jueves, 5 de abril de 2012

PULSO CRÍTICO...

José Enrique Olivera Arce
La fallida visita de Joseph Ratzinger

Habiéndose servido de México como plataforma para incidir en la política interna de Cuba, el papa Benedicto XVI abandonó nuestro país sin pena ni gloria. Inserta su visita en el proceso electoral federal en curso, las luces de los reflectores mediáticos se dispersaron a lo largo de la visita papal, privilegiándose más la imagen de un Felipe Calderón comulgando en público y la presencia en misa de los tres presidenciables, que el mensaje del pontífice contra las adicciones y el llamado a la paz y la concordia en el marco de la libertad de conciencia.

Para quienes aseguraran que la visita papal a México incidiría en el proceso electoral, induciéndose el voto católico a favor de la derecha y ultraderecha panista, la cosa no les resultó tan así. Fuera de quienes desde distintas partes del país y de la propia entidad federativa sede, concurrieran a los tres días de festejos religiosos, en la mayor parte del territorio nacional la presencia de Joseph Ratzinger en México al parecer no tuvo mayor impacto y relevancia, aún entre quienes profesan la fe católica.

Atendiendo a la amplia difusión mediática, la visita papal se prestó más a los ya clásicos dimes y diretes propios de la clase política, que a la reflexión sobre la razón de Estado tanto para el Vaticano como para México, de la presencia del sumo pontífice cómo paso previo a su misión en Cuba. Si el perredista Guadalupe Acosta Naranjo desairó al presidente Calderón dejándole con la mano extendida ó si Fox saludó de mano y le palmeó la espalda a López Obrador, fue el tema para descalificaciones, comentarios y chascarrillos en torno a la visita papal.

El desacato presidencial a lo dispuesto por la Constitución Política de los estados Unidos Mexicanos, comulgando Calderón Hinojosa en público en un acto protocolario oficial de encuentro de dos jefes de Estado, fue la cereza del pastel con la que la visita de Ratzinger dejara de ser tema mediático sustantivo para pasar a ser simple accesorio en la vida político electoral doméstica. La perversidad de nuestra ramplona clase política, se impuso a los propósitos papales.

Pasarela de políticos, mensajes subliminales referidos al proceso electoral en curso, opacaron así el reto lanzado por el pontífice al Estado mexicano en relación a la modificación y aplicación en su caso del Artículo 24 Constitucional, referente a la libertad de conciencia. Tema retomado por Ratzinger como eje central del objetivo buscado frente a pueblo y gobierno cubano.

De manera abierta o velada, tanto en la expresión corporal como lo dicho en entrevistas al calce, la clase política mexicana presente en los servicios religiosos dejó entrever su prioridad, la elección de julio próximo, antes que tomar con toda seriedad el mensaje papal. Benedicto XVI aró en el desierto.

De cómo reaccione el gobierno cubano en su proceso de reformas económicas y mayor apertura a partir de la visita papal, accediendo a un “aterrizaje suave que abra un futuro de esperanza y una transición democrática digna del ser humano y del cubano”” se constatará si el periplo del líder de la grey católica fue exitoso, o todo se reduce a un anodino intercambio protocolario entre Jefes de Estado.

Lo que sin temor a equivocarnos se puede afirmar, es que poco o nada influyó la visita papal en la intención electoral del PAN. El peso de la mala vibra que arrastra Calderón Hinojosa, influye más en el pueblo de México que la visita de un papa. Tan no fue determinante la presencia de Ratzinger para los propósitos de la derecha que hubo necesidad de lanzar una nueva cortina de humo mediático, el espionaje telefónico a Josefina Vázquez Mota. Así que, a unas cuantas horas del inicio de las campañas presidenciales, las cosas para el panismo siguen estando iguales o peores que antes del arribo de Benedicto XVI a México y la exhibicionista comulgada de Calderón en Guanajuato, cuna de la reacción cristera.

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