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lunes, 30 de mayo de 2011
COYUNTURA POLÍTICA XXI…EL ESTILO DE GOBIERNO DEL PRI EN VERACRUZ
Raúl Abraham López Martínez*
En el año de 1995 el investigador del Colegio de México Lorenzo Meyer publicó un libro que tiene por título “El liberalismo autoritario: las contradicciones del sistema político mexicano”, en este libro Meyer realiza un interesante análisis sobre la manera en que el discurso del liberalismo ha sido usado en el México posrevolucionario y en el ascenso al poder de los tecnócratas encabezados por Carlos Salinas de Gortari.
El libro publicado por la editorial OCEANO, señala que lejos de cumplir con el ideario liberal de construir una sociedad ajena a formas de organización por estamentos, corporaciones o grupos, en donde lo que prevalezca esencialmente sean los individuos racionales conscientes de su interés, seguros de su capacidad y celosos en el mantenimiento y defensa de su libertad; contrariamente, en el México cuya revolución quedó en manos del PRI, lo que se instauró fue lo que tanto combatió el liberalismo clásico, el abuso y autoritarismo por parte del poder.
Lo anterior tomó forma en un sistema político, según Meyer, cuyas características centrales son las siguientes: “a) un presidencialismo agudo, extremo, que impidió el funcionamiento de cualquier división de poderes, ya fuese funcional o territorial; b) un partido de Estado omnipresente; c) una oposición partidista más formal que real; y d) el predominio de una cultura cívica clientelar”.
Afortunadamente a casi 11 años de la publicación del libro “El liberalismo autoritario: las contradicciones del sistema político mexicano” el escenario político nacional ha experimentado una serie de cambios, los cuales no han estado exentos de avances y retrocesos. Como ha sucedido con el fin del presidencialismo, lo cual ha dado pauta para reconfigurar las relaciones de subordinación que había por parte de los poderes Legislativo y Judicial ente el Poder Ejecutivo.
Con sus debidas reservas, en un amplio sentido se puede reconocer, tal y como lo señala Soledad Loeza y Jean-Francois Prud´homme en la introducción del libro “Instituciones y Procesos Políticos”, el cual forma parte de la colección “Los grandes problemas de México” publicada por el Colegio de México en el 2010; en un periodo de 30 años “La transformación del sistema político es incuestionable: la presencia estatal ha disminuido, el mercado internacional de bienes y de capitales es visto como un agente central del crecimiento económico, la competencia por el poder se lleva a cabo en el marco de un régimen de partidos plural, los partidos son los principales protagonistas de la vida pública, se han formado electorados y grupos activos de ciudadanos que defienden sus derechos, se han transformado las identidades sociales, se han generado nuevos equilibrios entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los estados han recuperado soberanía frente al gobierno federal, la opinión pública es un factor real de poder y la diversidad social es vista como una fuente de riqueza antes como una amenaza a la estabilidad de las instituciones”.
Lo anterior puede ser aplicado para el escenario nacional después de la salida del PRI de Los Pinos, sin embargo en el caso del Estado de Veracruz la situación política es muy distinta a lo que describen Soledad Loeza y Jean-Francois Prud´homme.
En Veracruz lo que predomina todavía son las tesis que Lorenzo Meyer acuñó para describir al México autoritario del siglo XX.
En el Veracruz del hoy lo que prevalece es la vigencia de un Poder Ejecutivo Estatal cuyo comportamiento y articulación en sus relaciones de poder, se encuentran ubicadas en una reproducción del presidencialismo del viejo régimen. Logrando someter al Poder Judicial y al Poder Legislativo, a los muy especiales intereses del grupo y el gobernador en turno.
Ante una ausencia de separación de poderes, el Poder Legislativo Local adquiere la función de proteger las corruptelas de sus gobernantes y de sus respectivos aliados, dejando a un lado su función de garantizar una adecuada rendición de cuentas de los órganos de gobierno y de actuar como un genuino contrapeso del gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Esta herencia de concebir y ejercer el poder conforme al modelo autoritario del presidencialismo, se encuentra marcando el estilo de gobierno de un PRI en Veracruz que se niega a cambiar para continuar gozando de los privilegios que otorga el mantener en sus manos la primera magistratura del estado.
Este es el PRI del siglo XXI que hay en Veracruz, un PRI que sigue manteniendo una simbiosis gobierno-partido, de un partido político que no se diferencia en lo sustancial de una secretaria del gabinete del relevo de Fidel Herrera Beltrán, de un PRI que ha hecho del clientelismo electoral y del control del Instituto Electoral Veracruzano su mejor herramienta para la competencia electoral.
*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria www.vozuniversitaria.org.mx
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