ENVIADO A VAXTUXPAN
Por Dip. Laura Itzel Castillo Juárez...
El Partido Verde Ecologista de México es un organismo político que desde su origen ha hecho un uso indebido del significado de la ecología. Su incongruencia llega al extremo de pugnar por la pena de muerte, en medio de un sistema de justicia que tiene plagadas las cárceles de inocentes, sufriendo las consecuencias de la corrupción que ha imperado como pilar fundamental del PRIAN.
El Partido Verde Europeo en 2009 le retiró su reconocimiento y le solicitó a Global Verde su expulsión.
Lo que tienen de ecologistas quizá radique en el reciclado de líderes priístas. Lo que seguro sí representan es el interés del duopolio televisivo mexicano, por lo que son conocidos como la fracción parlamentaria de la “telebancada”.
Para el PVEM la simulación se ha convertido en el verbo preferido a practicar.
El día de ayer, no fue la excepción. En la Cámara de Diputados se aprobó la Ley Federal Anticorrupción para la Contratación Pública, la cual debería de llamarse oficialmente Ley Federal de la Simulación. Iniciativa que fue planteada por el Verde, y que cierra los ojos a 30 años de privatizaciones y corrupción. Como si los gobiernos neoliberales no se hubieran empeñado en privatizar Pemex y la CFE. Como si no hubieran promovido con ahínco la Ley de Asociaciones Público Privadas, que ha cedido a manos de los particulares el gobierno, siempre siendo el Estado el garante de las deudas de los privados.
Una verdadera ley anticorrupción debiera mínimamente pasar por la reforma a la Ley del Infonavit, la entidad pública más opaca del país. El Infonavit no puede ser auditado por nadie, ni por la Auditoría Superior de la Federación, ni por el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, ni por la propia Secretaría de la Función Pública.
Es el colmo que los oficiosos diputados del Verde no hayan reparado en que el Infonavit, que maneja una cartera de 780 mil millones de pesos, con un presupuesto anual mayor a 100 mil millones de pesos, no será tocado ni con el pétalo de una flor verde de su mal llamada ley anticorrupción. ¿Por qué? Porque la Ley Infonavit, reformada en 2005, eliminó de esta institución estos organismos que pertenecen a la Secretaría de la Función Pública, y que serían los encargados de investigar los actos de corrupción.
Los verdes demuestran que su color no se debe al motivo ecológico, sino a la inmadurez que se hace evidente en la utilización de su única fuente de información: el teleprompter, instrumento que se utiliza para que un presentador de televisión simule que habla con soltura y que no parezca que está leyendo. Este aparatito se ha convertido en la pareja inseparable de su candidato.
El Partido Verde Ecologista de México es un organismo político que desde su origen ha hecho un uso indebido del significado de la ecología. Su incongruencia llega al extremo de pugnar por la pena de muerte, en medio de un sistema de justicia que tiene plagadas las cárceles de inocentes, sufriendo las consecuencias de la corrupción que ha imperado como pilar fundamental del PRIAN.
El Partido Verde Europeo en 2009 le retiró su reconocimiento y le solicitó a Global Verde su expulsión.
Lo que tienen de ecologistas quizá radique en el reciclado de líderes priístas. Lo que seguro sí representan es el interés del duopolio televisivo mexicano, por lo que son conocidos como la fracción parlamentaria de la “telebancada”.
Para el PVEM la simulación se ha convertido en el verbo preferido a practicar.
El día de ayer, no fue la excepción. En la Cámara de Diputados se aprobó la Ley Federal Anticorrupción para la Contratación Pública, la cual debería de llamarse oficialmente Ley Federal de la Simulación. Iniciativa que fue planteada por el Verde, y que cierra los ojos a 30 años de privatizaciones y corrupción. Como si los gobiernos neoliberales no se hubieran empeñado en privatizar Pemex y la CFE. Como si no hubieran promovido con ahínco la Ley de Asociaciones Público Privadas, que ha cedido a manos de los particulares el gobierno, siempre siendo el Estado el garante de las deudas de los privados.
Una verdadera ley anticorrupción debiera mínimamente pasar por la reforma a la Ley del Infonavit, la entidad pública más opaca del país. El Infonavit no puede ser auditado por nadie, ni por la Auditoría Superior de la Federación, ni por el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, ni por la propia Secretaría de la Función Pública.
Es el colmo que los oficiosos diputados del Verde no hayan reparado en que el Infonavit, que maneja una cartera de 780 mil millones de pesos, con un presupuesto anual mayor a 100 mil millones de pesos, no será tocado ni con el pétalo de una flor verde de su mal llamada ley anticorrupción. ¿Por qué? Porque la Ley Infonavit, reformada en 2005, eliminó de esta institución estos organismos que pertenecen a la Secretaría de la Función Pública, y que serían los encargados de investigar los actos de corrupción.
Los verdes demuestran que su color no se debe al motivo ecológico, sino a la inmadurez que se hace evidente en la utilización de su única fuente de información: el teleprompter, instrumento que se utiliza para que un presentador de televisión simule que habla con soltura y que no parezca que está leyendo. Este aparatito se ha convertido en la pareja inseparable de su candidato.
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