Por: Lic. Imelda Torres SandovalAbogada postulante en materia agraria.
Egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana
UAM AZC MX
Fuente: Capítulo V al VII del Evangelio de San Mateo de la Biblia.
De todos los textos bíblicos, el único que se atribuye al discurso de Jesús Alías El Cristo es el Sermón de la Montaña, con las Bienaventuranzas y el Padre Nuestro que resume la doctrina cristiana en lo que, hasta la fecha, los seres humanos somos necios de entender: amaos los unos a los otros. Lo demás, son puras vainas.
Con profundo respeto para nuestros lectores, comparto en este espacio el día de Hoy, Viernes de Crucifixión, un exordio de los textos que comprenden el Sermón de la Montaña:
Y viendo Jesús a todo este gentío se subió a un monte, donde habiéndose sentado se le acercaron sus discípulos.
Y abriendo su divina boca, los adoctrinaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos ó humildes, porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia o de ser justos y santos, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia o por ser justos, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos ó humildes, porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia o de ser justos y santos, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia o por ser justos, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren y os persiguieren y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros.
Alegraos entonces y regocijaos, porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los cielos. Del mismo modo persiguieron a los profetas que ha habido antes de vosotros.
Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se hace insípida, ¿con qué se le volverá el sabor? para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada de las gentes.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte.
Ni se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa.
Ni se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Guardaos bien de hacer vuestras obras buenas en presencia de los hombres con el fin de que os vean: de otra manera no recibiréis su galardón de vuestro Padre que está en los cielos.
Y así cuando das limosna no quieras publicarla a son de trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, o plazas, a fin de ser honrados de los hombres. En verdad os digo, que ya recibieron su recompensa.
Mas tú cuando des limosna, haz que tu mano izquierda no perciba lo que hace tu derecha, para que tu limosna quede oculta y tu Padre, que ve lo más oculto, te recompensará.
Asimismo cuando oráis, no habéis de hacer como hacen los hipócritas, que de propósito se ponen a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos de los hombres. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa.
Tú, al contrario, cuando hubieres de orar, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora en secreto a tu Padre y tu Padre, que ve lo más secreto, te premiará.
En la oración no afectéis hablar mucho, como hacen los gentiles, que se imaginan haber de ser oídos a fuerza de palabras.
No queráis, pues, imitarlos; que bien sabe vuestro Padre lo que habéis menester antes de pedírselo.
No queráis, pues, imitarlos; que bien sabe vuestro Padre lo que habéis menester antes de pedírselo.
Ved, pues, cómo habéis de orar:
Padre nuestro que estás en los cielos: santificado sea el tu nombre; venga a nos el tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación; mas líbranos de mal. Amén.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación; mas líbranos de mal. Amén.
Porque si perdonáis a los hombres las ofensas que cometen contra vosotros, también vuestro Padre celestial os perdonará vuestros pecados.
Pero si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará los pecados.
Pero si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará los pecados.
Que estos días de recogimiento espiritual nos brinden paz y nos iluminen el entendimiento para convertir nuestras cargas y problemas en oportunidades de crecimiento.
Que así sea.
Hasta la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario