La expectacular exhibición de un ataúd con todo y el cadáver de un jovencito en pleno centro de nuestra ciudad, pero sobre todo el cobarde y brutal asesinato del matrimonio Hakim–Méndez, ha elevado el interés, las preocupaciones y el debate sobre los niveles y efectos de la violencia en Xalapa.
La ya indudable centralidad del problema, que se agrava por la sombra de la mafia del narcotráfico, exige trascender la ligereza e irresponsabilidad oficial así como el simple desgarre de vestiduras. Enfoquemos este asunto en el terreno del estado de derecho, en las obligaciones de las autoridades, en un indispensable contexto democrático, en la participación ciudadana, en políticas sociales incluyentes y respetuosas de la dignidad de las personas. Si continúan gobiernos politiqueros y asistencialistas, omisos o manipuladores de la juventud, sobre todo de los pobres, el problema de inseguridad seguirá creciendo.
La aparición de diversas autoridades en los difíciles momentos por los que pasa Xalapa, además de torpes y desafortunadas, deja muchas dudas de su seriedad; ya de su capacidad ni hablar; nos orillan a rezar y valernos por nosotros mismos. Insisten, especialmente el Secretario de Seguridad, en la tésis facilona y absurda del “hecho aislado”; hablan de dar resultados en la cadena infinita de acontecimientos violentos sin resolver. Del Edil principal del municipio difícilmente se puede decir o esperar algo, ya que parece vivir en otro lugar y opta por “nadar de a muertito”.
En gran medida el fenómeno de las pandillas juveniles ha venido a darle mayor notoriedad a la violencia de Xalapa; dicho al margen también es notable el enfoque amarillista de varios medios de comunicación. Es obvio que esa forma de manifestación juvenil ha crecido y se está descomponiendo en deslizamiento hacia la delincuencia organizada. La respuesta del gobierno es policial con cárcel y razzias. Se les reprime y ya. Reincidirán tantas y cuantas veces quieran. Faltan políticas públicas hacia los jóvenes, sobre todo a los llamados NI-NI, pero igualmente urge elevar sus condiciones de vida. Mientras sigan inactivos y marginados, sin expectativas de desarrollo, en ambientes de precariedad extrema, serán la cartera inagotable de las pandillas violentas. El nuevo problema es que cada vez más se integran a las redes del narcotráfico.
No hay de otra, ante la violencia la ley y la fuerza, pero no debemos quedarnos ahí, se requieren soluciones integrales, donde el centro sea el joven, respetando su personalidad, evitando lo faccioso y manipulador. Queremos instituciones para el caso, abramos espacios de convivencia sana, tejamos redes de apoyo y solidaridad y mostremos gobiernos confiables por sus acciones-, visión, proyecto y resultados. En estos temas, igual que en todo, la demagogia es vomitiva.
Recadito: López Obrador en Xalapa, miércoles 16 de junio, 18:00 horas, en el Parque Juárez
La ya indudable centralidad del problema, que se agrava por la sombra de la mafia del narcotráfico, exige trascender la ligereza e irresponsabilidad oficial así como el simple desgarre de vestiduras. Enfoquemos este asunto en el terreno del estado de derecho, en las obligaciones de las autoridades, en un indispensable contexto democrático, en la participación ciudadana, en políticas sociales incluyentes y respetuosas de la dignidad de las personas. Si continúan gobiernos politiqueros y asistencialistas, omisos o manipuladores de la juventud, sobre todo de los pobres, el problema de inseguridad seguirá creciendo.
La aparición de diversas autoridades en los difíciles momentos por los que pasa Xalapa, además de torpes y desafortunadas, deja muchas dudas de su seriedad; ya de su capacidad ni hablar; nos orillan a rezar y valernos por nosotros mismos. Insisten, especialmente el Secretario de Seguridad, en la tésis facilona y absurda del “hecho aislado”; hablan de dar resultados en la cadena infinita de acontecimientos violentos sin resolver. Del Edil principal del municipio difícilmente se puede decir o esperar algo, ya que parece vivir en otro lugar y opta por “nadar de a muertito”.
En gran medida el fenómeno de las pandillas juveniles ha venido a darle mayor notoriedad a la violencia de Xalapa; dicho al margen también es notable el enfoque amarillista de varios medios de comunicación. Es obvio que esa forma de manifestación juvenil ha crecido y se está descomponiendo en deslizamiento hacia la delincuencia organizada. La respuesta del gobierno es policial con cárcel y razzias. Se les reprime y ya. Reincidirán tantas y cuantas veces quieran. Faltan políticas públicas hacia los jóvenes, sobre todo a los llamados NI-NI, pero igualmente urge elevar sus condiciones de vida. Mientras sigan inactivos y marginados, sin expectativas de desarrollo, en ambientes de precariedad extrema, serán la cartera inagotable de las pandillas violentas. El nuevo problema es que cada vez más se integran a las redes del narcotráfico.
No hay de otra, ante la violencia la ley y la fuerza, pero no debemos quedarnos ahí, se requieren soluciones integrales, donde el centro sea el joven, respetando su personalidad, evitando lo faccioso y manipulador. Queremos instituciones para el caso, abramos espacios de convivencia sana, tejamos redes de apoyo y solidaridad y mostremos gobiernos confiables por sus acciones-, visión, proyecto y resultados. En estos temas, igual que en todo, la demagogia es vomitiva.
Recadito: López Obrador en Xalapa, miércoles 16 de junio, 18:00 horas, en el Parque Juárez
No hay comentarios:
Publicar un comentario