miércoles, 10 de diciembre de 2008

EL CLUB DE LOS MARRANOS ... POR MIGUEL CAMÍN.




Nosotros somos los marranos
Nos divertimos como enanos
Nosotros somos los cochinos
Nos divertimos como chinos


1.-LA ESQUIZOFRENIA ES LA AFECCIÓN mental que natural le es a los políticos. En los políticos de grandes ligas, esquizofrenia de grandes ligas; en chiquitos, esquizofrenia chiquita. El mal es el mismo, pero sus consecuencias son en grado distinto pues dependen de la esfera de influencia de poder en que se muevan. Por ejemplo: Hugo Lauro López Zumaya transita en una esfera pedorra, y sus declaraciones de prensa lejos de ser un epicentro que genere réplicas sísmicas en la opinión pública apenas provocan un bostezo, en unos; en la mayoría una sonora carcajada. Las recientes: donde intenta en estado tardío distanciarse de Jerónimo Folgueras, a quien califica de cínico y sinvergüenza, Hugo Lauro López manifiesta un cuadro clínico mental crítico pues presa del olvido no recuerda, o, más bien, no desea recordar que hubo un tiempo nada lejano donde le peinaba el bigote y le ponía las pantuflas en campaña a quien hoy califica de corrupto y traidor. Si hubiese un mínimo gramo de congruencia en el dirigente panista, éste debería de cerrar el pico.

2.-LOS DATOS ESTADÍSTICOS son objeto de manipulación, si así lo desea quien los emite. Fuente inagotable de mentiras los números son un instrumento eficaz. La prensa recogió palabras del síndico Avelino González donde afirma que en Tuxpan se redujo en 50 por ciento el índice delictivo. ¿De dónde obtuvo esas cifras el síndico? Si las obtuvo –como se presume— de manos de los cuerpos policiales y agencias del ministerio público, entonces están más maquilladas que una sexo servidora de la tercera edad buscando ocultar las arrugas de las batallas colchoneras. ¿Quién en su sano juicio va a denunciar un delito, sin que este consciente de que acaba de dar el primer paso hacia un camino poblado de todo lo imaginable, menos de garantía en impartición de justicia?

3.-HAY UN PERSONAJE –me cuesta llamarlo persona— que va del café al palacio y del palacio al café, en horas de labores y en horas de descanso. Es la delicia y, por antonomasia, la botana de los parroquianos, en la mañana y al mediodía, en la tarde y en la noche; es decir, a todas horas. Se llama David Vargas, pero su orgullo mayor, casi al clímax, es que, sin que se lo digan, todos están pensando a la hora del saludo, en llamarlo El Médico Ponzoña. De venenoso tiene nada. Sus ocurrencias son ñoñas, inofensivas pero se festejan pues son los postres de quienes toman sus alimentos. Nido de simplezas, las boberías de David Vargas colman las risotadas en el café, de donde entra y sale, sale y entra, con un aguijón al que le cortaron la punta.

MIGUEL CAMÍN
retratos1@gmail.com

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