
Por Roberto López...
A una mofeta le delata la estela insoportable de su aroma; a un boletín de prensa el tufo de su válida intención: agradar, quedar bien, caravanear al rey, a la reina.
Escribámoslo sin ambages: como lector de Vaxtuxpan anoté, con el riesgo de la franqueza, que las dos recientes columnas periodísticas de Imelda Torres eran dos adorables boletines, dos perlas didácticas de la redacción; no me atreví, ni aún me atrevo afirmar ahora, que fueron por encargo de comunicación social de la presidencia municipal; pero sugerí que mal haría la alcaldía o el Dif no pagarle, pues ninguno de sus tinterillos oficiales tiene el talento y la capacidad para elaborar una inserción de propaganda de sus actividades con la calidad que Imelda le imprimió.
¿Tiene Imelda derecho a recibir unos centavos por ese trabajo? Por supuesto. Ser boletinero es un trabajo digno, cuando no se oculta.
A lo que derecho no tiene Imelda Torres es a querer camuflar dichos boletines por columnas periodísticas independientes, contenidas de criterio propio, y otros inventos, pues el tufo las delata.
Sin embargo, a Imelda Torres esta opinión de un lector le pareció inaceptable y, cegada por el rozón a su ego como columnista, olvidó refutar lo dicho y se centró en desacreditar a la persona del lector. Inmoral estrategia: cuando se carece de argumentos, la infamia asoma su detestable nariz como el excremento.
Pd. Imelda Torres ha sido una entusiasta promotora del voto en blanco para esta elección federal venidera. Estoy en completo desacuerdo. Imagino que la ocurrencia le vino por una casual lectura de una novela de José Saramago. Si así es, no entiendo la preocupación suya de que yo me aplique en asuntos partidistas electorales. Una incongruencia más a la cebra.
A una mofeta le delata la estela insoportable de su aroma; a un boletín de prensa el tufo de su válida intención: agradar, quedar bien, caravanear al rey, a la reina.
Escribámoslo sin ambages: como lector de Vaxtuxpan anoté, con el riesgo de la franqueza, que las dos recientes columnas periodísticas de Imelda Torres eran dos adorables boletines, dos perlas didácticas de la redacción; no me atreví, ni aún me atrevo afirmar ahora, que fueron por encargo de comunicación social de la presidencia municipal; pero sugerí que mal haría la alcaldía o el Dif no pagarle, pues ninguno de sus tinterillos oficiales tiene el talento y la capacidad para elaborar una inserción de propaganda de sus actividades con la calidad que Imelda le imprimió.
¿Tiene Imelda derecho a recibir unos centavos por ese trabajo? Por supuesto. Ser boletinero es un trabajo digno, cuando no se oculta.
A lo que derecho no tiene Imelda Torres es a querer camuflar dichos boletines por columnas periodísticas independientes, contenidas de criterio propio, y otros inventos, pues el tufo las delata.
Sin embargo, a Imelda Torres esta opinión de un lector le pareció inaceptable y, cegada por el rozón a su ego como columnista, olvidó refutar lo dicho y se centró en desacreditar a la persona del lector. Inmoral estrategia: cuando se carece de argumentos, la infamia asoma su detestable nariz como el excremento.
Pd. Imelda Torres ha sido una entusiasta promotora del voto en blanco para esta elección federal venidera. Estoy en completo desacuerdo. Imagino que la ocurrencia le vino por una casual lectura de una novela de José Saramago. Si así es, no entiendo la preocupación suya de que yo me aplique en asuntos partidistas electorales. Una incongruencia más a la cebra.
1 comentario:
Mi caro Roberto: Yo se que nuestros lectores quieren ver que la sangre corra al río, pero al menos yo ya no les voy a dar gusto. Me doy cuenta que no está usted acostumbrado a tratar a una dama, pues de ser así se hubiera reservado caballerosamente su muy válida opinión, y hasta le hubiera aceptado un café para discutir su inapreciable punto de vista. Sin embargo, sigue empeñado en su rabieta, queriendo que su gallo gane aunque sea rabón. De cuaquier manera, aunque usted apeste a naranja y a autobús suburbano, le he tomado aprecio, y le agradezco me lea cotidianamente. Un abrazo de su amiga. Ime.
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