RAZON DE ESTADO

Por RICARDO GAMBOA GUERRERO*
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LILITH ¿DONDE ESTAS?

En 1908 estalló en Nueva York una huelga encabezada por miles de mujeres cansadas de trabajar en condiciones precarias. Sin embargo, el 8 de marzo de 1911 el dueño de la fábrica textil "Triangle Shirtwaist Company", decidió encerrar a sus trabajadoras y prenderles fuego con la finalidad de forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga. El resultado, 129 mujeres murieron quemadas dentro de la fábrica.
Nuestra mentalidad no ha variado mucho de esa época, ni de las anteriores, en pleno siglo XXI muchos hombres expulsarían de nuevo a Lilith, aquella mujer mitológica supuestamente expulsada del paraíso por ser atractiva e inteligente a la vez, efigie del erotismo femenino, de la sexualidad desbordante y natural de la mujer. En pocas palabras, una mujer libre en acción y pensamiento, incapaz de someterse a la voluntad del hombre. Combinación potencialmente peligrosa para cualquier hombre.
Tan peligrosa resulta para los hombres una mujer como lilith, que buscamos por todos medios cerrarles caminos. Cuantas veces hemos escuchado la frase “hay que cederles espacios a las mujeres” caray, ¿porque no decimos? “las mujeres deben ceder espacios a los hombres”, ¿Quién carajos somos los hombres para cederles espacios a las mujeres? al mencionar esta frase, tenemos el efecto contrario, fomentamos el estereotipo de un hombre fuerte que permite a la mujer tener el control, pero solo con el permiso de éste. Solo falta –para terminar de encuadrar aquella frase- la imagen de una cavernícola arrastrando del cabello a la mujer.
Lo más impresionante de aquella tan mencionada frase, es que muchas mujeres lo asumen como cierto, afortunadamente otras no, por eso buscan cargos de dirección a base de esfuerzo, trabajo, y sobre todo, de exigir los mismos derechos para hombres y mujeres. Lo mismo pasa cuando en el micro, camión o metro vemos a una mujer parada y un hombre sentado, ¿Qué pensamos? “Canijo hombre, como no le permite el lugar a la dama” vaya que sorprende la actitud de desfachatez que asumimos los hombres, pero sorprende más la actitud de sumisión de la mujer, ya que no es capaz de exigir el asiento, por temor al ¿qué dirán de ella?
La igualdad entre hombres y mujeres no va a llegarnos celestialmente, dicen por ahí “ayudate, que yo te ayudaré”, lo mismo pasa en la equidad de género, el primer paso es que las mujeres se asuman como iguales a los hombres, posteriormente que reclamen y velen por sus derechos en condiciones de igualdad y sobre todo de equidad.
Para finalizar quiero felicitar a todas las mujeres este 8 de marzo y 364 días más, agradeciéndoles que como estudiantes, obreras, artesanas, profesionales, empleadas, amas de casa, madres y parejas aporten de una manera u otra dentro de sus roles, esfuerzo y trabajo, la convicción de luchar a diario y desinteresadamente por aquello que aman y creen.

*Licenciado en Derecho por la UV, Maestría en Políticas Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).