Orlando Segura Hervert.
Trabajadores de PEMEX afirman que aquella leyenda que se construyó desde la expropiación petrolera, no queda más que el recuerdo, Don Lázaro Cárdenas del Río, solo se le hacen homenajes el 18 de marzo, pero posteriormente se le mantiene en el olvido. En la Barra Norte, solo hay un busto que se levantó hace algunos años y una casa en la que vivió el expresidente de la república mexicana, es un lugar que rememora la nostalgia de aquella época en la que las trasnacionales controlaban la explotación y distribución del oro negro, los mexicanos no tenían injerencia en el control de la riqueza que durante décadas sirvió para mantener la economía de México.
Difícil ingresar al sitio en donde residió uno de los estadistas más grandes de la historia de nuestro país, en teoría cualquiera puede entrar, pero antes deben pedir permiso al superintendente y al encargado, pero ambos funcionarios están muy ocupados y difícilmente se les están en las oficinas, andan en el campo de trabajo o están cumpliendo con las múltiples actividades propias de su encargo, generalmente no se encuentran en las instalaciones y consecuentemente no hay nadie que pueda dar respuesta a la petición.
Hay una anécdota contada por los petroleros e inclusive recogida por el historiador Enrique Krause, en la que se asegura que en la década de los treinta, Lázaro Cárdenas quiso ingresar a uno de los terrenos de la compañía El Aguila porque deseaba continuar con una investigación y en esa época se le impidió, aún y cuando era jefe militar, esto hecho, le sirvió posteriormente para tomar una de las decisiones más importantes en la vida política de la república mexicana, la nacionalización de la industria petrolera.
Sin embargo, en la Barra Norte, solo queda una estatua y una casa que casi nadie visita, a muy pocos interesa.
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