Por: Imelda Torres Sandoval
jurisagro@yahoo.com.mx
Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses,
que se pierda
tanto increíble amor.
Que nada quede, amigos,
de esos mares de amor,
de estas verduras pobres de las eras
que las vacas devoran
lamiendo el otro lado del césped,
lanzando a nuestros pastos
las manadas de hidras y langostas
de sus lenguas calientes.
Como si el verde pasto celestial,
el mismo océano, salado como arenque,
hirvieran.
Que tanto y tanto amor
y tanto vuelo entre unos cuerpos
al abordaje apenas de su lecho, se desplome.
Que una sola munición de estaño luminoso,
una bala pequeña,
un perdigón inocuo para un pato,
derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas
y desgarre el cielo con sus plumas.
Que el oro mismo estalle sin motivo.
Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa
se destroce.
Que tanto y tanto, una vez más, y tanto,
tanto imposible amor inexpresable,
nos vuelva tontos, monos sin sentido.
Que tanto amor queme sus naves
antes de llegar a tierra.
Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,
niños, animales domésticos, señores,
lo que duele.
jurisagro@yahoo.com.mx
Para los pragmáticos, la poesía resulta absurda. Para los idealistas, simiente revolucionaria de ideas, sentimientos y emociones.
Los pragmáticos, paradojicamente, sueñan con que algún día la pretendida ociosidad de la poesía sucumba ante la objetividad de los instructivos y manuales. Los idealistas, curiosamente, no perdemos de vista nuestro objetivo: soñar con una realidad mejor a través de la rebelde poesía.
Sumo placer me causa que en San Luis Potosí se halla llevado a cabo la semana pasada el Quinto Internacional Festival de Letras. Las razones de este encuentro cultural que atrae escritores de todo el mundo son varias: La primera, esta ciudad colonial de tradición minera desea ser epicentro de cultura, como una forma moderna de turismo sin chimeneas; las consecuentes son que escritores, principalmente de poesía, están sentando sus reales en esta hermosa ciudad colonial.
Este año el Quinto Festival Internacional de Letras organizó una interesante mesa de debates, en la cual el tema a relucir fue, si la virtualidad y el internet acabaría con el libro impreso. De la discusión de los participantes se obtuvo la conclusión casi unánime: el libro escrito existirá por siempre. Durante la mesa redonda acerca de la relación entre la llamada web y la edición independiente, la pregunta central fue “¿cuáles son los nuevos retos de la edición frente a la proliferación de publicaciones en internet?” El hecho de que los jóvenes y nuevos lectores tengan como herramienta fundamental de acceso a la información y la literatura, revistas y libros electrónicos, marcó el debate que entablaron los escritores y editores José María Espinasa, Víctor Cabrera, Víctor Roura, Pedro Serrano, Enrique Hernández (Venezuela) y Mario Rey (Colombia).
Otro aspecto destacado de este Quinto Festival Internacional de Letras fue el reconocimiento a la trayectoria literaria de Eduardo Elizalde y Victor Roura. Eduardo Elizalde fue descrito al momento de ser galardonado por los organizadores del evento como "uno de los poetas mas hondos, dueño de una sonoridad inigualable, en las letras nacionales". Por su parte, Victor Roura fue reconocido por su trabajo dentro del periodismo cultural en el periódico El Financiero, destacando como "un maestro que marca estilo y hace escuela" en dicho ámbito.
Eduardo Lizalde Chávez nació el 14 de julio de 1929, y para conmemorar sus 80 años, se le rindió un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce, en el Palacio de Bellas Artes, donde se reconoció también su trayectoria, haciéndole entrega de una medalla de oro al mérito literario. Publicó en 1970 su obra "El tigre de la casa", la cual ha sido distintivo de su obra hasta la fecha. Les dejo un extracto de esta obra. Espero lo disfruten:
Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses,
que se pierda
tanto increíble amor.
Que nada quede, amigos,
de esos mares de amor,
de estas verduras pobres de las eras
que las vacas devoran
lamiendo el otro lado del césped,
lanzando a nuestros pastos
las manadas de hidras y langostas
de sus lenguas calientes.
Como si el verde pasto celestial,
el mismo océano, salado como arenque,
hirvieran.
Que tanto y tanto amor
y tanto vuelo entre unos cuerpos
al abordaje apenas de su lecho, se desplome.
Que una sola munición de estaño luminoso,
una bala pequeña,
un perdigón inocuo para un pato,
derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas
y desgarre el cielo con sus plumas.
Que el oro mismo estalle sin motivo.
Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa
se destroce.
Que tanto y tanto, una vez más, y tanto,
tanto imposible amor inexpresable,
nos vuelva tontos, monos sin sentido.
Que tanto amor queme sus naves
antes de llegar a tierra.
Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,
niños, animales domésticos, señores,
lo que duele.
Hasta la próxima
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