jueves, 20 de marzo de 2008

SUICIDIO EN EL COCHINERO...



Por Uriel Flores Aguayo…

urielfloresaguayo@hotmail.com

Con ese nombre tan fuerte y peyorativo se ha venido definiendo la reciente elección interna del PRD. Es correcto. Un día después de la elección creí en la posibilidad de la limpieza, con un día más me rendí ante la evidencia de una farsa, una gran simulación y una orgía de votos falsos. A manera de ejemplo puedo afirmar que quién se presenta como ganador se basa en un 90% de votos falsos; de igual manera lo hacen otros aspirante, unos más, unos menos. En conclusión, del total de votos considerados como válidos la inmensa mayoría son falsos, lo cual significa un robo a los perredistas y un engaño a los ciudadanos. Sólo desde el más locuaz cinismo y lo más profundo de la degradación se puede salir a defender una elección o, peor aún, reclamar triunfos de papel sucio.

Aún previendo anomalías no llegué a imaginarme el alcance ruin y delictivo de los grupúsculos que administran al PRD. El colmo está en lo que hizo el candidato de Rogelio Franco, quién entregado al gobierno recibió miles y miles de despensas para comprar votos de afiliados de mentiritas, obteniendo resultados mínimos, teniendo que acudir al robo de urnas y a la alteración de actas.

Desde fuera tal vez sea difícil llegar a entender lo que pasa en el PRD. Lo más seguro es que generemos confusión o se nos mida con visiones tajantes. Es nuestro deber intentar explicar algo. El problema inicia con el padrón de afiliados que se integra sin control alguno, llegando al extremo de que le vacían el listado del registro federal de electorales. A ese infladísimo número de afiliados corresponde una cantidad desproporcionada de boletas electorales, a razón de mil por casilla, constituyéndose en una tentación extrema para operadores corruptos. En otra fase está el caso de las casillas no instaladas pero de las cuales se entregan actas, llevándonos a la situación de tener que demostrar que no funcionaron y, por lo tanto, esos resultados son inventados. Ahora se superaron las pequeñas mafias que sangran al PRD, aumentando su nivel de corrupción, llegando el extremo de manejar actas dobles; es el caso de casillas debidamente instaladas con determinado resultado sobre las cuales se entregan actas donde aparecen números que no corresponden a lo ocurrido en la jornada electoral. Aquí estamos ante una especie de esquizofrenia que los lleva a negar la realidad.


Esta elección representa la crisis total del PRD Veracruzano, su máxima señal de descomposición, de tal magnitud que no bastan maquillaje o acuerdos copulares. O se anula todo y se abre un espacio de reflexión para pensar en otra etapa, donde venga la refundación, o el PRD ya no será viable como espacio político distintivo. De seguir así terminará como un partido palero dirigido por peleles, será un partido más.

Me llama la atención el grado de corrupción y de quiebre moral, la ausencia de escrúpulos, de gente que en algún tiempo parecía decente o contaba con alguna militancia previa, como Rogelio Franco, Fredy Ayala, Celso David, Juan Vergel, Margarita Guillaúmin, la señora Copete Zapot, etc.. Están convertidos en una minimafia, extraviada, gozosa del dinero fácil, actuando como mercenarios y en línea descendente. No se qué les pasó; qué vicios, qué intereses, qué arreglos los están llevando a un punto sin retorno. De la delincuencia electoral están a un paso de la delincuencia común u organizada.

Me da vergüenza lo que pasó en el PRD, no tengo cara para defenderlo, tampoco mucho ánimo para seguir conviviendo con personajes tan chiquitos, tan mediocres y tan viles. El PRI y el PAN deben estarse revolcándose de la risa ante el denigrante espectáculo que estamos dando. Antes de encarar la difícil prueba del 2009, ahora en condiciones más adversas, debemos resolver dos cuestiones fundamentales: qué va a quedar y como funcionará el espacio común de los perredistas y con qué cara nos vamos a presentar ante la ciudadanía.

Antes nos vencían la represión, el autoritarismo, la falta de libertades, la ignorancia y el fraude; ahora nos vencemos nosotros mismos, nos suicidamos, y lo hacemos en un cochinero.

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