Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
Son varias las imágenes más sobresalientes del desenlace de la Reforma Energética que llaman la atención pública. Resulta que todos ganaron, cada partido reclama para sí los méritos para la Reforma y Calderón se muestra feliz en cadena nacional; ha despertado curiosidad que algunos representantes del PRD, como Naranjo y Graco, aparezcan con mayor protagonismo que sus pares del PRI y el PAN. Análisis muy rigurosos indican que estamos ante una Reforma pequeña y administrativa, cuyos efectos mayores se verán en tres o cinco años como lo ha reconocido la Secretaria de Energía. Si eso es verdad y lo más destacado en su entorno es el centralismo partidista, estamos ante una Reforma con espíritu y lógica políticas; pareciera que se trata de echarle un salvavidas al sexenio de Calderón, que hace agua por todos lados y tiende a hundirse.
Al haberse puesto al frente de los sectores más nacionalista y populares del país, Andrés Manuel López Obrador vuelve a cosechar tempestades. Como el líder contundente y claridoso que es suscita odios y amores, muchas veces verdaderamente perros. La campaña del estilo de un “peligro para México” se reeditó en estos días, ahora en expresiones de: “loco, solitario, se dio un balazo en el pie, perdedor, don Contreras, no sabe ganar, etc.”. Es obvio que los sectores pudientes y los políticos tradicionales no lo entienden y tampoco lo quieren. Está claro que AMLO no tiene un pelo de tonto o de loco, él no podía ni debía, por razones históricas y por el rol que juega en el país, avalar la Reforma Energética ni a nada que se pudiera interpretar a legitimación de Felipillo.
Se puede entender la labor de los Senadores y Diputados del PRD, así como la de sus dirigentes, en tanto deben hacer política, lo cual implica acuerdos y compromisos. Lo que no se puede aceptar es el énfasis que ponen en diferenciarse de AMLO y el movimiento en defensa del petróleo, ya que pareciera que se adhieren a la estrategia de aislamiento del principal líder opositor, con lo cual dan un paso al vacío y cosechan, paradójicamente, los entusiastas aplausos de los poderosos y de la televisión. El PRD queda muy mal aun contra su voluntad, entre la espada y pared, en el peor de los mundos y en un círculo viciosos: si apoyaba era traidor; si no lo hacía, era antimexicano.
Es indispensable distinguir entre la lógica parlamentaria y la lógica del movimiento social; si se hace así, se concluirá que cada una se aplicó correctamente con resultados satisfactorios en general para ambas. En mucho los afanes privatizadores del petróleo fueron detenidos por los dos, pero especialmente por el movimiento social.
Las multas que ordena el Tribunal Electoral al IFE son un recordatorio drástico del fraude y la guerra sucia en la elección presidencial del dos mil seis. A pesar de su tardanza ayudarán a poner en claro el papel que jugaron los socios empresariales de Calderón, quién antes de preocuparse por los pobres está rescatando con recursos públicos a empresarios chafas y especuladores como los de la Comercial Mexicana, CEMEX y COPPEL, precisamente de los que más dinero le inyectaron a la campaña panista.
Entre enojo y risa despiertan los llamados del presidente del PRD, que nos convoca a festejar la Reforma Energética y casi, a envolvernos en la bandera tricolor y salir a las calles a gritar: “¡que viva la unidad nacional!”. Me recuerda a Carlos Salinas, cuando en cadena nacional y con motivo de un pago de deuda externa, pidió a los mexicanos que nos reuniéramos en familia, tomáramos a los niños de las manos y entonáramos muchos “¡vivas!” por el futuro feliz que nos esperaba.
Recadito: Marcha del FAS el doce de noviembre, para seguir defendiendo el petróleo y defender la economía popular.
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