Por Orlando Segura
Lo más sobresaliente en la elección interna del PRD fue descubrir que comunidades tan apartadas sean muy participativas y se hayan decidido a trasladarse desde Laja del Tubo hasta Lindero para emitir su voto por diversas planillas identificadas con la corriente Nueva Izquierda, pero además que tan entusiastamente emitieran el sufragio por personajes completamente desconocidos, ese fue el primer razonamiento de varios de los militantes que se vieron sorprendidos por la afluencia de ciudadanos de lugares muy lejanos.
Hubo tres camiones que se movilizaron por las rutas antes descritas, Otatal, Comején, El Eden, además condicionaron el voto por la entrega de apoyos como láminas y despensas, indicó Manuel Pérez Díaz, quien además aseguró que la elección fue un total fracaso, desangelada, cargada de acusaciones, atípica, en la que los Chuchos se llevaron el triunfo, pero ejerciendo práctica antidemocráticas.
Roberto Capitán Dávila operó para el equipo de Rogelio Franco Castán, recogiendo credenciales con las promesas de apoyos asistenciales fundamentalmente hacia determinados puntos del área rural, rasurando el padrón (obviamente a sus adversarios), y el día de la jornada, aplicó recursos de procedencia “desconocida”.
El entrevistado indicó que todo se desarrolló en aparente y completa calma, sin incidentes, los Franco, cuidaron hasta el más mínimo detalle, orientaron la votación, evitaron la confrontación física para que no les impugnaran la casilla. El fraude se hizo con la debida anticipación.
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