Por: Lic. Imelda Torres Sandoval
Busqué en las páginas de la Historia la presencia de la Décima Musa, y compartimos la siguiente charla, en su celda del Exconvento de San Jerónimo en la Ciudad de México, entre su hermosa colección de libros, hoy ya casi desparecida o en manos de bibliotecas norteamericanas o de coleccionistas particulares, disfrutando una taza de pecaminoso chocolate, preparado por supuesto por las hermanas de la Orden de las Carmelitas Descalzas, a la cual perteneció nuestra amiga Juana de Asbaje, y al plantearle a Sor Juana que deseaba entrevistarla para celebrar el Día Internacional de la Mujer, sinceramente indignada me contestó lo siguiente:
- ¡¿Cómo me dice usted que van a celebrar el Día Internacional de la Mujer?! ¡¿Y que celebran?!....En mi opinión, por lo que veo, las cosas no han cambiado mucho desde el Siglo VXII del que yo vengo…..en esa época, una mujer tenía que disfrazarse de hombre para ingresar a la universidad y poder beber de la fuente del conocimiento, como fue mi caso. Hoy, una mujer debe comportarse como hombre para poder alcanzar una posición académica o política. Tiene que ser agresiva, intolerante y hasta grosera…por que si se muestra frágil y delicada, pues hasta de mujer pú…blica la tachan…
- Ay Madre, que cosas dice….
- Pues si….Los historiadores hasta la fecha discuten mis motivos para ingresar al Convento y renunciar a la vida mundana….Y es más…..hasta de lesbiana me han calificado por que suponen que la inteligencia, la perspicacia y el valor solo son valores masculinos….
- Jesús Bendito…..¿pues quien la incriminado de esa manera?
- Recuerde mi estimada Imelda que la Historia, por lo general, la estudian y escriben los hombres. Todavía en la actualidad, los espacios en la política y en la cultura son zonas prohibidas para las mujeres. Las que se atreven, como fue mi historia, están marcadas por el estigma de viejas argüenderas, chismosas y mitoteras……O lesbianas, como ya le dije….
También les ha dado por investigar mi origen…..Han escrito que mi madre fue una criolla muy casquivana, que hasta con curas se dormía….Han afirmado que yo fui hija natural de un padre de la Parroquia de Chimalhuacán, a la que pertenecía el pueblo de Nepantla, donde yo nací…En esa parroquia existe constancia de una fe de bautismo del año de 1648, donde se asienta que el 02 de Diciembre fue bautizada una niña, de nombre Inés, “hija de la Iglesia”.
- Bueno, Madre.....son cosas de las costumbres...y las costumbres se hacen leyes.....no se le olvide...
- Pues que costumbritas....Le digo, mi amiga, que los tiempos no han cambiado mucho y que no hay nada que celebrar….Todavía se juzga a una mujer por su origen o conducta social y sexual....y no por el valor de su trabajo y por su esfuerzo por sacar adelante a su familia. ¿Acaso ser hija de una mujer de dudosa calidad moral le resta valor a mis poemas, redondillas y endechas? ¿La pareja sexual de una mujer determina su condición y valor como persona?
- Pues creo que lo voy a dar la razón, madre….
- Vea usted mi amiga….los crímenes en donde se involucra a la mujer como víctima….son crímenes que se justifican por que la mujer tiene la culpa….por andar vestida de forma provocativa…por que una señorita decente no anda en la calle a altas horas de la noche…o por que se lo merecía por no cumplir con sus obligaciones…..tal es el caso de los crímenes de las mujeres de Ciudad Juárez, las mujeres víctimas de violencia y las mujeres que se niegan a cumplir con el obligado rol social de sumisión y acatamiento al mandato masculino.
- Ya veo madre, que usted, desde su lugar en la Historia de la Letras Mexicanas, lugar en el que ocupa un sitio privilegiado, sigue leyendo y estudiando….
- Yo no estudio para escribir ni menos para enseñar, sino solo para ver si con estudiar ignoro menos……puntualizó finalmente Sor Juana Inés de la Cruz, dejando para nuestros lectores la siguiente redondilla:
En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
A la incompresión mundana
En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo vil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
Hasta la próxima.
- Pues creo que lo voy a dar la razón, madre….
- Vea usted mi amiga….los crímenes en donde se involucra a la mujer como víctima….son crímenes que se justifican por que la mujer tiene la culpa….por andar vestida de forma provocativa…por que una señorita decente no anda en la calle a altas horas de la noche…o por que se lo merecía por no cumplir con sus obligaciones…..tal es el caso de los crímenes de las mujeres de Ciudad Juárez, las mujeres víctimas de violencia y las mujeres que se niegan a cumplir con el obligado rol social de sumisión y acatamiento al mandato masculino.
- Ya veo madre, que usted, desde su lugar en la Historia de la Letras Mexicanas, lugar en el que ocupa un sitio privilegiado, sigue leyendo y estudiando….
- Yo no estudio para escribir ni menos para enseñar, sino solo para ver si con estudiar ignoro menos……puntualizó finalmente Sor Juana Inés de la Cruz, dejando para nuestros lectores la siguiente redondilla:
En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
A la incompresión mundana
En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo vil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
Hasta la próxima.
Fuente: Los datos para esta entrevista fueron tomados del libro Sor Juana Inés de la Cruz o las Trampas de la Fé, escrito por Octavio Paz, del Fondo de Cultura Económica, Tercera Edición, 1990.
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