
Por Roberto Arán
He leído con poco interés el texto de Federico Reyes Heroles que fue divulgado días atrás en este blog y que según parece fue originalmente publicado en El Reforma, diario de la capital del país, donde aquél oficia como columnista.
Nada que no se haya escrito o dicho ya ha sido repetido por Federico Reyes. El hombre de la calle en Tuxpan lo ha venido padeciendo, sólo que Federico Reyes tuvo la vehemencia de verlo que no padecerlo, y el atino periodístico de reproducirlo en un medio de circulación nacional de alto impacto en la opinión publicada.
Estoy convencido de la sinceridad de las palabras de Federico Reyes para iluminar las desgracias varias de los males crónico degenerativos con que cargan Tuxpan y los tuxpeños. Pero también estoy convencido que poco le importa a Federico Reyes Heroles, más allá de tema para su colaboración periodística, el destino de este polvoriento pueblo a orillas de este maloliente río nocturno.
Su padre, Don Jesús Reyes Heroles, nació aquí, como pudo haber nacido allá o más allá. Me parece que nadie puede condenar a alguien a serle fiel y magnánimo a su terruño sólo por ser fruto de una azar biológico como bien se define la procreación. Por eso me resulta extraño que se le quiera cargar un cacho de culpa a Don Jesús Reyes Heroles sólo porque Tuxpan va desde años inmemoriales en el culo del tren del progreso nacional. De ir a la grupa somos absolutamente responsables los tuxpeños que decidimos alimentar de güeva las horas y tirarnos a la hamaca, y no personas como Don Jesús Reyes Heroles que resolvió abrirse futuro en sitios menos mezquinos y más alentadores.
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