jueves, 29 de mayo de 2008

EL MUNDO AL REVÉS...



Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com


Con seguridad muchísima gente se pregunta cuál es la razón por la que tantas cosas no funcionan en nuestro país. Es tan grande la cadena de fracasos nacionales, son tantos los problemas que padecemos y en frente tenemos pura desolación que se hace muy fácil caer en el terreno del fatalismo, como si en México, la vida fuera al revés.

La violenta irrupción del alza en los precios de los alimentos nos está llevando a una crisis social en la que el gobierno federal se muestra incompetente y acobardado como ocurre en todas sus obligaciones. Ante el descontrol y la tendencia al desastre responde con programitas clientelares e intrascendentes, sin ir al fondo de los problemas del campo mexicano donde se vive una terrible y criminal paradoja: el campesino se muere de hambre en el abandono mientras se compran a alto precio los alimentos al extranjero. El sentido común y el interés nacional indicarían lo preferible que es invertir en el campo, activar la economía rural y traer bienestar a las familias campesinas, sin embargo se hace todo lo contrario, prefiriendo generar empleos en el extranjero. Ante la crisis alimentaría mundial, ahora sí se acuerdan del campo, cuando ya es tarde o cuando va a llevar mucho tiempo recomponer su situación que es tan adversa, si es que de verdad se tomaran medidas correctas.

Así como con los alimentos ocurre lo mismo en otras áreas de la economía del país, como en el petróleo, donde se ha propiciado dolosamente su deterioro con fines privatizadores. En vez de invertir en refinerías que generarían empleos y riqueza colectiva prefieren comprar gasolina carísima en un negocio francamente absurdo y antinacional. Algo similar ocurre con los fertilizantes, cuya producción fue cedida a manos privadas con lo que se complicó el trabajo de los agricultores. Pero la lista es larga en todo lo que tenga que ver con privilegios para unos pocos y perjuicios para la inmensa mayoría, tal como lo podemos ver en el manejo de los bancos, los teléfonos y otros servicios. Es de enojo saber que brincando la frontera norte, concretamente en McAllen, los precios de aparatos, bolsas y ropa signifiquen un treinta por ciento de lo que nos cuestan en Xalapa. Esa es una muestra concreta y real de saqueo. Con nuestro escaso dinero sostenemos el lujo, la publicidad y la visión de grandes empresas que no se tientan el corazón para exprimirnos.

Tal vez tengamos las peores televisoras del mundo, que en realidad es un dúopolio desinformador, mercantilista y antidemocrático. Es obvio que no cumplen con su función social de informar a la ciudadanía desde una posición plural e independiente; antes fue instrumento del poder político, hoy es su socio. Todo lo que toca lo vuelve negocio y lo pervierte, ¿alguien puede creer en su buena fe cuando celebran a la virgen de Guadalupe?. En la medida que oculta la información y que fomenta la ignorancia se constituye en un obstáculo para la democracia. Como nunca, a la televisión mexicana le viene bien el título de la “caja idiota”.

En nuestro país vivimos el llamado capitalismo de cuates o de amigos, donde se aplica un modelo económico de control monopólico y explotador, lo cual pone en predicamento al estado de derecho y a la democracia misma. Para que todo eso funcione como hasta ahora se requieren gobiernos a modo, dóciles, como los han tenido. Por eso pusieron a Calderón, cuyo papel es de administrador de los intereses de los grandes magnates mexicanos, los cuales radican entre Europa y los Estados Unidos.

Visto todo así, podemos ir observando que muchos de nuestros problemas y que tantas cosas no funcionen tiene que ver con un modelo económico determinado y con gobiernos cómplices y peleles. Es más, les guste o no, esa política antinacional y los fraudes electorales son resultado de la imposición de centros de poder internacional. Por eso no es casual la propuesta de reforma energética en coincidencia con la agenda de negocios impulsada por el FMI.

Ni somos menos, ni dios no nos quiere, simplemente hay que enderezar las cosas para que, en México, el mundo no esté al revés.

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