Milenio
Ciudad de México/ diciembre de 2007
Presidencia de la República.
Un astrónomo mexicano y una arqueóloga belga encontraron en un asentamiento prehispánico del estado de Durango un petroglifo que identificaron como el registro de la explosión de la supernova de 1054, quizá la más famosa de todas, que se ubicaba en la constelación del Toro y constituye hoy la nebulosa del Cangrejo.
Daniel Flores Gutiérrez, del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, trabajó en colaboración con Marie Areti Hers, del Instituto de Investigaciones Estéticas (UNAM-IIE), en el estudio interdisciplinario llamado Hervideros, y localizó la marca de aquel evento cataclísmico en la lava de la región de Tuitán.
El descubrimiento no sólo ratifica que los pueblos mesoamericanos estaban muy adelantados en materia de observaciones astronómicas, sino que aportó más información sobre el modo en que vivían y organizaban el tiempo los antiguos moradores de la región.
De hecho, según comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la región se han detectado registros de diversos fenómenos astronómicos asociados con la constelación de Escorpión, la Vía Láctea y otros eventos celestes.
Hoy sólo queda un mar de laca petrificada en la zona llamada Tuitán. Pero en la época prehispánica floreció en la región la cultura llamada chalchihuiteña —ampliamente estudiada por Areti Hers—, que tuvo gran influencia teotihuacana, de tal modo que ambas usaban el mismo sistema para registrar los movimientos de los astros.
Desde hace años, científicos de varias disciplinas trabajan en el noroeste de Durango como parte del estudio Hervideros, y su labor derivó en un cúmulo de descubrimientos, de los cuales el más importante es el marcador astronómico de Tuitán.
El análisis de las marcas grabadas en la lava llevó a los expertos a un fenómeno celeste ocurrido en 1054 que aparece registrado en viejos textos chinos y también en ruinas ubicadas en Chaco, en el sur de Estados Unidos.
“El marcador de Tuitán, a diferencia de otras inscripciones, está bien determinado en cuanto a una posición angular y su orientación cardinal”, dice el comunicado. “La piedra encontrada es un mapa de horizonte o una gráfica tal y como se hace hoy en papel, que ellos grabaron en piedra volcánica”, señaló Flores Gutiérrez.
El astrónomo explicó que los marcadores astronómicos en Mesoamérica se presentan en forma de circunferencias o rectángulos concéntricos formados por puntos. En México estos objetos arqueológicos se identifican dentro de la tradición teotihuacana, ya que los primeros se localizaron en este centro ceremonial, aunque también se han hallado en otros sitios, desde Uaxactún, en Guatemala, hasta varios sitios en México: Guerrero, Michoacán, Durango y hasta Chihuahua.
Lo que registró la inscripción de Tuitán es la explosión de una estrella supernova localizada en la constelación del Toro. El evento fue visible en la Tierra en el año 1054, y la dirección donde se oculta el lugar donde aconteció ese fenómeno, que formó la actual Nebulosa del Cangrejo, confirma la exactitud de la marca, afirmó Flores Gutiérrez.
“Este gran suceso luminoso en la bóveda celeste debió haber sido un evento impresionante para los antepasados, quienes lo grabaron con especial atención”, dijo.
En otros marcadores astronómicos se puede identificar el registro de otros fenómenos celestes, lo cual indica que los pueblos mesoamericanos sustentaban la observación de fenómenos astronómicos mediante el desarrollo de su propia geometría, apuntó.
El uso que se le daba a estos instrumentos, además de consignar los fenómenos astronómicos, también es una evidencia de ese posicionamiento de diferentes ciudades como bancos topográficos o geodésicos, expuso.
Según el experto, estas figuras talladas en piedra también funcionaban para contar el tiempo a través de intervalos de 260 días y los de 105 días para completar la cuenta de los años trópico.
Quiénes fueron los autores
En el primer milenio de nuestra era, diversos grupos mesoamericanos emigraron desde el sur hasta una región que abarca los actuales estados de Zacatecas, Durango y Jalisco, para formar la cultura chalchihuites.
Los chalchihuiteños han sido identificados por los expertos como los toltecas-chichimecas de la tradición. Eran agricultores, pero también, por vivir en zona de frontera, eran guerreros temibles que se asentaron en sitios de fácil defensa.
Después del siglo noveno, algunos grupos volvieron al sur, a las tierras de sus ancestros, saliendo de Chicomóztoc, lugar de las Siete Cuevas, y los de habla náhuatl fundaron la poderosa y cosmopolita ciudad de Tula.
