Por Uriel Flores
Aguayo
Entramos al año más electoral de
cada sexenio, de una competencia plena que impacta todos los ámbitos de la vida
de México; lo que pasará es muy importante para el futuro inmediato de los
mexicanos, está en juego el continuismo del sistema establecido, con sus
absurdos privilegios y abismales desigualdades, contra la posibilidad realista
de iniciar cambios de fondo que mejoren las condiciones de vida de la mayoría
de nuestros compatriotas. Por el lado de la izquierda es la tercera oportunidad
de acceder al poder político después de los intentos Cardenista del 88 y Obradorista
del 2006; estamos convencidos de que la tercera es la vencida, es la buena para
salir del atraso y la inseguridad en que vivimos. Los ciudadanos deben
participar en las campañas y votar, anulemos el abstencionismo, asumiendo una actitud crítica y de
compromisos, demandando de los candidatos en general, sobre todo los
presidenciales, posturas claras, objetivas, viables y de pacto transparente con
los electores. Nunca más debe volver a ocurrir lo que pasó con Calderón, quien
engaño ofertándose como el presidente del empleo y terminó como el presidente
de la guerra, cuyo saldo macabro nos indica más de cincuenta mil muertos a
estas alturas.
Las circunstancias y las
tendencias van perfilando, cada vez de manera más clara, un escenario de polarización
entre Peña Nieto y López Obrador. Mientras el “candidato del copete” tropieza
verbalmente cada que abre la boca sin la ayuda del apuntador, bajando
drásticamente sus niveles de preferencias, “ el peje” tiene que superar muchos
vicios y deformaciones de la coalición que lo apoya, donde sus pequeñas elites
se reeditan en los cargos y no realizan trabajo de base; es indispensable una
estrategia que abra las puertas a la ciudadanía progresista en las candidaturas
y en las estructuras de campaña; es
deseable que los potenciales electores del movimiento progresista rebasen a sus
partidos por la izquierda, espacio y ruta que abandonaron hace algún tiempo.
El PAN vive una tragedia: carga
el costo político de dos sexenios para el olvido, las locuras de Fox, la guerra
de Calderón y la ineptitud de ambos; además, tiene que responder por la ola de
violencia que el gobierno federal ha sido incapaz de enfrentar. Por si le faltara
algo sus tres precandidatos no emocionan a nadie, viendo como se diluye su
aparente ventaja mediática por ser varios los aspirantes. No le funcionó al PAN
esa estrategia, ninguno sobresale con ventaja y empiezan a verse débiles y vulnerables,
como algunos lo preveíamos. Salvo por algunos estados que todavía controlan y
el uso infame de programas sociales el panorama para el PAN es de
debacle, de tercer lugar, incluyendo a Veracruz, donde sus candidatos a
senadores y diputados van a ser jalados a la baja. Conociéndolos como negociantes
de la política no me extrañaría que acaben vendiendo las candidaturas al mejor
postor y que sirvan de paleros de poderes facticos.
En el movimiento progresista se
debe tener mucho cuidado con el perfil y la imagen de los candidatos a
senadores y diputados. Es indispensable saber quiénes son, qué pueden aportar y
evitarse sorpresas con mercenarios manipulados por otras fuerzas políticas,
porque en una idea mercantil se pueden tirar a media campaña; es el caso de la
capital del estado, donde un negociante vulgar se promueve alentado por
intereses ajenos. Estas candidaturas son
una buena oportunidad para rescatar el espíritu, el estilo y la esencia de la
izquierda.
Lo que sea haga de precampaña
tiene que concebirse como aporte a un proyecto nacional, dando prioridad al
posicionamiento de López Obrador, el PRD y el movimiento progresista. Además de
siglas y caras hay que difundir y defender
ideas y propuestas. Con todo lo “caseritas” que sean las precampañas
deben ayudar y no ser contraproducentes, no estamos pensando en el rey feo del
carnaval, es una campaña seria y trascendente, que va aponer en juego muchos
asuntos de vital importancia para los mexicanos.
Recadito: por caridad: que el trastupijes se anuncie pero que no ponga su foto, se pierden simpatías y se ganan burlas. Al menos que le agregue el infaltable “se busca”.
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