Orlando Segura Hervert.
A Javier Benitez Ponce le entró la nostalgia, a su manera comienza a recordar aquella época de grandes transformaciones en las que el sistema reprimió a infinidad de estudiantes. Con el estilo que lo caracteriza y a título personal, hizo llegar a diversos reporteros y amigos, unas líneas que le salieron de su ronco pecho en torno a los acontecimientos que éste 2 de octubre cumplirá 40 años de historia e histeria.
Fue el periodo de las “frases, que junto con las olimpiadas, el Apolo 11, los hippies, el metro, los árboles navideños, la educación normal, rural y básica, Vietnam, nylon, los discos de 33 revoluciones, Chabelo, el Tío Gamboín, las plumas atómicas, civiles y universitarios a puestos de responsabilidad pública, James Bond, disturbios estudiantiles, la cultura de Julio Cortazar, José Agustín, José Gorostiza, Octavio Paz, Carlos Fuentes”. Es la época de grandes confrontaciones, situaciones que de una u otra forma cuestionaron las estructuras sociales, económicas y políticas de la nación.
Sin embargo, Benitez Ponce discrepa radicalmente de las movilizaciones y manifestaciones callejeras, ese elemento que le dio el toque de rebeldía a todo un movimiento que creció en masa y en el transcurso del tiempo se proyectó con huella permanente, tan es así que todavía se sigue recordando esa fecha, es el mes de la irreverencia, contempla también el Día del Guerrillero, el homenaje al Ché Guevara..
Concretamente en el 2 de octubre, se dio la masacre de aquellos jóvenes idealistas que pensaron cambiar radicalmente el mundo, la nación, el estado, las instituciones, el gobierno, las iglesias … todo; triste fue ver el resultado, en ellos aplicaron la mano dura, la represión y el asesinato practicado por el entonces Presidente de la República Mexicana, Gustavo Díaz Ordaz y el Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Alvarez, éste último personaje, cosas de la naturaleza, “se le va el avión”, ha perdido la memoria, padece la enfermedad del olvido propia de la tercera edad.
El funcionario, desde la intimidad que ofrece la correspondencia particular, pide que se privilegie el diálogo, la discusión de las ideas, el consenso por el bien de México y el respeto a todos los actores del 68.
Sin embargo, lanza dardos finos y polémicos en el penúltimo párrafo del documento signado con su rúbrica, afirma: “Hay que celebrar el 40 aniversario del 68 conscientes de lo que fue y nos heredó, no con manifestaciones estúpidas donde los asistentes no saben que se celebra y solo son títeres en manos de manipuladores”.
Después de la palabra incendiaria, sella el epílogo con un sentimental y emotivo “AMOR Y PAZ”.
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