Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
La campaña electoral en curso tiene como esencia los spot’s televisivos, hay de todos colores y tamaños, unos más feos que otros pero todos hablando de temas lejanos a las preocupaciones de la gente. Los más lacrimógenos, manipuladores y nocivos son los del PAN y el Verde; mientras que el partido de Calderón intenta espantarnos con el tema del narcotráfico el partido del niño Verde desparrama toneladas de atole; en un país democrático esa publicidad engañosa simplemente ya se hubiera retirado. El PAN muestra su corrupción pero sobre todo su derechismo planteando como eje de su campaña, igual que sus pares conservadores del mundo, los temas de la seguridad; no resuelve pero asusta.
En Veracruz andan los candidatos desnudos de ideas, imaginación y compromisos; no salen de lo anacrónico, lo coorporativo y redes cautivas; igual que la dama del calzón rojo que irrumpió el palacio en una nueva modalidad de protesta, los candidatos tendrán que encuerarse para llamar la atención y motivar a un muy desanimado y aburrido público del circo electoral. Entre los lemas de campaña la joya de lo insulso es el que dice: ¡Haz que suceda!.
Estamos en una elección intermedia en la que, por historia, y por coyuntura actual la tendencia indica que tendrá muy baja participación. Es una elección de partidos, que se apoyan en sus estructuras y entornos y en el alud de spot’s de radio y televisión, independientemente de quienes sean los candidatos. Demuestran muy mala estrategia quienes piensan que en esta elección las figuras cuentan mucho; no digo que no aporten algunos puntos porcentuales, sin embargo está demás y es intranscendente apelar a personas como Ricardo Ahued o Carlos Hermosillo, creyendo que su presencia es definitoria.
Propaganda más o menos, encuestas más o menos –casi todas patito-, la realidad es que será pequeña la respuesta ciudadana a la convocatoria electoral. Entre el elevado número de abstencionistas por primera vez aparecerá el voto de protesta como actitud política anulando la boleta, ya sea cruzándola toda o dejándola en blanco. De los que voten la inmensa mayoría provendrá del voto duro y de las redes clientelares de los aparatos de gobierno, si acaso se incrementarán con algunos votos de identidad o de despistados.
En Veracruz se vislumbra una tendencia mayoritaria para el partido tricolor en base a sus estructuras y a su gasto de campaña, pudiendo complicarse sus resultados en cuatro o cinco distritos; aun en distritos cerrados le queda el margen de control de la casilla, es decir, sino gana, arrebata. Atrás viene el PAN, posicionándose con un gasto similar o mayor al del PRI y en un avance sorpresivo que lo está haciendo altamente competitivo en varios distritos; al parecer, su estrategia, más allá de ganar algunas diputaciones, está encaminada a obtener una altísima votación que le permita contar con una plataforma hacia la gubernatura en el 2010. No es ocioso ubicar claramente que el PRI y el PAN más que partidos son brazos electorales de sus respectivos gobiernos. Del resto de partidos es poco lo que se puede decir, si acaso del PRD y Convergencia que tienen algo de presencia y algunas campañas reales. El partido del sol azteca es zona de caos, está atravesando por una crisis de conducción política y capacidad básica para atender sus compromisos de campaña, colocándose peligrosamente en un escenario de descomposición que lo puede llevar a terminar muy mal en esta aventura electoral. Por el lado de Convergencia su asidero clave es López Obrador, a quién le deberán el registro en caso de que lo mantengan.
La competencia en Xalapa, como en casi todo el estado, es bipartidista, llevándonos a la izquierda a un retroceso considerable ya que, por el momento, no tenemos opciones propias o las que existen son testimoniales. Una característica sobresaliente de la disputa del prian en la “ciudad de las flores” es que se trata de una competencia de ricos donde, por lo tanto, lo que cuenta es el dinero; en nuestra ciudad está más claro que nunca que las diferencias entre esos partidos sólo son de forma y de color, ya que sus intereses son muy similares.
