
Por Uriel Flores Aguayo
Escribo estas notas el jueves 12 de marzo, segundo día del carnaval de Xalapa, cuando su desarrollo y desenlace todavía está por verse. En estos momentos ya resulta evidente que se trata de una festividad cuestionada y artificial. La pregunta es: Si el repudio a esa celebración es tan generalizado, ¿Quiénes pidieron, quieren y la apoyan?; al parecer sólo la respaldan algunas autoridades y los organizadores.
Voces autorizadas han explicado con argumentos y datos históricos, hasta didácticamente, que el carnaval de Xalapa es postizo pues está fuera de época y no corresponde a las tradiciones de una ciudad de vocación cultural, cuyos antecedentes más bien tienen que ver con ferias. Su organización implica la ocupación y bloqueo de espacios públicos y de una avenida vital – Circuito Presidentes – para la circulación de la ciudad; es obvio que va a provocar molestias mayores en una situación de desastre vial como se encuentra casi todo Xalapa. A tal grado ha venido a complicar la vialidad que mereció una protesta pública de la Universidad Veracruzana.
Destinar dinero público para el carnaval no tiene justificación alguna, no sólo por las tantas necesidades sociales de la ciudad, sino también por el tipo de festejo en si, que es frívolo, vicioso y absolutamente prescindible. Hasta para presentar vedette’s y cantantes estilo Televisa, ya de por si de una precariedad cultural obvia, podrían hacerlo de otra manera, por ejemplo en el estadio xalapeño y en un solo acto; de esa forma no afectarían a terceros, harían su circo y se ahorrarían un buen dinero.
Dentro de lo absurdo de este carnaval chicharronero alcanza niveles de patetismo la suspensión de clases por dos días en todo el sistema educativo que funciona en la ciudad. Evidentemente tal acto no tiene absolutamente ninguna justificación, insulta la inteligencia de la ciudad y promueve la flojera y la irresponsabilidad entre los estudiantes. Para ser un juego de ocurrencias han llegado muy lejos; si lo que se pretendía es obtener simpatías populares más bien están recibiendo lo contrario, burlas y rechazo.
En este marco de carnaval, donde sólo celebran masas alcoholizadas y las comparsas, una puntada más es que el rey haya sido “El Santo”, un luchador cuya mascara viene a alimentar todo tipo de interpretaciones sobre los tapados políticos.
Estamos ante un carnaval “patito”, caricatura del de Veracruz, ajena a las preocupaciones de los Xalapeños, que trae consecuencias desastrosas para la vida cotidiana de miles de ciudadanos. Por eso la pregunta: ¿Quién quiere el carnaval?
Ojalá que después de la extendida desaprobación de ese festejo estemos ante el último carnaval de Xalapa, donde se hacen cosas mil veces mejores y se pueden hacer muchas más. Es una lucha social y cultural contra la frivolidad, el mercantilismo y el circo.
Dudo que haya alguna ganancia económica, al contrario, pero si la hubiera, hay que aplicarla en obras como el puente peatonal que, de carácter provisional, urge en el cruce de la Avenida Lázaro Cárdenas e Independencia. Aun así, el ayuntamiento tendrá que rendir cuentas sobre el dinero público destinado a un carnaval que nadie pidió y nadie quiere.
Recadito: Cita en la plaza lerdo, mañana martes 17, para exigir reducción en las tarifas de la luz eléctrica.
Dudo que haya alguna ganancia económica, al contrario, pero si la hubiera, hay que aplicarla en obras como el puente peatonal que, de carácter provisional, urge en el cruce de la Avenida Lázaro Cárdenas e Independencia. Aun así, el ayuntamiento tendrá que rendir cuentas sobre el dinero público destinado a un carnaval que nadie pidió y nadie quiere.
Recadito: Cita en la plaza lerdo, mañana martes 17, para exigir reducción en las tarifas de la luz eléctrica.
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