemplo, ha sido reiterativo: Sergio Rodríguez se prestó al juego priista para expulsarlo de la dirigencia. Y cuando ningún otro camino le restaba trabajó por la candidatura a la alcaldía de Xalapa del panista Abel Cuevas Melo. Y por eso, acaso, la cláusula de expulsión.
En el fondo, la sucia y denigrante pelea por el poder político que al mismo tiempo significa poder económico y poder social.
Peor tantito, la misma historia de siempre: Arturo Hérviz terminó conflictuado con su heredero, Rogelio Franco Castán; Alejandro “El pipo” Vázquez Cuevas se odia a muerte con Julen Rementería del Puerto.
FORMEN SU ASOCIACIÓN POLÍTICA Y TÍRENSE AL PISO… QUE DEJA MÁS
En la milicia, por ejemplo, las circunstancias, a veces, son diferentes.
José María Morelos ordenó fusilar a 300 realistas capturados en el campo de batalla pero Nicolás Bravo se opuso. Habló con Morelos y aceptó la decisión de su segundo. Los 300 realistas se unieron a la causa insurgente.
Sin embargo, Ernesto “El ché” Guevara ordenó fusilar a los soldados de Fulgencio Batista detenidos en el campo de batalla y él mismo presenció el fusilamiento.
Victoriano Huerta ordenó, primero, cortar la lengua al senador y periodista, Belisario Domínguez, para que dejara de publicar y hablar en el Senado en su contra; después, ordenó sacar los ojos a Gustavo Madero, el hermano de don Panchito; al último, dispuso el asesinato a sangre fría de Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez.
Claro, eran la guerra de Independencia y la revolución.
Pero con el ajuste de cuentas de tribus y hordas, los partidos políticos se fracturan y debilitan.
Más aún, pierden fuerza política ante la población electoral.
Y decepcionan y desencantan al ciudadano.
¡Lástima de que hombres valiosos, cada uno en su parcela y terreno de poder, sean intolerantes y ninguno ceda en sus berrinches!
Y es que si, por ejemplo, algún militante del PAN y/o del PRD se corrompió con el billete fácil, digamos, el hecho de utilizar el partido político para sus trastupijes, bien puede prestarse a una demanda penal.
Sin embargo, todos callan y se quedan en la expulsión.
Luego, llega otro militante, líder, con más fuerza partidista y la historia vuelve a reproducirse. Otro golpe de estado. Otro complot. Otro ajuste de cuentas. Otras expulsiones.
Por eso, entre otras razones, la fragilidad del PAN y PRD en Veracruz. Los otros partidos, ya sabemos, fueron paridos por el tricolor: El AVE, el Cardenista, el PANAL, el PV, condenados, hasta ahora, a gravitar alrededor del PRI para amarrar la sobrevivencia.
Cúmplase, entonces, la expulsión de los 120 panistas traidores. Cúmplase la expulsión del trío de perredistas.
Y como sucede en el bachillerato con los candidatos a presidentes de la sociedad de alumnos que son derrotados… formen su propio partido. Mínimo, su asociación política, que por algo se empieza.
Y, claro, busquen la protección oficial y tírense al piso de la elite priista. Así llegarán al poder lo más pronto posible.
POSDATA: Hay en Veracruz dos opciones de periodismo marginal: blog.expediente.mx y elcronista.mx. Muchas, muchísimas gracias por su visita diaria. No se arrepentirá.
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