La campaña electoral en curso tiene como esencia los spot’s televisivos, hay de todos colores y tamaños, unos más feos que otros pero todos hablando de temas lejanos a las preocupaciones de la gente. Los más lacrimógenos, manipuladores y nocivos son los del PAN y el Verde; mientras que el partido de Calderón intenta espantarnos con el tema del narcotráfico el partido del niño Verde desparrama toneladas de atole; en un país democrático esa publicidad engañosa simplemente ya se hubiera retirado. El PAN muestra su corrupción pero sobre todo su derechismo planteando como eje de su campaña, igual que sus pares conservadores del mundo, los temas de la seguridad; no resuelve pero asusta.
En Veracruz andan los candidatos desnudos de ideas, imaginación y compromisos; no salen de lo anacrónico, lo coorporativo y redes cautivas; igual que la dama del calzón rojo que irrumpió el palacio en una nueva modalidad de protesta, los candidatos tendrán que encuerarse para llamar la atención y motivar a un muy desanimado y aburrido público del circo electoral. Entre los lemas de campaña la joya de lo insulso es el que dice: ¡Haz que suceda!.
Estamos en una elección intermedia en la que, por historia, y por coyuntura actual la tendencia indica que tendrá muy baja participación. Es una elección de partidos, que se apoyan en sus estructuras y entornos y en el alud de spot’s de radio y televisión, independientemente de quienes sean los candidatos. Demuestran muy mala estrategia quienes piensan que en esta elección las figuras cuentan mucho; no digo que no aporten algunos puntos porcentuales, sin embargo está demás y es intranscendente apelar a personas como Ricardo Ahued o Carlos Hermosillo, creyendo que su presencia es definitoria.
Propaganda más o menos, encuestas más o menos –casi todas patito-, la realidad es que será pequeña la respuesta ciudadana a la convocatoria electoral. Entre el elevado número de abstencionistas por primera vez aparecerá el voto de protesta como actitud política anulando la boleta, ya sea cruzándola toda o dejándola en blanco. De los que voten la inmensa mayoría provendrá del voto duro y de las redes clientelares de los aparatos de gobierno, si acaso se incrementarán con algunos votos de identidad o de despistados.
En Veracruz se vislumbra una tendencia mayoritaria para el partido tricolor en base a sus estructuras y a su gasto de campaña, pudiendo complicarse sus resultados en cuatro o cinco distritos; aun en distritos cerrados le queda el margen de control de la casilla, es decir, sino gana, arrebata. Atrás viene el PAN, posicionándose con un gasto similar o mayor al del PRI y en un avance sorpresivo que lo está haciendo altamente competitivo en varios distritos; al parecer, su estrategia, más allá de ganar algunas diputaciones, está encaminada a obtener una altísima votación que le permita contar con una plataforma hacia la gubernatura en el 2010. No es ocioso ubicar claramente que el PRI y el PAN más que partidos son brazos electorales de sus respectivos gobiernos. Del resto de partidos es poco lo que se puede decir, si acaso del PRD y Convergencia que tienen algo de presencia y algunas campañas reales. El partido del sol azteca es zona de caos, está atravesando por una crisis de conducción política y capacidad básica para atender sus compromisos de campaña, colocándose peligrosamente en un escenario de descomposición que lo puede llevar a terminar muy mal en esta aventura electoral. Por el lado de Convergencia su asidero clave es López Obrador, a quién le deberán el registro en caso de que lo mantengan.
La competencia en Xalapa, como en casi todo el estado, es bipartidista, llevándonos a la izquierda a un retroceso considerable ya que, por el momento, no tenemos opciones propias o las que existen son testimoniales. Una característica sobresaliente de la disputa del prian en la “ciudad de las flores” es que se trata de una competencia de ricos donde, por lo tanto, lo que cuenta es el dinero; en nuestra ciudad está más claro que nunca que las diferencias entre esos partidos sólo son de forma y de color, ya que sus intereses son muy similares.
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