sábado, 31 de julio de 2010

EL JEFE DIEGO...


El lamentable secuestro de Diego Fernández de Ceballos, tiene las más variadas lecturas, algunas de ellas muy primitivas por tratarse de un personaje polémico; a mi me interesa abordarlo desde el punto de vista de los montos económicos del rescate exigido lo cual, por cierto ,no pasa de una mera especulación.. En efecto, se dice, sin mayor prueba, que el grupo que retiene a tan famoso personaje estaría exigiendo treinta millones de dólares de intercambio.

Desde luego que el secuestro mismo y las cantidades de dinero de que se habla mucho tiene que ver con que nuestro país sea tan desigual socialmente, con super élites y extrema pobreza, y que tengamos un disminuido estado de derecho. El caso Diego encierra una espeluznante paradoja: el de una persona poderosa que vive para acumular riqueza y que terminará entregándosela a un grupo de delincuentes. Toda una vida para reproducir el sistema que hace posible esa realidad para, al final, tener que desprenderse de casi todo para transferírsela a un grupo de rufianes. El caso Diego hace realidad aquel dicho “de que nadie sabe para quién trabaja”.

La desigualdad social ha generado una élite donde están pequeños sectores de la población como son deportistas, figuras del espectáculo, políticos y empresarios monopolistas. En el pecado han llevado la penitencia, ya que no se han preocupado por fomentar la equidad social, como tampoco les ha interesado el desarrollo democrático del país ni, mucho menos, la vigencia del estado de derecho. Su modo de vida lleno de excesos y derroches no sólo es un mal ejemplo para el país sino que es un atractivo para la delincuencia; son sectores secuestrables en potencia.

Diego Fernández es parte clave de una clase política dedicada a enriquecerse y a servirle al poder económico; tanto la élite política como la económica exprimen al país con un sistema que funciona mal para la mayoría pero que a ellos les conviene. Disfrutan de un capitalismo de cuates, sin competencia, de monopolios que avasallan a los pequeños, del control mediático por medio del duopolio televisivo y gobiernos sometidos a sus intereses muy particulares. La debilidad de la democracia mexicana se traduce en baja aplicación de la legalidad, es un verdadero circulo vicioso en el que todos estamos expuestos pero en el que, obviamente, son más atractivos los que se han apoderado de la riqueza, la cual exhiben impúdicamente.

El contexto en el que se da el secuestro del jefe Diego es de deterioro social, tanto en convivencia como en condiciones de vida, la debilidad del estado y el predominio de los poderes fácticos. Tan nocivo para el país es el poder que han acumulado las televisoras como el daño que provocan los narcotraficantes. Ambos conspiran contra el interés general y cierran el círculo que nos ahorca.

Romper todo ese sistema de legalidad y de corrupción, de farsa y simulación, es sumamente difícil. Se requiere más pero mucho más que las bobas declaraciones de Calderón, que las campañas publicitarias o las manifestaciones de pequeños grupos de la sociedad civil, aunque éstas sean las más rescatables de la terrible situación que estamos viviendo y que, paradójicamente, afectó a uno de los más representativos defensores de ese sistema que es el “Jefe Diego”.

Se haga lo que se haga, se intente lo que sea, lo importante es empezar por uno mismo pensando en una transformación social y un comportamiento sano tanto en lo individual como en lo colectivo.
Recadito: El 8 de agosto celebraremos los dos primeros años del Frente Amplio Social.

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