
Ejercito Popular Revolucionario
Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
El autodenominado Ejército Popular Revolucionario, la llamada guerrilla mala, ha cobrado notoriedad en los últimos días; primero por su denuncia sobre la desaparición de dos de sus integrantes, en cuyo reclamo hizo volar ductos de petróleo, y después por la audaz y curiosa propuesta de diálogo con el gobierno federal por intermedio de un grupo de personalidades. Sirva como anotación decir que es el EZLN a la que se a considerado como la guerrilla buena, dado que su máximo dirigente es mestizo y lo único que ha disparado son poemas y discursos.
Aparentemente el EPR es heredero del ciclo guerrillero iniciado por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas y continuada por las guerrillas urbanas que surgieron de la represión al movimiento estudiantil del ’68. Ambas experiencias guerrilleras en mucho estuvieron influidas por la Revolución Cubana y, en particular, la experiencia del Ché Guevara. La pobreza, la represión y la cerrazón política fueron los factores que, junto a una posición ideológica determinada, llevaron a varios mexicanos, sobre todo jóvenes, a empuñar las armas en una perspectiva revolucionaria. Obviamente fracasaron en sus propósitos sustanciales pero, indirectamente, contribuyeron a la apertura democrática en nuestro país.
Cuando veo al EPR en su presentación y en sus proclamas no puedo dejar de ubicarlos en un papel de representación hasta niveles histriónicos y de asombrarme por el anacronismo de sus planteamientos, cuyo eje es, ni más ni menos, la revolución socialista. Si digo utopía sería demasiado considerado en el comentario, simplemente hay que observar que estamos ante una propuesta ajena a nuestra realidad y al mundo. Claro que la desigualdad social y la anti-democracia pueden llegar a ser desesperantes y a empujar a algunos a probar mala suerte en la vía armada, sin embargo hay que ser muy claros que por esa vía no vamos a avanzar más y, en cambio, se genera confusión y se promueve el víctimismo gratuito. No creo que a mayor pobreza social corresponda una situación revolucionaria, al contrario, más bien sobrevienen ciclos conservadores y autoritarios.
El diálogo propuesto por el EPR tendría un doble efecto legitimador tanto para si mismo como para el gobierno de Calderón. Ambos ganan en reconocimiento mutuo y prácticamente no se comprometen a nada. No deja de ser paradójico que una guerrilla realmente armada le pida dialogo al gobierno establecido que se propone derrocar. De ser cierta su versión tienen toda la razón en demandar la aparición de sus dos compañeros desaparecidos, como también deben saber que cuando volaron los ductos de PEMEX pudieron haber ocasionado la muerte de gente inocente. Pienso que la Comisión de Intermediación debería de ir más allá de una postura políticamente correcta y ser muy categórica en su postura de rechazo a la violencia venga de donde sea, porque la violencia no es buena ni mala, es eso, violencia y engendra más violencia que casi siempre afecta a los más débiles y a los más pobres.
La verdadera amenaza al estado mexicano y con él a nuestra convivencia son las bandas del narcotráfico, que no tienen ninguna ideología y cuyo poder de fuego debería de preocuparnos a todos. Los últimos tiempos de violencia brutal han empezado a cuestionar la capacidad del estado para cumplir con sus funciones principales, lo cual nos pone en un predicamento a todos en materia de libertades. Al respecto, es urgente un debate nacional que nos ubique y nos comprometa. Contra lo políticamente correcto hay que respaldar al Ejército Mexicano ante un desafío de tal magnitud que hace parecer al EPR como algo anecdótico o chusco.
Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
El autodenominado Ejército Popular Revolucionario, la llamada guerrilla mala, ha cobrado notoriedad en los últimos días; primero por su denuncia sobre la desaparición de dos de sus integrantes, en cuyo reclamo hizo volar ductos de petróleo, y después por la audaz y curiosa propuesta de diálogo con el gobierno federal por intermedio de un grupo de personalidades. Sirva como anotación decir que es el EZLN a la que se a considerado como la guerrilla buena, dado que su máximo dirigente es mestizo y lo único que ha disparado son poemas y discursos.
Aparentemente el EPR es heredero del ciclo guerrillero iniciado por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas y continuada por las guerrillas urbanas que surgieron de la represión al movimiento estudiantil del ’68. Ambas experiencias guerrilleras en mucho estuvieron influidas por la Revolución Cubana y, en particular, la experiencia del Ché Guevara. La pobreza, la represión y la cerrazón política fueron los factores que, junto a una posición ideológica determinada, llevaron a varios mexicanos, sobre todo jóvenes, a empuñar las armas en una perspectiva revolucionaria. Obviamente fracasaron en sus propósitos sustanciales pero, indirectamente, contribuyeron a la apertura democrática en nuestro país.
Cuando veo al EPR en su presentación y en sus proclamas no puedo dejar de ubicarlos en un papel de representación hasta niveles histriónicos y de asombrarme por el anacronismo de sus planteamientos, cuyo eje es, ni más ni menos, la revolución socialista. Si digo utopía sería demasiado considerado en el comentario, simplemente hay que observar que estamos ante una propuesta ajena a nuestra realidad y al mundo. Claro que la desigualdad social y la anti-democracia pueden llegar a ser desesperantes y a empujar a algunos a probar mala suerte en la vía armada, sin embargo hay que ser muy claros que por esa vía no vamos a avanzar más y, en cambio, se genera confusión y se promueve el víctimismo gratuito. No creo que a mayor pobreza social corresponda una situación revolucionaria, al contrario, más bien sobrevienen ciclos conservadores y autoritarios.
El diálogo propuesto por el EPR tendría un doble efecto legitimador tanto para si mismo como para el gobierno de Calderón. Ambos ganan en reconocimiento mutuo y prácticamente no se comprometen a nada. No deja de ser paradójico que una guerrilla realmente armada le pida dialogo al gobierno establecido que se propone derrocar. De ser cierta su versión tienen toda la razón en demandar la aparición de sus dos compañeros desaparecidos, como también deben saber que cuando volaron los ductos de PEMEX pudieron haber ocasionado la muerte de gente inocente. Pienso que la Comisión de Intermediación debería de ir más allá de una postura políticamente correcta y ser muy categórica en su postura de rechazo a la violencia venga de donde sea, porque la violencia no es buena ni mala, es eso, violencia y engendra más violencia que casi siempre afecta a los más débiles y a los más pobres.
La verdadera amenaza al estado mexicano y con él a nuestra convivencia son las bandas del narcotráfico, que no tienen ninguna ideología y cuyo poder de fuego debería de preocuparnos a todos. Los últimos tiempos de violencia brutal han empezado a cuestionar la capacidad del estado para cumplir con sus funciones principales, lo cual nos pone en un predicamento a todos en materia de libertades. Al respecto, es urgente un debate nacional que nos ubique y nos comprometa. Contra lo políticamente correcto hay que respaldar al Ejército Mexicano ante un desafío de tal magnitud que hace parecer al EPR como algo anecdótico o chusco.
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