Uriel Flores Aguayo
La actividad política real tiene sus formas y reglas, con sus matices partidarios y regionales es muy similar en cualquier parte de nuestro país; manifestarse sorprendido o decepcionado puede ser mera ingenuidad o pose. No es fácil entender una labor donde por regla general no se dice lo que se piensa y no se hace que se dice. Ante los hechos, no suposiciones o buenas intenciones, vale la pena, digamos que es ineludible, definirse y actuar. Esperar mejores políticos y partidos sólo será posible con la participación ciudadana, libre e informada.
Hay que partir de la crítica al estado actual de nuestra política para intentar mejorarla, dicho todo con absoluto realismo y moderación; sin afanes redentoristas o de desgarre de vestiduras. Desde la presidencia de la república para abajo el quehacer político tiene más o menos las mismas características, guardando las debidas proporciones: es pragmática, desprovista de ideas, en ella el fin justifica los medios, se busca el poder por el poder mismo y sólo se administra. Con esos componentes la actividad política se vuelve fácilmente una labor mediocre de gente menor, que no cumple con su deber y sus responsabilidades; donde no se presenta o privilegia un proyecto colectivo. Lo que es peor, lo que lesiona el interés general, es que los que deberían hacerlo no gobiernen, simplemente simulen y dejen hacer y deshacer. Cuando los electos o designados para ese fin incumplen con sus obligaciones, permiten que esos espacios los ocupen los grupos de interés y la inercia , generándose tendencias perversas y , en muchos casos , de descomposición La política podría ser el espacio de las grandes soluciones sociales , el mecanismo de la más amplia participación ciudadana , donde fuera un orgullo y distinción participar ; una política de corte democrático y con visión social para buscar y ejercer respuestas a los problemas de siempre y a los que traen los tiempos nuevos . No creo que sea imposible pero me parece que es muy difícil, dadas las costumbres y los intereses en juego. Como sea, con absoluta paciencia y realismo, se tiene que pensar y actuar diferente, salirse de lo tradicional. El ideal sería que la política fuera la actividad de los mejores, de los más preparados y comprometidos socialmente.
Ahí tenemos una gran disyuntiva: ganar elecciones a costa de lo que sea o abrir procesos democráticos internos y externos. Veamos el ejemplo de Veracruz, donde Secretarios de despacho y funcionarios en general ya se encuentran en una muy adelantada y encubierta precampaña electoral, asignados a los distritos en donde van a ser postulados como candidatos a diputados en el 2015. Hacerlo así es de mal gusto, anacrónico e ilegal; están distrayendo se de sus obligaciones, desviando recursos y abusando del poder. Esa postura no tiene nada de democrático ni dignidad. Al contrario, degrada la vida pública y hace de la política una actividad corrupta. No se debe ser tolerante con esa actitud nociva para la vida social y la política en general, no es una cuestión anecdótica ni menor. En la violación de las reglas democráticas está el inicio de la degradación de nuestra vida pública, en tanto se crea un ambiente de ilegalidad y simulación, comprometiendo a funcionarios y empobreciendo cívicamente a los ciudadanos.
Lo que debería ser un proceso electivo con rasgos educativos, donde se asuman derechos y obligaciones, se convierte en una etapa más de corrupción que anula a la gente y hace de sus votos una vil mercancía o un acto inútil. Ante un panorama de elecciones no libres surge el abstencionismo, fenómeno de apatía o protesta que junto a otros como la negativa a pagar impuestos, la falta de denuncias por la inseguridad y la destrucción de los servicios y espacios públicos hacen un círculo vicioso antidemocrático. Sin la participación libre y consciente de la gente nada tiene solución; al contrario, se fortalecen fenómenos de inseguridad que encuentran terreno fértil en la exclusión social, la apatía de la gente y la fragilidad institucional. Esa condición tan precaria en las instituciones se refleja en su inutilidad y en la desconfianza que generan. En conclusión: la degradación cada vez más obvia y peligrosa de nuestra vida pública inicia con la curiosa e " inocente " violación de las reglas electorales de los funcionarios que abusan del poder
Recadito: Foro sobre expresiones sociales en Xalapa y la región, 14 de abril, 18 hrs. , Casino Xalapeño.
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