
Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
Cada seis años con el cambio de ejecutivo estatal y cada tres con la renovación de ayuntamiento se presenta la oportunidad de que se vean de manera cercana los problemas de Xalapa. Son momentos de balance. En la actualidad es notable el deterioro casi generalizado en que ha caído nuestra ciudad, sobre todo en las herencias que ha dejado el desgobierno, en un ambiente de impunidad, del todo se vale, de dejar hacer y pasar.
Sólo la indolencia, la corrupción y la irresponsabilidad de autoridades estatales y municipales explican el caos en que vive Xalapa en el transporte, fraccionamientos salvajes, centros nocturnos, invasiones de terrenos y en la pérdida de parques y banquetas por la colocación indiscriminada de casetas y todo tipo de puestos de comercio.
Los enemigos de Xalapa violan todo tipo de leyes y reglamentos, afectan los intereses colectivos y le apuestan a los “hechos consumados”, es decir, a que después de avanzar en sus acciones ilícitas ninguna autoridad las va a revertir, sobre todo si de estas no hay ninguna intención seria de cumplir con sus obligaciones. Son las reglas del sistema. Después vienen el papeleo, los pretextos, las vueltas y el alargamiento de la solución a esos problemas, para quedar exactamente igual en perjuicio de la ciudad. Aplicando el clásico” borrón y cuenta nueva “o el” tapaos los unos a los otros” las autoridades no cumplen con su deber, negocian las leyes, no gobiernan, ponen por delante su interés personal y su carrera pública. Si no hay voluntad política en los funcionarios del caso para proceder en protección de la ciudad pueden dormir tranquilos los malandrines que la dañan.
Xalapa registra unas doce ocupaciones ilegales de terrenos, públicos y privados, donde tal vez el más llamativo sea el del predio “santa lucia”, que ya corresponde a un municipio vecino. Quienes encabezan tales ocupaciones son delincuentes con apariencia de líderes sociales, explotan las necesidades y ambiciones de gente pobre o no tanto y le apuestan, como indica la guía de lo que es nocivo para el municipio, a los hechos consumados. Las invasiones de terrenos ya son un problema social y político que exige la acción de las autoridades correspondientes, siempre y cuando se aplique la ley sin que importe algún interés partidista o la influencia de familias pudientes. El mensaje debe ser muy claro: que se va a castigar a todo aquel que agarre lo que no es suyo. Pero hacerlo sin concesiones, permanentemente, no solo por coyuntura política y mediática.
Por acción u omisión las autoridades han permitido, consentido y hasta premiado a los personajes oscuros, vivales, que chupan la sangre a los espacios y a los derechos de todos. Esos lidercillos, que viven de la retroalimentación que les aportan autoridades mediocres y facciosas, hacen dinero a costas del interés general, tienen influencia política y gozan de estatus de personas honorables. No aportan nada a la ciudad, no ayudan en nada pero, eso sí, piden y piden y hasta presumen el padrinazgo de funcionarios públicos que, para no variar, solo piensan en su beneficio personal y de grupo.
Quedó tan mal Xalapa en cuanto a gobernabilidad que lo poco o mucho que haga en ese sentido la nueva presidenta municipal serán mejor y notable, a condición de que impulse una política social sin asistencialismo, de que aplique las leyes y reglamentos en forma pareja, sin favorecer a grupos de interés, y promueva la participación ciudadana. Con la intervención de la gente, multiplicada la energía social, se pueden prevenir y resolver mucho de los problemas de Xalapa, lo cual implica favorecer la inclusión social y una ciudadanía informada, critica y activa.
El desorden es un rio revuelto que beneficia a los malandrines, a los mafiosos y a los influyentes política y económicamente. La ciudad pierde con el caos. Acabemos con eso.
Una estampa del desgobierno: cuando había orden en el “parque Juárez” el señor que vende” hot dogs” frente al palacio municipal, iniciaba sus actividades a las seis de la tarde y al terminar retiraba su puesto; cuando vio que todo se valía prefirió la comodidad de abrirlo día y noche y dejarlo ahí permanentemente. Como ese ejemplo existen cientos de casos similares donde las autoridades se encontraron con hechos consumados. Ahora están a prueba, ya se verá si saben, pueden y quieren gobernar de verdad.
Recadito: paradojas de la vida, quieren que la izquierda sea la cola de la derecha.
