sábado, 22 de noviembre de 2008

LAS INSTITUCIONES Y EL DIABLO.



Por Uriel Flores Aguayo…

urielfloresaguayo@hotmail.com
Desde los años de estudiante en la “prepa Artículo Tercero” y en la “Normal Veracruzana” escuché que respetables maestros decían que las instituciones quedan y los hombres pasan. Exactamente la misma expresión era parte del discurso que circulaba en el palacio municipal de Xalapa cuando fui regidor a principios de los años ’80. Ya estando en la facultad de Derecho hablar de las instituciones era como decir buenos días. Las instituciones han sido elevadas al altar de nuestra historia nacional y puestas en el centro de cualquier discusión cuando se requiere reafirmar la institucionalidad sobre los extraños e irrespetuosos que las quieren mancillar. Es muy usual decir o escuchar que hay que reforzar a las instituciones.

Por eso, en la línea del envoltorio patriótico resultó algo peor que la blasfemia laica aquel grito de López Obrador, cuando dijo: “Al diablo sus instituciones”. No perdieron el tiempo los anti-peje y los políticamente correctos para cambiar el sentido y poner “las” en vez de “sus”, condenando al insolente opositor por su atrevimiento.

Y a cada rato se habla de las instituciones como algo ideal, puro y abstracto. Se traen para arriba y para abajo; de Calderón en adelante casi todos dicen, oficialistas y opositores: “Yo soy institucional”, “Yo defiendo las instituciones”, “Primero están las instituciones”, etc. Políticos de todos tamaños se llenan la boca de la palabra institucional y se abrazan a ese concepto o a ese hueso como si se tratara de una tabla en medio de un océano.

Tenemos ante nosotros algunos casos que ameritan revisión para aclarar el funcionamiento y el estado en que se encuentran algunas instituciones. Por supuesto que la lista es parcial, de pretender una extensión mayor de ejemplos tendríamos que utilizar todo el espacio de estás páginas editoriales:

Empecemos por la institución mayor, la presidencia de la república, invadida de ilegitimidad por el origen fraudulento de Calderón; echemos un vistazo al tribunal electoral del poder judicial de la federación, tanto en su sala superior como en sus salas regionales, cuyos magistrados son producto de cuotas partidistas; no olvidemos al IFE, deformado a modo de los intereses fácticos y puesto al servicio de Calderón y los partidos; lo que pasa en la PGR y en la SSP es de escándalo y hace que a uno se le ponga la piel de gallina, con sus grados de infiltración tanto en la SIEDO como en sus altos mandos, los cuales prácticamente han estado al servicio de los narcotraficantes; no menos alarmante es lo que pasa en la Secretaría de Gobernación, donde la ineptitud generalizada le costó la vida a Mouriño; dicho sea de paso esté joven funcionario fue víctima del neoliberalismo y del grupo de mediocres que lo rodeaba; en esa misma secretaría ya se volvió costumbre que quienes la encabezan tengan que ver con la mafia de cuello blanco; la tragedia del avionazo no le resta implicación a la Secretaria de Comunicaciones y Transporte, donde despacha un ex experto en asuntos agrícolas y representante de empresas trasnacionales; una de tantas instituciones ciudadanas que deberían distinguirse por su labor eficaz y austera es la CNDH, la cual, en cambio hace uso de un presupuesto multimillonario para pasársela defendiendo a su presidente de las críticas de muchos y distinguidos ciudadanos; es de humor negro que la CNDH haya corrido de mala manera a su segunda visitadora, la cual había sido utilizada para echarle tierra al caso de la señora Ernestina, de Soledad Atzompa; para abrir los ojos o bien acostarse en el colchón del pesimismo hay que seguir la lista con los partidos políticos, convertidos en burocracias doradas y alejados de los intereses de la gente; y luego seguiría el Senado, la Cámara de Diputados, los sindicatos, y muchos más, pero ya no hay espacio. En otra oportunidad valdrá la pena un acercamiento crítico a las instituciones de Veracruz.

Es obvio que esas instituciones están en crisis, que no funcionan y traban el funcionamiento del país en muchos aspectos, sobresalientemente en lo político y en lo económico. Mantenerlas como están es conveniente para intereses cupulares y conservadores. Desgarrarse las vestiduras por esas instituciones es hipócrita o cínico o demagógico. Para que el país salga de la simulación y para que funcione bien hay que transformar a las instituciones a fondo. Por el momento, para esos fines la cita más viable es el dos mil doce.

Recadito: Marcha del FAS en el puerto de Veracruz, 29 de noviembre, 16:00 horas, del parque Zamora al Zócalo.

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