miércoles, 9 de abril de 2014

EN CONCRETO

Laura Itzel Castillo
La mujer como objeto
Sabemos que el regreso del PRI a Los Pinos ha implicado desgraciadamente el regreso de su forma de gobierno y por ende su manera de corromper, de comprar conciencias, de convertir todos los derechos en mercancía. En síntesis la prostitución como cultura y la mujer como un objeto. 

Desde la visión masculina se cosifica a la mujer y como objeto se le convierte en un mito, ya sea positivo o negativo, para así dejar de verla como a una semejante. De tal manera que las mujeres son divididas en dos categorías: por un lado las mujeres puras, las esposas, las madres, los ángeles, y por otro las prostitutas, las solteronas, las humilladas, las crueles y las monstruas. 

Sin embargo, la visión patriarcal y patrimonialista desafortunadamente traspasa fronteras ideológicas. Reproducimos estereotipos desde el seno de nuestras familias, cuando educamos de manera diferenciada a los hijos y a las hijas. 

Rosario Castellanos, en su libro Mujer que sabe latín, nos habla de la mitificación de la mujer a través de los tiempos. 

“El hombre convierte a lo femenino en un receptáculo de estados de ánimo contradictorios y lo coloca en un más allá en el que se nos muestra una figura, si bien variable en sus formas, monótona en su significado. 

“Y el proceso mitificador... impide la contemplación libre y directa del objeto, el conocimiento claro del ser al que ha sustituido y usurpado. 

“El creador y el espectador ya no ven en la mujer a alguien de carne y hueso, con ciertas características biológicas, físicas y psicológicas; menos aún perciben en ella las cualidades de una persona que se les semeja en dignidad aunque se diferencia en conducta, sino que advierten sólo la encarnación de algún principio, generalmente maléfico, fundamentalmente antagónico”. 

Ahora que la denuncia en torno a la red de prostitución de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre ha cimbrado conciencias, abundan las justificaciones y las contradicciones. 

Debemos reconocer a la periodista Carmen Aristegui, ya que a partir de la investigación de su equipo, se ha destapado la cloaca, donde las aguas negras corren por el drenaje político, empresarial y social en el que está anclado nuestro sistema. 

La minuta que se encuentra actualmente en la Cámara de Diputados para reformar y adicionar la Ley contra la Trata de Personas, representa la oportunidad para que verdaderamente haya sanciones contra quienes abusan del poder y someten sexualmente a las mujeres.

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