Cada seis años con el cambio de ejecutivo estatal y cada tres con la renovación de ayuntamiento se presenta la oportunidad de que se vean de manera cercana los problemas de Xalapa. Son momentos de balance. En la actualidad es notable el deterioro casi generalizado en que ha caído nuestra ciudad, sobre todo en las herencias que ha dejado el desgobierno, en un ambiente de impunidad, del todo se vale, de dejar hacer y pasar.
Sólo la indolencia, la corrupción y la irresponsabilidad de autoridades estatales y municipales explican el caos en que vive Xalapa en el transporte, fraccionamientos salvajes, centros nocturnos, invasiones de terrenos y en la pérdida de parques y banquetas por la colocación indiscriminada de casetas y todo tipo de puestos de comercio.
Los enemigos de Xalapa violan todo tipo de leyes y reglamentos, afectan los intereses colectivos y le apuestan a los “hechos consumados”, es decir, a que después de avanzar en sus acciones ilícitas ninguna autoridad las va a revertir, sobre todo si de estas no hay ninguna intención seria de cumplir con sus obligaciones. Son las reglas del sistema. Después vienen el papeleo, los pretextos, las vueltas y el alargamiento de la solución a esos problemas, para quedar exactamente igual en perjuicio de la ciudad. Aplicando el clásico” borrón y cuenta nueva “o el” tapaos los unos a los otros” las autoridades no cumplen con su deber, negocian las leyes, no gobiernan, ponen por delante su interés personal y su carrera pública. Si no hay voluntad política en los funcionarios del caso para proceder en protección de la ciudad pueden dormir tranquilos los malandrines que la dañan.
Xalapa registra unas doce ocupaciones ilegales de terrenos, públicos y privados, donde tal vez el más llamativo sea el del predio “santa lucia”, que ya corresponde a un municipio vecino. Quienes encabezan tales ocupaciones son delincuentes con apariencia de líderes sociales, explotan las necesidades y ambiciones de gente pobre o no tanto y le apuestan, como indica la guía de lo que es nocivo para el municipio, a los hechos consumados. Las invasiones de terrenos ya son un problema social y político que exige la acción de las autoridades correspondientes, siempre y cuando se aplique la ley sin que importe algún interés partidista o la influencia de familias pudientes. El mensaje debe ser muy claro: que se va a castigar a todo aquel que agarre lo que no es suyo. Pero hacerlo sin concesiones, permanentemente, no solo por coyuntura política y mediática.
Por acción u omisión las autoridades han permitido, consentido y hasta premiado a los personajes oscuros, vivales, que chupan la sangre a los espacios y a los derechos de todos. Esos lidercillos, que viven de la retroalimentación que les aportan autoridades mediocres y facciosas, hacen dinero a costas del interés general, tienen influencia política y gozan de estatus de personas honorables. No aportan nada a la ciudad, no ayudan en nada pero, eso sí, piden y piden y hasta presumen el padrinazgo de funcionarios públicos que, para no variar, solo piensan en su beneficio personal y de grupo.
Quedó tan mal Xalapa en cuanto a gobernabilidad que lo poco o mucho que haga en ese sentido la nueva presidenta municipal serán mejor y notable, a condición de que impulse una política social sin asistencialismo, de que aplique las leyes y reglamentos en forma pareja, sin favorecer a grupos de interés, y promueva la participación ciudadana. Con la intervención de la gente, multiplicada la energía social, se pueden prevenir y resolver mucho de los problemas de Xalapa, lo cual implica favorecer la inclusión social y una ciudadanía informada, critica y activa.
El desorden es un rio revuelto que beneficia a los malandrines, a los mafiosos y a los influyentes política y económicamente. La ciudad pierde con el caos. Acabemos con eso.
Una estampa del desgobierno: cuando había orden en el “parque Juárez” el señor que vende” hot dogs” frente al palacio municipal, iniciaba sus actividades a las seis de la tarde y al terminar retiraba su puesto; cuando vio que todo se valía prefirió la comodidad de abrirlo día y noche y dejarlo ahí permanentemente. Como ese ejemplo existen cientos de casos similares donde las autoridades se encontraron con hechos consumados. Ahora están a prueba, ya se verá si saben, pueden y quieren gobernar de verdad.
Recadito: paradojas de la vida, quieren que la izquierda sea la cola de la derecha.
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