domingo, 29 de septiembre de 2013

MALECÓN DEL PASEO

•La prensa según Churchill

•Nunca leía las lisonjas… 

•Reporteros satanizados

Luis Velázquez 

EMBARCADERO: una norma de conducta política de Winston Churchill, primer ministro de Gran Bretaña, uno de los grandes políticos que derrotara a Hitler, héroe de la segunda guerra mundial, premio Nobel de Literatura 1953, era que nunca, jamás, leía en la prensa escrita “lo que era lisonja”… Por el contrario, escribe que le gustaba “entresacar de vez en cuando, de un montón de recortes de prensa, aquello que es útil para que el jefe de un departamento ministerial pueda abrir los ojos sobre escándalos o abusos, o advertirle de alguna deficiencia de que no tenga conocimiento’’… Claro, si damos un brinco en la historia, cuando Plutarco Elías Calles había llegado a la secretaría de Gobernación, Álvaro Obregón le escribió una carta diciéndole que como ya estaban adueñándose del poder “era hora de fundar un periódico2 que estuviera al servicio de ellos… Y si nos vamos al México moderno, habría de referir que el presidente Vicente Fox Quesada aseguraba que la felicidad de un ser humano, entre ellos, claro, de un político, está en nunca, jamás, leer periódicos… Claro, la analogía entre Churchill, quizá el político más completo en la historia del mundo, con Álvaro Obregón y Vicente Fox resultarían odiosas, pero en fin, se toman como punto de referencia en un país mediático, donde, y por ejemplo, Enrique Peña Nieto llegó a Los Pinos luego de una estratégica propaganda, publicidad y prensa escrita, hablada y digital… Pero, bueno, el asunto a partir de Churchill es otro: uno, jamás leía las lisonjas, y dos, esculcaba en los recortes de prensa una lucecita que alumbrara su conocimiento sobre “escándalos o abusos o deficiencias”… He ahí, pues, la enseñanza de uno de los mejores políticos y militares del mundo, y más si aún si se le compara con Adolfo Hitler, José Stalin, Theodore Roosevelt, Francisco Franco y Benito Mussolini, sus contemporáneos…

MURO DE PESCADORES: por desgracia, aquellos “hombres que parecían gigantes” han pasado a la historia y al parecer, pocos, excepcionales políticos leen y releen, estudian y practican sus enseñanzas… Bastaría referir que el mundo político hoy está fracturado en dos partes, como solía preguntar a los reporteros Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos en el tiempo del Watergate, de si estaban con él o contra él… El presidente más frívolo en la historia del país, José López Portillo, también decía que por ningún concepto “pagaba para que le pegaran”… En un momento de locura, el presidente Miguel de la Madrid ordenó que los reporteros que aceptaban el embute mensual firmaran un recibo y que sirviera para que el gobernador Miguel Alemán Velazco cerrara las pinzas, ordenando al secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, que cada vez que un trabajador de la información recibiera la dádiva… primero, firmara el recibo; segundo, entregara una copia de la credencial del elector, y tercero, fuera filmado con una cámara escondida… Sólo así, pensaban ellos, los reporteros quedaban domesticados, garantizando su lealtad y fidelidad… Sin embargo, y más allá de las desviaciones de los hombres en el poder, resulta insólita la actitud de los políticos cuando se encorajinan con una prensa crítica que de manera puntual cuenta los hechos tal como sucedieron… Y más cuando los hechos están documentados… Y más, cuando están escritos sin ofender a ningún funcionario, y al mismo tiempo, sin ensalzar, loar ni arrojar incienso inmerecido… Por eso mismo, Churchill jamás leía lisonjas… Las pasaba por alto, pues era demasiado con la cortesanía de los bufones… 

ASTILLEROS: desde la batalla apocalíptica del Argamedón hay una lucha entre el bien y el mal… En la relación políticos y reporteros sería algo así como una disputa entre tirios y troyanos, blancos y negros, vasallos e insumisos… Al final del día el resultado es el siguiente: hay trabajadores de la información satanizados, porque son tan incómodos como indeseables… Y por eso mismo, pocos, excepcionales son los políticos que como Churchill enfrentan la acidez periodística, pues, y así ha sido mostrado y demostrado en las películas del viejo oeste norteamericano, los gambusinos solían encontrar el oro en medio de las aguas sucias, revueltas y turbulentas… Por el contrario, en América Latina la mirada es otra y la prensa crítica se debe a que tienen intereses ajenos a la elite política en turno, y por tanto, están al servicio de los enemigos y adversarios… Nadie duda de que en el periodismo, como en la política y en la vida misma, hay mucha, demasiada, excesiva paja… Usurpadores, incluso, del oficio… Pero con la lupa de que hablaba Ernest Heminwgay en el oficio reporteril puede detectarse la podredumbre… En todo caso, habría de referir la sentencia bíblica de don Manuel Buendía, el columnista asesinado por la espalda en el segundo año del sexenio de Miguel de la Madrid: el reportero escribe y denuncia, escribe y denuncia, y nunca hay eco ni respuesta en el político… El político, afirmaba Buendía, vive en su castillo, su burbuja, su búnker, pues a diferencia de la Gran Bretaña de Churchill, en México se vive la presidencia y la gubernatura y la alcaldía imperial y faraónica, donde el gobernante en turno es infalible, el dios terrenal, el dueño del día y de la noche y hasta de las vidas ajenas… 

POSDATA: La crónica de los días revueltos y turbulentos de Veracruz en el blog.expediente.mx

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