domingo, 18 de agosto de 2013

DIARIO DE UN REPORTERO

•Un fotógrafo en Ginebra

•La gráfica incómoda…

•La foto que rechazó Scherer

Luis Velázquez 

DOMINGO

Fotógrafo jarocho en Ginebra 

Jarocho de nacimiento, con raíces familiares en Alvarado, Humberto Salgado fue fotógrafo durante muchos años aquí, en Veracruz, y luego, cuando la vida incluía otra mirada hacia el resto del mundo, emigró a Ginebra donde permaneció más de dos décadas.

Allá, su talento periodístico y fotográfico fue puesto a prueba, y aun cuando empezó como freelance, así prefirió vivir el resto de sus días en su experiencia europea.

Por ejemplo, en una gira del presidente de Líbano, Amine Gemayel, quedó tan satisfecho con su calidad fotográfica que el presidente lo invitó a residir en aquella parte del mundo árabe.

Después, en la dura y feroz competencia de fotógrafos, se convirtió en el preferido de Kofi Annan, el líder máximo de la ONU, quien lo invitaba a cada una de sus giras en el mundo porque su imaginación fotográfica era más creativa que la de un pintor.

Disciplinado con sentido militar, su archivo fotográfico incluye desde los inicios en el puerto jarocho hasta Europa, ordenados por asuntos, fechas y ciudades.

En algunos periódicos de Europa quedó el testimonio de su trabajo gráfico, incluido hasta cuando algunos fines de semana, para darse un respiro en los días iguales, monótonos y aburridos, se iba a las playas nudistas a recrear más la imaginación explorando nuevas líneas artísticas.

Jubilado por el gobierno suizo, con su esposa suiza, la inseparable Marlisse, pintora, química de profesión, han regresado a Veracruz para vivir en la quietud provinciana.

LUNES

“Mi fotógrafo”, “mi reportero”

En el siglo pasado, los reporteros tenían la costumbre de presentar al fotógrafo en una entrevista como “mi fotógrafo”, en vez de pronunciar, anteponer, su nombre.

Años después, y por fortuna, los fotoperiodistas se sublevaron y ganaban el brinco a los reporteros y cuando saludaban a un entrevistado decían “mi reportero”.

Entonces, los periodistas se inconformaban, hasta que de plano la fuerza de la costumbre y del hábito fue modificándose, de tal forma que ni uno se otro se presentaban como si fueran de su propiedad.

Según parece, la dignidad fotográfica inició en la ciudad de México con el fotógrafo Pedro Valtierra, de La jornada, quien imprimió un gran decoro al trabajo gráfico.

Fueron aquellos los tiempos cuando se acuñó de igual manera el término de fotoperiodista.

También el de reportero gráfico.

Claro, todavía existen quienes se pasaban de tueste, incluidos algunos directores editoriales que suelen referirse a la persona como “mi reportero” y/o “mi fotógrafo”.

MARTES

Cuarteto de fotógrafos creativos

Hay en el puerto jarocho un cuarteto de fotógrafos, jóvenes todos, menores de 25 años de edad, que, entre otros, prestigian el trabajo gráfico en la prensa escrita:

-Yahir Ceballos, corresponsal de Proceso. 

-Félix Márquez, corresponsal de Cuartoscuro.

-Jonatan Rosas, corresponsal de AVC. 

-Sergio Aldazaba, reportero y fotógrafo de Órale.

-Y una mujer: Koral Carballo.

Ellos apenas caminan por la vida periodística, llenos de enjundia y coraje, pero más aún, de talento e imaginación artística, para contar la historia de los días al lector, con la mirada fresca, independiente, autónoma, libre, de los jóvenes.

Pero, además de que como piedras en el camino la vida los ha acercado, hay entre ellos un alto sentido de solidaridad humana y unos y otros se ayudan, se orientan y reorientan en tertulias interminables, alrededor de su trabajo. 

Y ese tipo de solidaridad resulta inverosímil en un oficio lleno de intrigas, envidias y descréditos, buitres merodeando como águilas en las alturas para avalancharse sobre la presa, sin piedad y misericordia.

Y más en un oficio como el periodístico, donde resulta inverosímil que un trabajador de la información que reconozca, acepte y respete y admire el trabajo de otro, de los otros… pues la mayoría son generales de cinco estrellas. 

MIÉRCOLES 

La foto incómoda

Juan Miranda fue jefe de fotógrafos del semanario Proceso que ahora coordina Marco Antonio Cruz, quien iniciara su vida gráfica en el periódico La jornada.

En el sexenio de José López Portillo, Agustín Acosta Lagunes, subsecretario de Hacienda, encargado de las aduanas del país, Juan Miranda acompañó a un par de reporteros a una entrevista con el futuro gobernador de Veracruz, días aquellos en la víspera del destape.

