SE BUSCAN CANDIDATOS

Por Uriel Flores Aguayo


En este año electoral los partidos políticos de Veracruz tienen la necesidad de contar con candidatos a diputados federales. Algunos cuentan con varias opciones, otros con algunas y la mayoría con ninguna. Buscar candidatos significa ofrecer las candidaturas, pero por la desesperación pueden llegar al extremo de anunciarlas públicamente, alquilarlas, venderlas o regalarlas. Tal vez solo les falte un anuncio en la sección de oportunidades de los periódicos.

Hay muchas notas sobre los aspirantes, las columnas especializadas están llenas de sus nombres; lo que no se ve por ningún lado es un mínimo cuestionamiento sobre el papel que deben desempeñar los que lleguen a ese cargo. Se habla de proyectos, de perfiles y de méritos, pero no se tocan las agendas públicas y la coyuntura del estado. Vale reiterar la pregunta: ¿Para qué sirve un diputado levantadedos, anónimo, turista y presumido?.

Por donde se le quiera ver vamos a una elección difícil, enmarcada en la inseguridad y la crisis económica. Se espera un elevado abstencionismo y un papel poco relevante de la próxima legislatura. De las dificultades de esa elección la primera víctima es la democracia en los partidos, donde de manera generalizada decidieron prescindir de la opinión de sus bases para utilizar el método de las designaciones, lo que es lo mismo a “dedazos” cupulares.

Cuando se observan a partidos pequeños ofreciendo, casi en calidad de ruego, las candidaturas y a partidos medianos no dar color en algunos nombres de aspirantes, se ratifica la existencia de un sistema de partidos artificial, inútil y sin representación. Este es un momento que exhibe la realidad de la mayoría de esos partidos como simple sopa de letras, que no van más allá de la franquicia o el membrete. Los casos más chuscos o patéticos que se han conocido son los del PSD y el PT, quienes públicamente ofertan sus candidaturas a quien caiga, contradiciendo su alcance nacional con el dato de que no cuentan con veintiún ciudadanos para cubrir el número equivalente de distritos. Con esos partidos cómo uno se puede extrañar del rechazo de la gente a la política.

Los precandidatos del PRI ya están muy vistos, a estas alturas ya se sabe quienes serán sus abanderados, pues de manera ventajosa se han dedicado tiempo atrás a realizar una especie de precampaña. No tiene mayor chiste o mérito que lleguen a ser candidatos cuando han contado con todo el apoyo oficial. De los que se mencionan como seguros está el expresidente de Xalapa, Ricardo Ahued; llama la atención su caso pues se trata de un empresario al que evidentemente ya le gustó la política.

Las tendencias electorales para Veracruz son más o menos claras: bipartidismo dominante en los votos y hegemonía de aplanadora del PRI en las veintiún posiciones. Sin obviar las variables de los programas federales, la ingeniería electoral mutua y el abstencionismo estamos ante una hipótesis de votaciones no tan distantes entre el PAN y el PRI, pero con una tendencia más pareja y mayoritaria para este último. ¿Y la izquierda?.

A los partidos autodenominados de izquierda les toca bailar con la más fea porque tienen que depender de si mismos, están divididos, cuentan con un electorado tan confundido como volátil y juegan un papel que combina la comparsa con la marginalidad. La coalición “Salvemos a México” aspirará a un seis o siete por ciento de los votos basados en sus políticos profesionales y en la figura de Dante Delgado. Un PRD cada vez más de papel quedará bien servido si se estaciona entre un ocho y diez por ciento de los votos. En el caso del apagado sol azteca se sabe que no cuenta, a la fecha, con ningún precandidato, lo cual permite preveer que sus aspirantes serán de relleno o de medio pelo, pudiendo darse el bochornoso espectáculo de que algunos huyan con los pocos recursos económicos que pongan en sus manos. De todas formas, no se sabe qué hicieron sus actuales diputados federales; en algunos casos, ni quiénes son.

Recadito: Segunda movilización del FAS en Xalapa, el 10 de febrero.