El proceso electoral para elegir gobernador, que culminó el pasado domingo 4 de julio, pasará a la historia de Veracruz y de México como un golpe artero a las aspiraciones democráticas de la sociedad, planeado, organizado y ejecutado desde el poder público.
Se trata, inequívocamente, de una elección de estado que hace inadmisible reconocer la presunta victoria de quien ya se proclama, ilegítimamente, vencedor.
Es innumerable la lista de violaciones flagrantes a la ley: escandaloso derroche de recursos públicos; delictuosa, indignante e inmoral manipulación de programas asistenciales para coaccionar a los electores víctimas de la pobreza; inaudita y desvergonzada protección del gobierno estatal y del organismo electoral al candidato del PRI; intervención abusiva e ilegal de funcionarios públicos en el proceso; inescrupulosa e inicua conducta del Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano al actuar en contra de sus responsabilidades y de las obligaciones que la ley le señala, y con desempeño lacayuno ante toda orden proveniente del palacio de gobierno.
El sistema electoral que permite el secuestro de los tiempos oficiales en radio y televisión por parte de la partidocracia, para repartírselos entre sí e impedir la compra de tiempos en los medios electrónicos, ha pervertido las elecciones.
El que los medios electrónicos no puedan comercializar libremente tiempos en periodos de campaña, ha distorsionado los vínculos de comunicación con la sociedad. Antes de la regresiva reforma electoral de 2007, podían adquirirse spots libremente, como también era libre el acceso de los candidatos a programas y entrevistas.
Salvo honrosas excepciones, ahora son más caras las entrevistas en la radio de lo que se pagaba antes por los spots. Esta desproporción genera inequidad y es una, entre otras, de las innumerables consecuencias de la perversión de la ley.
De igual modo, las onerosas tarifas para la compra de espacio en los medios impresos, rompe cualquier equidad en la comunicación con la sociedad: si no pagas, no te publican, no apareces en los medios. No existes. Te sacan de la competencia, salvo a quienes tienen al alcance de sus manos las arcas abiertas del erario público y/o de los grupos de interés.
A esta perversión no escapan las encuestadoras que ofrecen resultados a modo para el mejor postor.
El atropello vino por igual de los poderes gobernantes: del federal y del estatal. He dicho y lo reitero: PRI y PAN son más de lo mismo: un mismo sistema, un mismo interés, un mismo apetito por el poder. En el pasado reciente, tuvieron en el Congreso componendas, acuerdos cupulares a espaldas de la sociedad, que lastimaron a todos los sectores y en especial a las clases más necesitadas de nuestro país. PRI y PAN fueron los que aprobaron los impuestos a las gasolinas, lo que trajo consigo el incremento de precios de la canasta básica; los mismos que modificaron el sistema de pensiones y jubilaciones en agravio de maestros y trabajadores; PRI y PAN crearon nuevos impuestos como el IETU; aprobaron los aumentos al IVA y al ISR; también subieron los impuestos a los depósitos en efectivo y a las telecomunicaciones.
Nunca antes se había visto una embestida tan brutal y demoledora, desde el poder, contra la economía de millones de familias mexicanas.
Los mismos que se ponen de acuerdo para aumentar los impuestos a emprendedores y ciudadanos, son los que dicen que van a rescatar la economía de su triste papel actual, que solamente genera desempleo e inseguridad.
Los mismos que han propiciado la muerte de más de 23 mil mexicanos, son los que hablan de garantizar la seguridad.
Los mismos que dicen que combaten el caciquismo económico, político y social, son los que pretenden llegar al poder con su apoyo.
Los mismos dirigentes políticos que luchan sólo por la alternancia, en los hechos niegan el fracaso de diez años de alternancia en el gobierno federal, década fallida que ha tenido como consecuencias el hundimiento de la economía nacional y el incremento de la delincuencia organizada.
La disputa es del poder por el poder. Utilizan los programas sociales aprobados en el Congreso como armas mediatizadoras e instrumentos coptadores en materia electoral; se aprovechan en beneficio propio no sólo de la pobreza, sino de la pauperización en que tienen sumida a más de la mitad de la población.
La partidocracia se disputa el poder porque lo quieren sólo para servir a grupos de interés y poderes fácticos y para que continúe la simulación democrática de México.
El abuso, el atropello a la legalidad, el derroche dispendioso de recursos públicos, la manipulación de programas sociales para coaccionar a los sectores más vulnerables, se dio por igual en el PRI y en el PAN, en perjuicio grave de una sociedad no politizada que, atraída por un alivio efímero a sus enormes necesidades, no alcanza a distinguir lo que es el auténtico cambio de rumbo de la simple alternancia del poder, en beneficio de un grupo de privilegiados.
El pueblo la pasa mal, pero quienes se disputan el poder la pasan muy bien. Esta es la triste realidad que quieren prolongar el PRI y el PAN.
Esta vergonzosa lucha por el poder conlleva un peligroso riesgo, hasta hoy aparentemente inadvertido: el de dejarle al pueblo, hastiado de tanta perversión, la insurgencia social como único camino para el cambio anhelado.
Precisamente por todo ello impugnamos la elección y seguimos en pie de lucha: a fin de que se rescate el estado de derecho, previsto y concebido por el Constituyente para garantizar una democracia plena, participativa y funcional.
Seguimos en pie de lucha para rescatar la dignidad y el bienestar de los veracruzanos.
¡Ya basta de un México pervertido!
¡Ya basta de negarle a la sociedad el derecho a la información!
