jueves, 28 de enero de 2016

La esbozada política priista…

Xalapa, Ver.-Sin motivación alguna la gente actúa tal y como ve que lo hace la demás gente; a eso le llamamos “cultura”. Pero todos sabemos que hay distintas culturas como modelos sociales organizativos existen, de hecho, la “diversidad cultural” y su aceptación en los estado democráticos modernos, es una pieza clave para decir que la democracia se va perfeccionando.

Se reconoce que la imposición de una “sola” visión del mundo, desde la conquista, arrasó con el pensamiento mágico y los modelos culturales de los grupos autóctonos de América, en sí, el pensamiento “occidental” y su carga judeocristiana, intentó, por todos los medios crear un pensamiento único, violentando los derechos humanos de todo grupo que no se alienaba a él.

En nuestro país, la forma de hacer política tiene la profunda huella del modelo creado por la secuencia del Partido Nacional Revolucionario (1928-1938), Partido de la Revolución Mexicana (1938-1946) y el Partido Revolucionario Institucional (1946- actual) cuya hegemonía alcanza en muchos estados un largo periodo de más de ochenta años; como es el caso en Veracruz.

Los elementos políticos sobresaliente de la cultura del político priista son: su discurso populista, el clientelismo, el autoritarismo, el nepotismo y la corrupción; elementos que nutren a la gran mayoría de políticos al margen, incluso, de cualquier partido político y su supuesta orientación política, sean de izquierdas o de derechas.

Así, es costumbre escuchar la invocación al pueblo como origen del poder soberano y lanzar una diatriba contra cualquier opositor, adjudicándose la representación popular y autonombrándose el “salvador” del pueblo. Es obvio que el líder o lideresa populista ni vive como el pueblo, ni mucho menos espera salvarlo, sino tomar de él todo lo que pueda para su riqueza personal y volverse un tipo ostentoso, vulgar y muchas veces “ridículamente” vestido.

Una vez que el líder populista ha robado y se ha vuelto rico, parte de esa riqueza mal habida, la reinvierte audazmente, dando todo tipo de prebendas (despensas, lotes, placas, plazas de burócratas, lo que sea, mientras no lo deje pobre) para tener sometida la voluntad de la gente, creando un círculo de verdadera perversión, donde él mismo cree que es verdaderamente “popular”.

Alrededor del “líder” termina por construirse un modelo organizativo de sumisión, zalamería y abyección, donde la competencia se mide en los grados para ser vejado y sometido por él; de tal suerte que el propio líder “cree” ser el más “inteligente” de su grupo. Es obvio que su liderazgo va ha existir en medio de la gente adocenada en la medida en que tenga recursos para corromper y corromperse.

La apelación del “populista” al poder del pueblo y a la soberanía no lo hace democrático; por el contrario, los mecanismos de corrupción de la voluntad ciudadana y el hecho de “invertir” su dinero mal habido, lo lleva a una conclusión extra lógica, de que puede hacer lo que quiere porque él compró el cargo y ostenta el poder delegado por “su” gente. A lo largo de tantas décadas de gobiernos populistas y autoritarios, el pueblo se integra en su gran mayoría por gente viviendo en la pobreza extrema y con los servicios públicos quebrados sin poder recibir una atención con eficacia ni eficiencia. Basta con ver las altas tasas de criminalidad para sentir que el populista no tiene ningún interés de que el Estado funcione, sino por el contrario, en el rio revuelto él roba más.

En la conducta populista la familia cumple un papel ritual. Las creencias religiosas juegan un papel místico y de propaganda: grandes bodas a modo aunque no se amen, bautizos y todo lo que tenga que ver con identidades primarias en los rituales de la iglesia predominante… por supuesto que el cinismo y la doble moral son el tapete donde asientan sus pasos los prevaricadores. Como en las “mafias” las familias construyen una moral que solo les favorece a ellos y a nadie más. La gran matrona también regala cosas, da ropa a los pobres y hasta puede crear una “institución” de beneficencia para los “animalitos”… también ella cree que está haciendo el “bien”. En el seno de esa “sagrada familia” (tomando prestado el título del libro de Marx, “La sagrada familia” en su crítica contra los jóvenes hegelianos) existe todo, pues su sustento es justamente la mentira constante del populista con respecto a los derechos de la mayoría de la gente, del pueblo, y se nutre de la riqueza que les roba y con la cual hace vivir a su familia en una ostentación ofensiva.

Para el líder populista, sea priista, panista, perredista o lo que sea, resulta natural que los recursos públicos se usen según su leal saber y entender; estima que habiendo “ganado” el poder, bien puede usarlo como le plazca, el sesgo autoritario se amplia y se profundiza cuando decide que puede tener un “beneficio extra” a partir de la posición que ocupa. Hasta hace pocos años, existían en los presupuestos las inconcebibles, ahora, “partidas secretas”; obviamente, dado el grado de corrupción imperante, dichas partidas nunca bastaron y los recursos del erario terminaron engrosando su fortuna y dejando al pueblo más pobre.

Ningún político, de la actualidad, expondría públicamente el origen de su fortuna y la de su familia más cercana, porque sin duda, descubriría ante ciudadanos más críticos y sus enemigos políticos que es el producto del saqueo de los dineros públicos, y como él es astuto e inteligente, prefiere mantener en la opacidad ese origen; ahora más, cuando el dinero del narcotráfico y otras empresas delincuenciales “lavan” el dinero en la política.

Afortunadamente, la globalización y las tecnologías de la información están educando a la ciudadanía mexicana en el uso de nuevas herramientas para construir una democracia participativa y una gobernanza democrática y por otro lado, los Estados Nacional, cuyo discurso soberano lastrado por el populismo, servía como parapeto a dictaduras esbozadas, están siendo acotados por leyes e instituciones internacionales que exigen una verdadera democracia.

Ahora sabemos que los presupuestos deben de ser participativos, donde los ciudadanos se involucren en la definición de las políticas públicas con el fin de hacer que su uso sea eficiente, eficaz y sobre todo obedezca a las necesidades primarias de la población.

También, sabemos lo que es un gobierno abierto (OpenGov), en el sentido de que no basta normar el derecho a la información, sino de que el gobierno debe crear sistemas para informar a tiempo y en forma de sus acciones a todos los ciudadanos sin que estos pregunten; al gobierno abierto se le sigue metódicamente la rendición de cuentas (Accountability) de todo servidor público, no como un simple ritual, sino que tienen que dar los motivos y las razones de su actuar y como corolario: la revocación del mandato, en el caso del servidor público que corrompa la función pública, su debida vinculación a la acción penal y la incautación de los bienes públicos para retornarlos a la hacienda pública.

Los tiempos de los líderes populistas corruptos están contados en la medida en que los ciudadanos se empoderen y decidan que la democracia no se agota con el simple hecho de votar, sino: de tomar el gobierno en sus manos.

Así, los líderes corruptos que son iguales que los del PRI y que se ocultan dentro de los demás partidos, pronto serán denunciados por la ciudadanía empoderada que sabrá descubrirlos tras el velo de su discurso populista.

Isael Petronio Cantú Nájera
2288464633

No hay comentarios: