domingo, 26 de febrero de 2012

EXPEDIENTE 2012...

Luis Velázquez Rivera
Febrero de 2012
DOMINGO
Los hombres que parecían gigantes…

Según don Daniel Cosío Villegas, el mejor gabinete presidencial en la historia del país es el de Benito Juárez García.

‘’Aquellos hombres parecían gigantes’’ escribió don Daniel refiriéndose a Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Sebastián Lerdo de Tejeda y Melchor Ocampo, entre otros.

Ignacio Ramírez, El nigromante, por ejemplo, le renuncia a Juárez cuando busca reelegirse una vez más, luego de que ya llevaba catorce años en el trono imperial.

Y Benito Juárez trata de comprar al maestro que fuera de Ignacio Altamirano, Francisco Zarco y Gabino Barreda.

Y ofrece a ‘’El nigromante’’ una casa con un patio inmenso en la ciudad de México.

Ignacio Ramírez, uno de los mejores periodistas de la época, congruente, aguerrido, combativo, honesto, transparente, reacciona de la siguiente forma:

Denuncia el soborno en el periódico donde entonces escribe.

En ese tenor, ¿cuál ha sido, por ejemplo, el mejor gabinete en la historia política de Veracruz?

Se trata, claro, de una tarea titánica, trabajo exhausto, más que de políticos, de historiadores, para documentar cada hecho, cada acción, cada circunstancia, cada decisión tomada al calor en el día.

Pero mientras tanto, repasemos la lista de, cuando menos, los hombres que integran en el Veracruz próspero los equipos de algunos políticos.

Y si el lector quisiera ahondar, podría establecer como premisas, quizá, acaso, las siguientes:

Uno, la trayectoria pública; dos, la experiencia y el fogueo en el frente de batalla de cada equipo; tres, las ligas y relaciones de un grupo con otro; cuatro, los aliados de cada equipo a partir de hechos concretos y específicos, lealtades comprobadas; cinco, el equipo compacto, sin riesgos de una división interna: seis, los años, mejor dicho, los sexenios de vigencia.

Siete; la proyección y las alianzas del equipo tanto en la aldea Veracruz como en el altiplano, el Distrito Federal, sede de los poderes centrales; ocho, los equipos que luego de quedar huérfanos se hayan reconstituido y levantado; nueve, la cultura política de cada equipo y de cada uno.

Diez, la capacidad de cada equipo para establecer amarres en circunstancias difíciles y adversas; once, las habilidades de cada grupo en su conjunto y en lo individual; doce, la integridad de cada equipo; trece, los cargos públicos ocupados por el equipo, y si del grupo ha salido un gobernador; catorce, los mejores operarios políticos. Etcétera.

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