J.
Enrique Olivera Arce
Pancho
Mora y el empleo.

Tras una amplia
explicación de cometido y funciones de la delegación, apoyado en cifras del INEGI y atendiendo a la
preocupación de los presentes sobre el comportamiento del empleo en la entidad,
el funcionario federal destacó lo que a su juicio y desde la óptica de la
Secretaría del Trabajo favorece o limita tanto la generación de nuevos empleos
como el mantenimiento o pérdida de los existentes. Así como las modificaciones
que se vienen aplicando en esa Secretaría para hacer de la dependencia un instrumento promotor y no únicamente, persecutorio de las empresas que no cumplen
con los ordenamientos legales vigentes.
Haciendo
hincapié en el rol que juega la
información y la capacitación para una sana y fructífera relación entre
gobierno, empresas y trabajadores,
propició y aceptó el diálogo con hombres de empresa, contadores y
estudiosos presentes que, en un tono de crítica pero también de respeto, le
formularan inquietudes, dudas, señalamientos y propuestas.
Para quien esto
escribe lo destacable de la reunión con Dn. Francisco Mora Domínguez fue la aceptación de un servidor público
tácita, espontánea y compartida con su auditorio, de la justificada
preocupación en torno a la situación que
se vive en la entidad en materia de empleo.
Sin falso
triunfalismo, y respaldado por cifras oficiales generadas por el INEGI y el
ENOE, compartió un retrato hablado de la
situación que para el segundo trimestre del año en curso, guarda la estructura
económico-poblacional de Veracruz.
En el
diagnóstico de referencia se asienta que de una población total en Veracruz de
7 millones, 915,231 habitantes, el 75 por ciento (5´932,982) se encuentran en edad de trabajar en tanto
que la población menor de 14 años registra el 25 % restante.
De ese 75 % en
edad de trabajar, la población económicamente activa en la entidad asciende a
3´215,601 y la no económicamente activa a 2´717,381. Es decir, el 45.8% de
5´932,982, no se considera como activa esté o no disponible por razones
diversas.
En este
escenario, lo destacable es la población ocupada y la desocupada, al trimestre
de referencia.
La primera
asciende a 3´099, 934 en tanto que el 3.6% (115,667) corresponde a la no
ocupada.
Hasta aquí, las
cifras no son del todo preocupantes aunque podrían ser mejoradas bajo una
óptica optimista. Remitiéndonos únicamente a la población económicamente
activa, el 3.6 % de desocupación podría considerarse en época de crisis como
aceptable y es en base a este indicador que se genera el discurso triunfalista
del gobierno estatal.
Lo
verdaderamente grave, a mi juicio, es que del total de la población ocupada, el
empleo formal apenas es del orden de 1´013,678, contra 2´086,256 personas que
se desenvuelven en la economía informal. Lo cual quiere decir que el 67.3% de
la población ocupada en Veracruz se mueve en un nebuloso y opaco ambiente de
informalidad en el que cabe todo, lo mismo la evasión fiscal o de obligaciones de
seguridad social, que el desempleo abierto o encubierto.
Situación esta
última que no se contabiliza en la formulación del triunfalismo laboral del
discurso con el que se pretende vender la idea del Veracruz próspero, generador de empleo en calidad y cantidad por
arriba de la media nacional.
Vistas de
conjunto, las cifras anotadas y divulgadas por el delegado de la STPS en la
entidad, dejan claro que la estructura económico-poblacional de Veracruz no se
corresponde con una economía en bonanza, como tampoco justifican el que a los
cuatro vientos se anuncie que el crecimiento económico de la entidad es del
doble del que viene registrando el país.
Considero que no
hay forma alguna de concebir un proceso económico de avanzada sustentado en la
informalidad de la ocupación y, por ende, en la vulneración del estado de
derecho en detrimento tanto de las finanzas públicas como en la redistribución
de la riqueza generada, por muy estrecha
y marginal que se contemple esta para mantener la dinámica sistémica de
reproducción ampliada del capital. Una economía caótica y anarquizante,
necesariamente se refleja en atraso y estancamiento de la sociedad que lo
permite y auspicia.
Faltaría constatar
en qué proporción la población ocupada formalmente se desempeña en actividades
primarias, secundarias o de servicios, en el medio rural o en los centros
urbanos, para tener una imagen regional y sectorial más nítida de la realidad
productiva y laboral de Veracruz. Eso se lo dejamos a los expertos y estudiosos
como tarea. Baste este apunte para destacar el valor de la objetividad y
humildad de un funcionario público que, sin tapujos ni simulación, enriquece el
diálogo con la ciudadanía para un mayor acercamiento al conocimiento de la
realidad real de nuestra entidad federativa.- Xalapa, Ver., octubre de 2013.
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