Por Orlando Segura Hervert…
Durante cerca de 30 años, el Padre Francisco Javier Leyva Sánchez, ofició misas y prestó sus servicios sacerdotales en la capilla del Perpetuo Socorro, ubicado en la calle Hernández y Hernández de la zona centro en la ciudad de Tuxpan, constantemente orientó espiritualmente a sus feligreses, impartió consejos, ayudó a los más necesitados, brindó confort, cumplió con su papel como líder de la iglesia católica. Sin embargo, la edad y el destino, afectaron el organismo del presbítero, lo que le ocasionó afectaciones renales y producto de ello y de la diabetes, padeció la amputación de una de sus piernas y la correspondiente diálisis, todo esto mermó sus fuerzas para únicamente presentarse los domingos.
Unas señoras se quejaron ante el obispado y éste a su vez, haciendo caso de dicha inconformidad, procedió a quitarlo de sus responsabilidades, por lo que se le ordenó dejar de asistir a dicho centro religioso, cuestión que a decir de su grupo cercano, está dañando seriamente el estado anímico del padre Leyva, misma que le puede provocar la muerte por tristeza,
Al afectado, en los hechos, no le reconocieron el trabajo pastoral de tres décadas en las que impartió confort, paz y tranquilidad al rebaño católico.
Señoras y amigos del Padre Leyva, desean que regrese a formar parte de la colectividad de ese sitio sagrado, consideran que no se puede discriminar al sacerdote tan solo por el aspecto e imagen que supuestamente brindaba a quienes acudían los fines de semana. Reclamaron de la jerarquía eclesiástica una rectificación en torno a este asunto que a decir de los quejosos, rompe con la solidaridad cristiana.
Indicaron que así como dio su vida consagrada a las buenas acciones, hoy se le debe dar una oportunidad para un retiro planificado y digno, en donde no se le relegue. Explicaron que el Padre en cuestión, puede ofrecer experiencia, liderazgo, compañía, es un ejemplo de servicio en las humildes tareas de Dios.
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