Por Miguel Camín
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“Jerónimo es lo mejor para Tuxpan”, (palabras de Jesús Mancha y Santiago Lobato en la primavera y verano del 2004)
LOS PANISTAS TUXPEÑOS Y JERÓNIMO FOLGUERAS:
Cuenta la fábula que los Enanos Azules lacerados por el odio se internaron en el bosque y dieron con el Vulgar Ladrón que les garantizara la consumación de su venganza. Le bañaron, le acicalaron, le vistieron con ropas dignas de un Señor y lo pasearon por cada rincón del denso bosque. Por su lengua mentirosa salía ahora un bello canto de esperanza que llenó de entusiasmo a chicos y grandes de toda la comarca. Hizo suya la promesa de bienestar para cada una de las familias, y, para dejar constancia de la verdad, que según los Enanos Azules contenían sus palabras, hicieron traer de un bosque lejano al más prestigiado de los escribanos, y bajo su testimonio el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor empeñó su firma en edictos, mercedes, leyes, ordenanzas o cualquier otro manuscrito que dejara satisfecha la más mínima duda de los vasallos. No hubo papel y tinta que alcanzara en todo el Reino para el espíritu generoso del Vulgar Ladrón ahora Gran Señor. Si El Supremo había agotado 6 días y descansado uno en la hechura del mundo, Él, el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor prometía en un acto de encarecida humildad reducirlo sólo a cuatro y sin asueto. El Gran Día para el Reino había llegado. Entró el Vulgar Ladrón vestido de Gran Señor por la puerta principal al Palacio y los Enanos Azules le entregaron el manojo de llaves del tesoro a condición de que el botín se repartiera. Los Enanos Azules veían consumada su venganza. Los primeros días pasaron felices en el Reino. En la Sala Real el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor empezó a sentir el peso de su propia personalidad y abrumado por papeles y más papeles que llegaban de todos las direcciones del bosque decidió adelantarse a los Enanos Azules y les comió el mandado e hizo adquirir a través de su valet y su chambelán joyas y feudos. Traicionados los Enanos Azules quisieron pactar con el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor, a condición de rebelarle al pueblo lo que el pueblo empezaba a sospechar: la doble personalidad del Vulgar Ladrón. Pero al Vulgar Ladrón ahora Gran Señor que disfrutaba de las mieles de la riqueza le valían un cacahuate las amenazas de los Enanos Azules y para demostrarles su desdén tomó un puñado de doblones de oro y se perfiló la nariz de gancho que tenía e hizo desfilar por su alcoba real a decenas de plebeyas hasta encontrar a su real primera dama. A punto del estallido los Enanos Azules buscaron a otro vulgar ladrón a sabiendas que aquél era de por sí insuperable, así que encontraron a un Brujo con aires de sonso que practicaba la Alquimia y lo vistieron con ropas de Gran Señor y lo llevaron al Reino para desplazar al Vulgar Ladrón ahora Gran Señor, pero el Heraldo de la Corte Real salió a decirles que hasta que no se pusiera el tercer sol y no cayera la tercera luna el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor no dejaría el cargo. Los Enanos Azules con el Brujo Alquimista ahora Gran Señor hicieron cuentas con los dedos de las manos y descubrieron que faltaba casi nada para que la fecha se cumpliera. Por eso, ahora se ve a un bulto en espera de las llaves del Reino, para atracarlo sin la presencia rival del Vulgar Ladrón: son los Enanos Azules y el Brujo Alquimista ahora Gran Señor que esperan que el Vulgar Ladrón cumpla su mandato y se largue con una buena parte del tesoro por la puerta trasera.
Moraleja: Para unos ladrones como los Enanos Azules un ladrón y medio, como el Vulgar Ladrón convertido por su espanto en Gran Señor.
“Jerónimo es lo mejor para Tuxpan”, (palabras de Jesús Mancha y Santiago Lobato en la primavera y verano del 2004)
LOS PANISTAS TUXPEÑOS Y JERÓNIMO FOLGUERAS:
Cuenta la fábula que los Enanos Azules lacerados por el odio se internaron en el bosque y dieron con el Vulgar Ladrón que les garantizara la consumación de su venganza. Le bañaron, le acicalaron, le vistieron con ropas dignas de un Señor y lo pasearon por cada rincón del denso bosque. Por su lengua mentirosa salía ahora un bello canto de esperanza que llenó de entusiasmo a chicos y grandes de toda la comarca. Hizo suya la promesa de bienestar para cada una de las familias, y, para dejar constancia de la verdad, que según los Enanos Azules contenían sus palabras, hicieron traer de un bosque lejano al más prestigiado de los escribanos, y bajo su testimonio el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor empeñó su firma en edictos, mercedes, leyes, ordenanzas o cualquier otro manuscrito que dejara satisfecha la más mínima duda de los vasallos. No hubo papel y tinta que alcanzara en todo el Reino para el espíritu generoso del Vulgar Ladrón ahora Gran Señor. Si El Supremo había agotado 6 días y descansado uno en la hechura del mundo, Él, el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor prometía en un acto de encarecida humildad reducirlo sólo a cuatro y sin asueto. El Gran Día para el Reino había llegado. Entró el Vulgar Ladrón vestido de Gran Señor por la puerta principal al Palacio y los Enanos Azules le entregaron el manojo de llaves del tesoro a condición de que el botín se repartiera. Los Enanos Azules veían consumada su venganza. Los primeros días pasaron felices en el Reino. En la Sala Real el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor empezó a sentir el peso de su propia personalidad y abrumado por papeles y más papeles que llegaban de todos las direcciones del bosque decidió adelantarse a los Enanos Azules y les comió el mandado e hizo adquirir a través de su valet y su chambelán joyas y feudos. Traicionados los Enanos Azules quisieron pactar con el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor, a condición de rebelarle al pueblo lo que el pueblo empezaba a sospechar: la doble personalidad del Vulgar Ladrón. Pero al Vulgar Ladrón ahora Gran Señor que disfrutaba de las mieles de la riqueza le valían un cacahuate las amenazas de los Enanos Azules y para demostrarles su desdén tomó un puñado de doblones de oro y se perfiló la nariz de gancho que tenía e hizo desfilar por su alcoba real a decenas de plebeyas hasta encontrar a su real primera dama. A punto del estallido los Enanos Azules buscaron a otro vulgar ladrón a sabiendas que aquél era de por sí insuperable, así que encontraron a un Brujo con aires de sonso que practicaba la Alquimia y lo vistieron con ropas de Gran Señor y lo llevaron al Reino para desplazar al Vulgar Ladrón ahora Gran Señor, pero el Heraldo de la Corte Real salió a decirles que hasta que no se pusiera el tercer sol y no cayera la tercera luna el Vulgar Ladrón ahora Gran Señor no dejaría el cargo. Los Enanos Azules con el Brujo Alquimista ahora Gran Señor hicieron cuentas con los dedos de las manos y descubrieron que faltaba casi nada para que la fecha se cumpliera. Por eso, ahora se ve a un bulto en espera de las llaves del Reino, para atracarlo sin la presencia rival del Vulgar Ladrón: son los Enanos Azules y el Brujo Alquimista ahora Gran Señor que esperan que el Vulgar Ladrón cumpla su mandato y se largue con una buena parte del tesoro por la puerta trasera.
Moraleja: Para unos ladrones como los Enanos Azules un ladrón y medio, como el Vulgar Ladrón convertido por su espanto en Gran Señor.
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