Un astrónomo mexicano y una arqueóloga belga encontraron en un asentamiento prehispánico del estado de Durango un petroglifo que identificaron como el registro de la explosión de la supernova de 1054, quizá la más famosa de todas, que se ubicaba en la constelación del Toro y constituye hoy la nebulosa del Cangrejo.
Daniel Flores Gutiérrez, del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, trabajó en colaboración con Marie Areti Hers, del Instituto de Investigaciones Estéticas (UNAM-IIE), en el estudio interdisciplinario llamado Hervideros, y localizó la marca de aquel evento cataclísmico en la lava de la región de Tuitán.
El descubrimiento no sólo ratifica que los pueblos mesoamericanos estaban muy adelantados en materia de observaciones astronómicas, sino que aportó más información sobre el modo en que vivían y organizaban el tiempo los antiguos moradores de la región.
De hecho, según comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la región se han detectado registros de diversos fenómenos astronómicos asociados con la constelación de Escorpión, la Vía Láctea y otros eventos celestes.
Hoy sólo queda un mar de laca petrificada en la zona llamada Tuitán. Pero en la época prehispánica floreció en la región la cultura llamada chalchihuiteña —ampliamente estudiada por Areti Hers—, que tuvo gran influencia teotihuacana, de tal modo que ambas usaban el mismo sistema para registrar los movimientos de los astros.
Desde hace años, científicos de varias disciplinas trabajan en el noroeste de Durango como parte del estudio Hervideros, y su labor derivó en un cúmulo de descubrimientos, de los cuales el más importante es el marcador astronómico de Tuitán.
El análisis de las marcas grabadas en la lava llevó a los expertos a un fenómeno celeste ocurrido en 1054 que aparece registrado en viejos textos chinos y también en ruinas ubicadas en Chaco, en el sur de Estados Unidos.
“El marcador de Tuitán, a diferencia de otras inscripciones, está bien determinado en cuanto a una posición angular y su orientación cardinal”, dice el comunicado. “La piedra encontrada es un mapa de horizonte o una gráfica tal y como se hace hoy en papel, que ellos grabaron en piedra volcánica”, señaló Flores Gutiérrez.
El astrónomo explicó que los marcadores astronómicos en Mesoamérica se presentan en forma de circunferencias o rectángulos concéntricos formados por puntos. En México estos objetos arqueológicos se identifican dentro de la tradición teotihuacana, ya que los primeros se localizaron en este centro ceremonial, aunque también se han hallado en otros sitios, desde Uaxactún, en Guatemala, hasta varios sitios en México: Guerrero, Michoacán, Durango y hasta Chihuahua.
Lo que registró la inscripción de Tuitán es la explosión de una estrella supernova localizada en la constelación del Toro. El evento fue visible en la Tierra en el año 1054, y la dirección donde se oculta el lugar donde aconteció ese fenómeno, que formó la actual Nebulosa del Cangrejo, confirma la exactitud de la marca, afirmó Flores Gutiérrez.
“Este gran suceso luminoso en la bóveda celeste debió haber sido un evento impresionante para los antepasados, quienes lo grabaron con especial atención”, dijo.
En otros marcadores astronómicos se puede identificar el registro de otros fenómenos celestes, lo cual indica que los pueblos mesoamericanos sustentaban la observación de fenómenos astronómicos mediante el desarrollo de su propia geometría, apuntó.
El uso que se le daba a estos instrumentos, además de consignar los fenómenos astronómicos, también es una evidencia de ese posicionamiento de diferentes ciudades como bancos topográficos o geodésicos, expuso.
Según el experto, estas figuras talladas en piedra también funcionaban para contar el tiempo a través de intervalos de 260 días y los de 105 días para completar la cuenta de los años trópico.
Quiénes fueron los autores
En el primer milenio de nuestra era, diversos grupos mesoamericanos emigraron desde el sur hasta una región que abarca los actuales estados de Zacatecas, Durango y Jalisco, para formar la cultura chalchihuites.
Los chalchihuiteños han sido identificados por los expertos como los toltecas-chichimecas de la tradición. Eran agricultores, pero también, por vivir en zona de frontera, eran guerreros temibles que se asentaron en sitios de fácil defensa.
Después del siglo noveno, algunos grupos volvieron al sur, a las tierras de sus ancestros, saliendo de Chicomóztoc, lugar de las Siete Cuevas, y los de habla náhuatl fundaron la poderosa y cosmopolita ciudad de Tula.
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