viernes, 13 de junio de 2008

POBRE ESTADO DE DERECHO...

Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
Sobre la existencia del Estado de Derecho en nuestro país uno puede expresar dudas fuertes y de todo tipo. Nuestra realidad en ese tema nos remite a muchas más preguntas que respuestas, las cuales casi siempre son ambiguas. Cómo puede haber Estado de Derecho si las Instituciones y la Ley se supeditan a los poderes fácticos; de la enorme lista de ejemplos que se podrían dar para ilustrar esa contradicción tomo el más reciente y menor como es el caso del Senador Santiago Creel, cuya cabeza fue entregada al dúopolio televisivo. No puede haber Estado de Derecho cuando la Ley no es pareja con los ciudadanos, que resultan de primera y hasta de quinta, según su situación económica, ante la justicia; no solo es delito ser pobre sino que se cae en ese lado negativo de la vida cuando no se cuenta con dinero para defenderse ante los atropellos de autoridades y ricachones; no es de a gratis que las cárceles están llenas de gente humilde e ignorante. La impresionante y novedosa fuerza de la delincuencia organizada ligada al narcotráfico es un desafío total al Estado de Derecho: ejercen violencia, dictan sentencias, recaudan una especie de impuestos y determinan procesos sociales y económicos.

Comparado con la realidad que vivimos todos los días la mayoría de los mexicanos, suena falso y ofensivo el discurso de Felipe Calderón, quién en su reciente visita a España se llenó la boca hablando de Ley, Seguridad, Instituciones y Justicia. Obviamente no es casual el arropamiento que recibió del Rey, el gobierno y el congreso, ya que éstos deben cuidar las enormes inversiones que empresarios españoles tienen en México.

Tanto en el interior como en el exterior del país el mal gobierno de Calderón ha querido presentar como eje de su gobierno la guerra al narcotráfico. Más allá de los spot’s al respecto y lo que se informa oficialmente o se va sabiendo a cuenta gotas de otras fuentes son más las dudas que se tienen sobre esas políticas del gobierno federal, hasta cuestionarse si la lucha va en serio o sólo la administra para efectos legitimadores. Ante el poderío evidente y actual del narcotráfico es bien sencillos preguntarse si el gobierno estaba preparado para hacerle frente, máxime que los encargados de las áreas de Seguridad son los mismos, en papeles intercambiados, que estaban en el sexenio perdido de Fox. Qué son en realidad esos jefes, patriotas o traidores; hasta dónde defienden al país o sirven de tapaderas a las mafias. Es elemental dudar de que las cosas se estén haciendo bien en esos terrenos cuando se observan protestas de policías federales por las condiciones en que trabajan, falta de alimentos y espacios para dormir, y retraso en sus salarios; cuando siguen las deserciones masivas en el ejército mexicano, lo cual lo hace poco profesional y apto para enfrentar a sicarios cuya fisonomía cada vez más se asemeja a la guerrilla urbana. Se ven tantas situaciones absurdas en la actuación del gobierno que aunque uno no quisiera tiene que pensar que hay mucho de simulación en su guerra al narcotráfico.

Y aquí andamos los mexicanos, por acá los veracruzanos, tan indefensos como pasivos, tan ignorantes como ajenos a lo que nos rodea siempre y cuando no nos afecte en lo personal. Como no hay muchas personas a las cuales acudir en demanda de Seguridad al parecer sólo nos queda apelar al chapulín colorado, al grito de “¿quién podrá defendernos?”; lo bueno que su uniforme es rojo, el color que todo lo protege y todo lo salva. Aunque ya pasaron sus mejores tiempos no debería verse como tan descabellada la demanda de Porfirio Muñoz Ledo, para que Calderón piense seriamente retirarse del cargo ante su obvia ineptitud.

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