martes, 16 de diciembre de 2014

EN LA BATALLA



Roberto López Arán

El senador Héctor Yunes Landa sería, por mucho, el mejor candidato del Pri a la gubernatura. Por encima de José Yunes Zorilla, su compañero de bancada. Conoce como pocos el fragor de la batalla política pues a diferencia de líderes priistas deslenguados y pusilánimes (que por cierto abundan en este partido) ha encabezado por decisión y con esfuerzo propios las primeras líneas de combate: fue líder del Pri en el congreso local, dirigente de su partido y secretario de gobierno, y ahora Senador. Nada de esto han sido concesiones heredadas, pues es bien sabido que Héctor Yunes Landa arrastra consigo las huellas evidentes de lo ganado. 

Sin embargo, creo que hoy la meta que se ha planteado como reto (la de ser candidato de su partido a la gubernatura) tiene escollos que rebasan su talento político. No digo que no vaya a emprender una nueva lucha a contracorriente, que por otro lado no le sería extraña dado su prestigio al interior del Pri de pelear sin tregua, de no ceder aun cuando el viento de las decisiones de la cúpula del partido le sea adverso. Es más, es en esa circunstancia donde el senador Héctor Yunes brilla: se muestra tozudo, aunque como político de modales finos, lo reviste de camaradería. 

No tiene, sin lugar a dudas, las simpatías del gobernador Javier Duarte, y él lo sabe y lo acepta como un sino al que no está obligado acatar, y al igual se sabe como uno de los destinatarios a los que va dirigida la iniciativa del ejecutivo de modificar la constitución local para una gubernatura de solo 2 años.

El juego de la sucesión ya se abrió. Con esta medida el gobernador puso sus cartas sobre la mesa, y el senador Héctor Yunes toma las suyas y acusa el mensaje.

Es en este contexto de la sucesión donde se explica la visita a Tuxpan del senador Héctor Yunes, la multitudinaria recepción con una festiva comida como imán para congregar a la gente. Allí el senador pronunció un discurso que bien valdría la pena que los dirigentes estatales del Pri lo valoraran. “Incendiario” lo llamó el periodista Orlando Segura, presente en la reunión. Yo lo llamaría una alocución neta de campaña, jugando para las gradas, dándoles gusto a sus partidarios, aquellos priistas que perciben que en la cuadra del gobernador la especie está muy bisoña, muy flaca, y por lo contrario miran a su senador como una robusta opción para las elecciones del 2016. 

Balas de salva: Por cierto, la reunión comida, da para preguntas ociosas varias. Dos de ellas: quiénes y con qué se financió la comilona; y una tercera: a efectos de qué asistió el síndico Javier Benítez, político sobreviviente a todos los vendavales. 

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