jueves, 29 de enero de 2009

AMENAZAS PARA ANA LILIA


Ana Lilia Pérez

De la redacción
ENVIADO A VAXTUXPAN...

México DF, enero 09 (CIMAC).- La periodista Ana Lilia Pérez, quien investigó y divulgó asuntos de corrupción en Petróleos Mexicanos que involucran a empresarios, funcionarios y políticos de muy alto nivel, se encuentra oculta como prevención ante las amenazas de muerte que ha recibido y para evitar su detención, derivada de una denuncia por "daño moral" interpuesto por empresarios gaseros.A través de un mensaje, leído por ella misma vía telefónica, Ana Lilia explicó a la opinión pública, y a quienes se encontraban frente al Hemiciclo a Juárez durante un acto de solidaridad, los pormenores de la persecución de que es objeto, luego de que su coacusado, Miguel Badillo, director de la Revista Contralínea , fue detenido el viernes anterior.

Este es el texto:

He pasado las horas más terribles de mi vida. En estos momentos estoy escondida, resguardada porque un juez de Guadalajara liberó una orden de aprehensión en mi contra, simplemente porque cumplí con mi deber periodístico de investigar y divulgar asuntos de corrupción en Petróleos Mexicanos, y que involucran a empresarios, funcionarios y políticos de muy alto nivel.

Es el costo que he pagado por revelar, hace casi un año, los contratos que firmó en Pemex Juan Camilo Mouriño, y por investigar y publicar los negocios en Pemex de otros empresarios vinculados con él y con quien hoy ostenta el cargo de presidente de la República.

Pasé la noche en vela por segunda ocasión, atenta a que de un momento a otro mis captores me ubiquen y me lleven no sé a dónde y ni en qué condiciones. Mi familia no sabe de mí y ahora, por oídos de todos ustedes, les digo que espero seguir viva. Mis temores no son en vano. Desde el año pasado denuncié ante las autoridades judiciales, ante la Fiscalía de Protección a Periodistas, ante el Congreso de la Unión, el acoso en mi contra, las amenazas de muerte, la persecución, la vigilancia en mi domicilio, pero ninguna autoridad, en absoluto, movió un dedo No sé si el día de mañana mi abogado me pueda conseguir un amparo y si mañana, al tenerlo, habrá otra acusación en mi contra.

No maté, no robé, no violente ley alguna.

Mi única arma es la palabra, y con ella, hice lo único que sé hacer: periodismo, honrosa profesión de la que me sostengo con un salario ganado decorosamente, sin pretensiones de enriquecimiento, como me han ofrecido los empresarios y funcionarios a quienes he investigado. ¿Y saben por qué los he investigado? Porque es derecho de todas las mexicanas y los mexicanos conocer qué se hace con su empresa: Pemex, cuyos ingresos sostienen la economía de este país y de la que pocos, muy pocos, se han hecho inmensamente ricos.

En mi vida nunca he tenido algún conflicto con la ley y, sin embargo, hoy estoy escondida, como no lo están siquiera los narcotraficantes o defraudadores de cuello blanco de este país, no puedo ni siquiera asomarme a una ventana y mucho menos buscar contacto en el exterior.
Agradezco de antemano a las y los colegas y miembros de la sociedad civil, organizaciones y defensores de derechos humanos preocupados por mi situación y la del resto del equipo de Contralínea

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