martes, 17 de junio de 2008

MI PUEBLO...


Braulio Peralta

braulio.peralta@milenio.com
¿Qué sientes al ver tu pueblo destruirse por eso que dicen es el progreso? De verdad, ¿por qué la gente no sabe que pensar duele y que emocionarse igual; que es necesario razón y emoción para criticar con equilibrio aquello que lo rodea, incluido uno mismo?


Cansan las noticias que dicen que la carretera es el futuro, que pronto llegará el dinero y que nos convertiremos en el porvenir que ha esperado eternidades. ¿Quién puede creer eso cuando las tecnologías van contra uno mismo?


Observa bien: el barrio no es el mismo; el vicio y el hambre acabaron con usos y costumbres, incluida la ética y la moral. La prostitución, deambula por las calles y las drogas y el alcohol se consiguen con facilidad. Sin pesimismo pero con realismo es cierto que “el sueño ha terminado”.
Ya no son tiempos para decir:


“Estudia niño, es puerta de la luz un libro abierto; entra por ella, y de seguro que hallarás en tu futuro el poder más cierto. El ignorante vive donde el agua es poca; donde los suspiros soplan ahora. Estudia y no serás, cuando crecido, el juguete vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los tiranos.”


¿Te acuerdas? Fueron unas palabras que se te clavaron en la memoria. Pero ahora, ¿cuál futuro le espera a un estudiante si la calidad profesional es cuasi un oficio de tinieblas en la oferta y la demanda y se confunde con cualquier artesanía a la baja?


Por eso pronto los jóvenes beben en la vía pública, mientras se benefician la industria del alcohol y los gobiernos en turno. Gente que se siente rebelde y no es más que consumo y negocio para unos cuantos. “El bulevar de los sueños rotos” es un gran miadero donde adolescentes y adultos hacen su arribo a lo único que les queda de salida: perderse de la realidad para quizás encontrarse consigo mismo, o quedarse ahí, para siempre.


Llegar al pueblo y buscar que la mano de obra barata es el hambre por tener los pesos para la peda. No hay de otra más que la espera de la muerte. La rebelión hoy no es la revolución de un cambio para transformar a una sociedad, sino la involución para acabar lo más pronto con la vida de los que no conocen mejor camino que destruirse porque, en realidad, no “se hace camino al andar”. Los 60 ya se fueron. Y el siglo XXI llegó autodestructivo.


Anímate: el puerto de Tuxpan, mi pueblo —que son todos los caseríos de México—, desconoce que vivimos en tinieblas.

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