Durante las casi dos horas que durara la entrevista, Juan Miranda estuvo a la caza de Acosta Lagunes para el mejor ángulo noticioso en una oficina cerrada, llena de papeles, dos sillas, con la foto gigantesca de López Portillo y en donde nada indicaba una foto espectacular.

Entonces, el subsecretario de Hacienda trepó los pies en el escritorio con aire triunfalista, asegurando que sería el candidato a gobernador, feliz, satisfecho, con la risa del “pinche poder”.

Y Juan Miranda disparó el flashazo.

Don Agustín le dijo: “¡Esa foto… no!”.

Y Juan Miranda sólo contestó con una sonrisa indescifrable.

Apenas bajaban en el elevador, Juan Miranda mostró la foto de don Agustín trepados los pies en el escritorio y fue la foto enviada a portada, a 8 columnas.

A partir de aquella fecha, Acosta Lagunes odió al reportero con un rencor multiplicado en cada noche de luna…

JUEVES

“Esa foto es una tentación”

Dijo el fotógrafo Humberto Salgado a don Julio Scherer García, director general de Proceso, en su oficina en la ciudad de México, calle Fresas 13: 

--Le traigo un regalo.

--¿Un regalo?

--Sí, un regalo.

Y Salgado extendió la foto, blanco y negro, donde el presidente Miguel de la Madrid está en el café de La Parroquia, puerto jarocho, entonces en la avenida Independencia, tomando un lechero y una canilla, con el gobernador y algunos secretarios del gabinete.

Miguel de la Madrid toma la canilla con la mano derecha y con unos ojos de lujuria gastronómica, el fulgor por la delicia del banquete, abriendo la boca como un cráter en el fondo de la tierra, se introduce el pan en la boca.

Y en ese preciso momento, Salgado tomó la foto.

Don Julio se quedó mirando la foto, absorto, en silencio, y luego de unos segundos, quizá minutos, dijo:

--Caray, don Humberto, chingona. Súper chingona foto. ¡Portadaza, don Humberto, portadaza!

Y luego enseguida volvía a la foto. La miraba. Mejor dicho, la escudriñaba. Quizá imaginaba el titular de la portada. El reportaje. Acaso pensaría que la foto lo decía todo. Ahí estaba el hecho noticioso. En la mirada lujurienta del presidente por la canilla. El cafecito humeante. 

--¡Portadaza, don Humberto, portadaza! ¡Qué chingón es usted!

--Gracias, don Julio.

--¿Me la regala usted?

--Sí, sí, claro. Es para usted.

Scherer regresaba a la foto. Y otra vez la mirada. Mejor dicho, la escudriñaba. Sus ojos, puñales que tasajeaban la realidad. Su mirada, una lupa. Imaginaba el titular. Imaginaba la portada del siguiente número. El reportaje que acompañaría a la foto.

Entonces, Scherer dijo:

--Gracias, don Humberto, gracias, pero mejor llévesela.

--¿Por qué, don Julio? Es para usted.

--No, no, don Humberto, llévesela. Es demasiada tentación para nosotros. Llévesela.

Sorprendido con la respuesta, Salgado dijo:

--Bueno, se la regalo para que usted la guarde.

--No, don Humberto, guárdela. Si se me queda, la publico. 

VIERNES

La foto que enfureció a un político

En Martínez de la Torre, a la una de la mañana, Ignacio Morales Lechuga, coordinador de la campaña de Agustín Acosta Lagunes a gobernador, aceptó una entrevista y autorizó un fotógrafo: Humberto Salgado.

Morales Lechuga apareció recién bañado, perfumado, vestido con pijama y en pantuflas.

De inmediato, dueño del escenario, el político poderoso que sería, se tiró sobre un sillón tlacotalpeño para platicar.

En la medida que avanzaba la entrevista, el futuro subsecretario y secretario General de Gobierno, hablaba y hablaba y, al mismo tiempo, se metía los dedos de la mano derecha entre las hendiduras de los dedos de los pies, en un acto de limpieza, como checando si le habían quedado algunas gotas de agua.

Salgado, perspicaz y quisquilloso, dejó de enfocar la cámara fotográfica a la cara de Morales Lechuga y optó por tomar las fotos de sus manos operando en los dedos de los pies, luciendo, claro, la pijama.

La secuencia fotográfica fue publicada en la página 3 del periódico como noticia principal, con la entrevista que nadie leyó porque el hecho informativo estaba en la pijama y en los dedos escarbando las hendiduras de los pies.

El resultado fue categórico: por aquí Acosta Lagunes ganó la elección, y lueguito de otros hechos y circunstancias, todo aquel equipo de reporteros y fotógrafos fue despedido del periódico, porque así lo había solicitado Morales Lechuga de parte del gobernador electo.

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