¡Ya basta de un Veracruz de mentiras!
¡Despierta, Veracruz, despierta!
DANTE DELGADO
Se trata, inequívocamente, de una elección de estado que hace inadmisible reconocer la presunta victoria de quien ya se proclama, ilegítimamente, vencedor.
Es innumerable la lista de violaciones flagrantes a la ley: escandaloso derroche de recursos públicos; delictuosa, indignante e inmoral manipulación de programas asistenciales para coaccionar a los electores víctimas de la pobreza; inaudita y desvergonzada protección del gobierno estatal y del organismo electoral al candidato del PRI; intervención abusiva e ilegal de funcionarios públicos en el proceso; inescrupulosa e inicua conducta del Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano al actuar en contra de sus responsabilidades y de las obligaciones que la ley le señala, y con desempeño lacayuno ante toda orden proveniente del palacio de gobierno.
El sistema electoral que permite el secuestro de los tiempos oficiales en radio y televisión por parte de la partidocracia, para repartírselos entre sí e impedir la compra de tiempos en los medios electrónicos, ha pervertido las elecciones.
El que los medios electrónicos no puedan comercializar libremente tiempos en periodos de campaña, ha distorsionado los vínculos de comunicación con la sociedad. Antes de la regresiva reforma electoral de 2007, podían adquirirse spots libremente, como también era libre el acceso de los candidatos a programas y entrevistas.
Salvo honrosas excepciones, ahora son más caras las entrevistas en la radio de lo que se pagaba antes por los spots. Esta desproporción genera inequidad y es una, entre otras, de las innumerables consecuencias de la perversión de la ley.
De igual modo, las onerosas tarifas para la compra de espacio en los medios impresos, rompe cualquier equidad en la comunicación con la sociedad: si no pagas, no te publican, no apareces en los medios. No existes. Te sacan de la competencia, salvo a quienes tienen al alcance de sus manos las arcas abiertas del erario público y/o de los grupos de interés.
A esta perversión no escapan las encuestadoras que ofrecen resultados a modo para el mejor postor.
El atropello vino por igual de los poderes gobernantes: del federal y del estatal. He dicho y lo reitero: PRI y PAN son más de lo mismo: un mismo sistema, un mismo interés, un mismo apetito por el poder. En el pasado reciente, tuvieron en el Congreso componendas, acuerdos cupulares a espaldas de la sociedad, que lastimaron a todos los sectores y en especial a las clases más necesitadas de nuestro país. PRI y PAN fueron los que aprobaron los impuestos a las gasolinas, lo que trajo consigo el incremento de precios de la canasta básica; los mismos que modificaron el sistema de pensiones y jubilaciones en agravio de maestros y trabajadores; PRI y PAN crearon nuevos impuestos como el IETU; aprobaron los aumentos al IVA y al ISR; también subieron los impuestos a los depósitos en efectivo y a las telecomunicaciones.
Nunca antes se había visto una embestida tan brutal y demoledora, desde el poder, contra la economía de millones de familias mexicanas.
Los mismos que se ponen de acuerdo para aumentar los impuestos a emprendedores y ciudadanos, son los que dicen que van a rescatar la economía de su triste papel actual, que solamente genera desempleo e inseguridad.
Los mismos que han propiciado la muerte de más de 23 mil mexicanos, son los que hablan de garantizar la seguridad.
Los mismos que dicen que combaten el caciquismo económico, político y social, son los que pretenden llegar al poder con su apoyo.
Los mismos dirigentes políticos que luchan sólo por la alternancia, en los hechos niegan el fracaso de diez años de alternancia en el gobierno federal, década fallida que ha tenido como consecuencias el hundimiento de la economía nacional y el incremento de la delincuencia organizada.
La disputa es del poder por el poder. Utilizan los programas sociales aprobados en el Congreso como armas mediatizadoras e instrumentos coptadores en materia electoral; se aprovechan en beneficio propio no sólo de la pobreza, sino de la pauperización en que tienen sumida a más de la mitad de la población.
La partidocracia se disputa el poder porque lo quieren sólo para servir a grupos de interés y poderes fácticos y para que continúe la simulación democrática de México.
El abuso, el atropello a la legalidad, el derroche dispendioso de recursos públicos, la manipulación de programas sociales para coaccionar a los sectores más vulnerables, se dio por igual en el PRI y en el PAN, en perjuicio grave de una sociedad no politizada que, atraída por un alivio efímero a sus enormes necesidades, no alcanza a distinguir lo que es el auténtico cambio de rumbo de la simple alternancia del poder, en beneficio de un grupo de privilegiados.
El pueblo la pasa mal, pero quienes se disputan el poder la pasan muy bien. Esta es la triste realidad que quieren prolongar el PRI y el PAN.
Esta vergonzosa lucha por el poder conlleva un peligroso riesgo, hasta hoy aparentemente inadvertido: el de dejarle al pueblo, hastiado de tanta perversión, la insurgencia social como único camino para el cambio anhelado.
Precisamente por todo ello impugnamos la elección y seguimos en pie de lucha: a fin de que se rescate el estado de derecho, previsto y concebido por el Constituyente para garantizar una democracia plena, participativa y funcional.
Seguimos en pie de lucha para rescatar la dignidad y el bienestar de los veracruzanos.
¡Ya basta de un México pervertido!
¡Ya basta de negarle a la sociedad el derecho a la información!
¡Ya basta de un Veracruz de mentiras!
¡Despierta, Veracruz, despierta!
DANTE DELGADO
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