sábado, 25 de octubre de 2008

LO OCIOSO Y PATÉTICO EN LOS GOBIERNOS...



Por Uriel Flores Aguayo…
Son más importantes la crisis económica, la brutal inseguridad y el debate sobre la reforma petrolera, sin embargo también hay que hacerse cargo de comentar cosas menores para que no se pierdan en su aparente normalidad y pasen al olvido. Ahora que los ejecutivos federal y estatal han convocado a concursos para determinar los trámites más engorrosos y más sencillos, respectivamente, es oportuno referirse a una de las costumbres más tontas y chuscas en el servicio público.

Se trata de los actos ampliamente publicitados donde algún funcionario entrega algo o da un banderazo. Es recurrente, prácticamente una tradición, en gobiernos de todos los partidos y en todo el país. Es un reflejo real del nivel de cultura política de nuestros gobernantes. Lo paradójico es que, muchas veces, sale más cara la publicidad que lo entregado.

En el terreno de las entregas una de las más socorridas y absurdas es la de los uniformes y botas de los policías municipales, evidencia de la orfandad en que se encuentran esos elementos y de la consideración que por la seguridad tienen en los ayuntamientos; es absolutamente innecesario hacerlo en un acto público, bastaría entregar esos materiales en forma directa y normal como obligación ineludible de las autoridades correspondientes. Es el colmo que todavía se quieran lucir los funcionarios con algo tan simple e indispensable. Es una falta de respeto.

En las fotos de las caritas sonrientes y benefactoras aparecen desde mobiliario escolar y equipo para el campo hasta sillas de ruedas. Lo que debería ser tan normal y expedito se lleva a un escenario de protagonismo estéril y antidemocrático. Los derechos ciudadanos y el efecto material de las políticas públicas se reducen a concepciones clientelares y a la entrega de “apoyos”. Las escuelas deben tener mobiliario en buen estado o nuevo, sin que medie necesariamente un acto público; los campesinos deben recibir programas y proyectos sin condicionamiento político y los minusválidos deben ser reinvidicados en su dignidad, o sea, sin tener que servir de espectáculo a cambio de una silla de ruedas, unas muletas o un bastón de sesenta pesos. Por cierto, el primerísimo lugar, hasta niveles de vómito, en la manipulación y exhibición pública de las necesidades de la gente se lo lleva la actual diputada Elizabeth Morales.


Cómo ha cambiado Veracruz en el servicio público municipal: antes se destacaban las inauguraciones de obras, ahora se dan banderazos para empezarlas y, a cada rato, se hacen apariciones con el pretexto de supervisar avances. Así vemos grandiosos actos para dar inicio a la pavimentación de calles y al arranque de las labores del “dragón rojo”. Vamos, en Xalapa hasta el repintado de algunos camiones de limpia pública es motivo de un banderazo.
Es tanta la necesidad de protagonismo político o la falta de labores útiles que no deberíamos sorprendernos si pronto vemos actos para entregar lápices, gomas, papel sanitario, cubetas y escobas en las oficinas públicas.

Por supuesto que habrá gobernantes con la capacidad para cubrir una agenda amplía de actividades, poniendo el acento en la gobernabilidad y en la interlocución con los actores sociales y políticos, además de aparecer en todo tipo de actos; pero obviamente son pocos, dejándonos el cuestionamiento sobre qué y cómo harán el resto para atender sus responsabilidades. Por eso estamos como estamos.

Veracruz estará cambiando cuando sus servidores públicos prescindan de lo ocioso y patético. Ganará el estado, ganaran ellos y ganaremos todos.

Recadito: Mesas de trabajo del FAS con el gobierno del estado el 30 de octubre.

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