Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@yahoo.com.mx
Luis Tellez, secretario de comunicaciones del desgobierno Calderonista, con sus charlas privadas vueltas públicas nos ha venido a recordar con lujos de detalles el verdadero nivel y la real personalidad de los miembros del gabinete federal. Hace honor a aquella máxima de que las virtudes públicas son vicios privados.
De las conversaciones de Tellez, similares a otras que en el pasado reciente también fueron divulgadas, como la ya celebres del “gober precioso”, me detengo en sus partes vulgares porque ponen en evidencia la doble cara de un funcionario que ha ocupado otros cargos importantes y que, como sus colegas, presenta un rostro de persona decente y hasta modosita. La vulgaridad de que hace gala este personaje al parecer obedece a un patrón de conducta en las élites políticas, donde reina la impunidad, la falta de transparencia y un muy deficiente compromiso democrático. Lo paradójico del caso radica en que estamos ante ocho años de administración panista, lo cual supondría cambios sustanciales en el comportamiento de sus funcionarios que, no hace mucho, se anunciaban como gente decente, educada y hasta persignada.
El lenguaje florido de Tellez no se distingue del que se escuchó entre Kamel Nacif y Mario Marín, porque su estatus económico y político los identifica. Las cúpulas dominantes del país se destacan por su ignorancia, sus abusos y su prepotencia; de otra manera no podríamos explicarnos el comportamiento de sus “júnior’s”, el aval que le dan al dúopolio de la “caja idiota” y la tolerancia y complicidad con Elba Esther Gordillo, la reyna del analfabetismo nacional.
Tellez es símbolo del sistema político, es reflejo de lo peor de la vida pública de México. No sólo por sus groserías, sino también por la facilidad con que transita de las responsabilidades públicas a los intereses particulares. Su permanencia en el cargo subrayaría las debilidades de Calderón, y vendría a confirmar que su posición es una factura pagada a poderes fácticos.
Luis Tellez, secretario de comunicaciones del desgobierno Calderonista, con sus charlas privadas vueltas públicas nos ha venido a recordar con lujos de detalles el verdadero nivel y la real personalidad de los miembros del gabinete federal. Hace honor a aquella máxima de que las virtudes públicas son vicios privados.
De las conversaciones de Tellez, similares a otras que en el pasado reciente también fueron divulgadas, como la ya celebres del “gober precioso”, me detengo en sus partes vulgares porque ponen en evidencia la doble cara de un funcionario que ha ocupado otros cargos importantes y que, como sus colegas, presenta un rostro de persona decente y hasta modosita. La vulgaridad de que hace gala este personaje al parecer obedece a un patrón de conducta en las élites políticas, donde reina la impunidad, la falta de transparencia y un muy deficiente compromiso democrático. Lo paradójico del caso radica en que estamos ante ocho años de administración panista, lo cual supondría cambios sustanciales en el comportamiento de sus funcionarios que, no hace mucho, se anunciaban como gente decente, educada y hasta persignada.
El lenguaje florido de Tellez no se distingue del que se escuchó entre Kamel Nacif y Mario Marín, porque su estatus económico y político los identifica. Las cúpulas dominantes del país se destacan por su ignorancia, sus abusos y su prepotencia; de otra manera no podríamos explicarnos el comportamiento de sus “júnior’s”, el aval que le dan al dúopolio de la “caja idiota” y la tolerancia y complicidad con Elba Esther Gordillo, la reyna del analfabetismo nacional.
Tellez es símbolo del sistema político, es reflejo de lo peor de la vida pública de México. No sólo por sus groserías, sino también por la facilidad con que transita de las responsabilidades públicas a los intereses particulares. Su permanencia en el cargo subrayaría las debilidades de Calderón, y vendría a confirmar que su posición es una factura pagada a poderes fácticos.
Creo que la mayoría de integrantes del gabinete federal son como Tellez, que tienen doble cara, basta observarlos y conocer un poco de sus trayectorias. Son personajes insensibles, en cuyas manos irresponsables están asuntos delicados del país. No sólo hay que dudar de su oficio político y su sentido de estado, eso sería como pedirle peras al olmo, sino del cumplimiento de sus más elementales obligaciones, tal como lo evidenció el “accidente” donde perdió la vida el señor Mouriño. Si alguien duda de la crisis política de México, por favor vea el espectáculo cleptocrático de los consejeros del IFE, convertidos en un grupo de sinvergüenzas que se dan la mano con legisladores y representantes partidarios para jugar a la democracia.
Las babosadas de Tellez nos deben alertar sobre el ser más exigentes con los funcionarios públicos. Mientras crean que son infalibles y que nos hacen un favor van a continuar exhibiendo su inutilidad y saqueando al país. No creo que el gobierno federal tenga la exclusividad en los comportamientos frívolos y vulgares, seguramente en los ámbitos estatales y municipales existen muchas joyitas como el llamado “osito Tellez”.
De los diálogos del secretario de comunicaciones hay uno que no tiene desperdicio en el retrato de sujetos francamente bobos; se trata del que sostiene al parecer con el consultor jurídico de “los pinos”, quién manifiesta alguna sorpresa diciendo: ¡“no manches”!. Con ese nivel de vocabulario, ambientado en los pasillos del poder, uno se explica la incapacidad de Calderón y sus “cuates” y el desastre en que tienen al país. Ser ilegítimos tiene su costo: se ríen de nosotros cuando muestran sus miserias.
Recadito: Nuevas movilizaciones para que los funcionarios estatales “no manchen”
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