sábado, 17 de julio de 2010

LA NORMALIDAD FICTICIA



Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguyao@hotmail.com
Después de que nuevamente tuvimos elecciones competidas en Veracruz, con las naturales reacciones de triunfalismo y protesta, según el caso, se ha activado una ola de declaraciones que alegan que todo está bien y que debemos agradecer y disfrutar de la “normalidad política”.
Es un coro perfectamente sincronizado el que sale a manifestarse para avalar el resultado de la elección de gobernador. Con afirmaciones más o menos parecidas, del mismo molde, salen asociaciones de masones, comerciantes, hoteleros, abogados y grupos oficialistas a reclamar “paz y tranquilidad”. Insisten, en algunos casos histéricamente, en que lo pasado ya es pasado, que hay que darle vuelta a la página y que los números son los que cuentan. En el colmo de la desfachatez varias personas que se dicen del PRD también han salido a expresarse en ese sentido: tenemos desde la nítida bufonería del diputado “trastupijes” hasta unos curiosos personajes que se autonombran dirigentes.
Defender el resultado de la elección de gobernador es perfectamente explicable y normal en el PRI y sus aliados, formales o no; lo que desmerece tal actitud es la pobreza de sus argumentos y de posicionamiento. Por ejemplo, se cuestionan las manifestaciones en sí mismas, en un alarde más que autoritario, y se les asocia con violencia, lo cual es absurdo e irresponsable a estas alturas de la vida pública del país. Paradójicamente esa postura es de derecha, lo cual no es advertido aparentemente por sus promotores o aplaudidores que se dicen progresistas. El coro anti-protestas me recuerda lo que vivimos en el ’88 y en el 2006.
Puede ser meramente propagandístico o algo descuidado el que se reclame normalidad política para los resultados de una elección que no fue normal. Dada la baja calidad electoral de Veracruz, donde las elecciones todavía son cuestiones de dinero y de control, es respetable y más aun, estimulante, que se dé la controversia pública. La exigencia del respeto al voto debe tener los dos enfoques, tanto del que reclama ser mayoría como el del que la impugna, sin que seamos permisivos antes las descalificaciones y las campañas de linchamiento y odio.
Las elecciones de Veracruz me dejan la sensación de vivir en el atraso político, donde el voto y el ciudadano poco cuentan y los que se eligen llegan maniatados y a pagar facturas a los grupos de poder que patrocinaron sus candidaturas y sus campañas. No veo que haya ganado Veracruz ni que tenga sustento la convocatoria a la unidad. Insisto, nuestras elecciones están todavía lejos de mínimos en calidad y principios democráticos universales. No están como para festinarse o presumirse, hacerlo nos desliza al cinismo generalizado, el cual debería quedarse en el ámbito de la política sin que termine contaminando a los ciudadanos.
Quede como sea el resultado de las elecciones de gobernador, lo cual se sabrá en definitiva hasta finales de noviembre, Veracruz tendrá que modificar mucho de su política y su vida pública en general. Veracruz quedo cuestionado en cuanto a vivir o no en un régimen democrático. Los cambios vendrán, de un lado o del otro; se agotaron esquemas de gobierno, viviremos otro contexto nacional y, sobre todo, en caso de que se confirmara el resultado actual no olvidemos que no hay títere con poder.
Recadito: Una de las siguientes tareas políticas es la rehabilitación del PRD, para convertirlo en un partido decente y con identidad propia.

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