El sindicalismo se debe manifestar en contra de la herencia de plazas en el magisterio

Orlando Segura Hervert.
La dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, sección 32, está haciendo un recorrido por diversos puntos de la entidad veracruzana, en cada uno de sus presentaciones están llamando a la unidad, a mantenerse firmes en la defensa de las conquistas laborales, los derechos de los trabajadores encargados de impulsar el desarrollo y progreso de los pueblos a través de la materia educativa, el impulso de los valores, el rescate del nacionalismo, el impulso de la tecnología, la capacitación de la planta magisterial.
El SNTE una de las agrupaciones más grandes de Latinoamérica, ha concentrado a sus agremiados en reuniones sectoriales y regionales, sesiones de menor y mayor tamaño, demostraciones de fuerza que se hacen para posteriormente acudir con los poderes fácticos, a quienes se les solicitarán espacios en el ámbito político.
En dicho proceso, hay ciertas demandas a las que les están dando tiempo y espacio en la discusión, son temas delicados, pero en la que prefieren no ahondar en las consecuencias, simplemente prometen que defenderán con todo el que se quiera evaluar el desempeño de los maestros y el otro aspecto es el de la herencia de las plazas, argumentan que los hijos, merecen que se les oferten los puestos, una vez que hayan alcanzado la jubilación sus tutores y docentes.
Ante tal perspectiva, se debe poner atención a estas cuestiones, ampliar la discusión, incorporar en el diálogo a la propia sociedad, señaló Eduardo Mayoral Flores, quien discrepa del hecho que se puedan ceder los lugares ganados con vocación de servicio, simplemente porque son los descendientes de un “académico”, tal aspecto genera aberraciones en la enseñanza, consecuentemente en el aprendizaje, categóricamente afirma que el sindicalismo no debe entrar en ese juego de intereses malsanos.
Mayoral Flores coincide en que es imprescindible la capacitación y preparación, tal y como se hace en otras naciones, habló de Estados Unidos de Norteamérica, Japón o Alemania, en la que el catedrático tiene un nivel que se ha ganado a pulso, producto de años de esfuerzo, dedicación y estudio, son parte de otra cultura, mucho más exigente y disciplinados.