Los datos del censo 2010 nos señalan que la mayoría de mexicanos (80.3 %) ha recibido el bautismo y se consideran católicos, Una gran mayoría casi nunca participa en celebraciones y los conocimientos de su religión son escasos. Ignoran los fundamentos bíblicos y las razones de su fe.
Los cimientos y convicciones de su catolicismo son muy frágiles, de manera que se dejan fácilmente las prácticas como la oración, la misa, etc.; algunos se refugian en cultos de magia y espiritismo y otras prácticas esclavizantes.
El Papa Benedicto XVI, en la Misa del Jueves Santo, habló de “un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad. Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos”. Y en la Vigilia Pascual dijo: “La oscuridad acerca de Dios y sus valores es la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general.
Si Dios y los valores, si la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las demás iluminaciones, que nos dan un poder increíble, no son sólo progresos, sino que son al mismo tiempo amenazas que nos ponen en peligro a nosotros y al mundo. Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo.
¿Acaso no es esa una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado? En las cosas materiales, sabemos y podemos increíblemente mucho, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo podemos identificar”.
En su visita a México, al llegar, expresó: Deseo confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, afianzarlos en ella y animarlos a revitalizarla con la escucha de la Palabra de Dios, los sacramentos y una vida de acuerdo a nuestra fe.
Nuestra diócesis de Tuxpan está cumpliendo 50 años de vida, en el que ha habido esfuerzos e iniciativas para hacer llegar el evangelio a las distintas comunidades. Pero nos duele el hecho de que muchos de nuestras bautizados vivan en “Analfabetismo religioso”.
Se trata de una realidad que nos cuestiona como creyentes y como evangelizadores; pero, al mismo tiempo, nos debe animar a valorar nuestra fe, a conocerla mejor, a celebrarla, a anunciarla y a vivirla, expresándola en actitudes y acciones de amor y solidaridad.
Los cimientos y convicciones de su catolicismo son muy frágiles, de manera que se dejan fácilmente las prácticas como la oración, la misa, etc.; algunos se refugian en cultos de magia y espiritismo y otras prácticas esclavizantes.
El Papa Benedicto XVI, en la Misa del Jueves Santo, habló de “un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad. Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos”. Y en la Vigilia Pascual dijo: “La oscuridad acerca de Dios y sus valores es la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general.
Si Dios y los valores, si la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las demás iluminaciones, que nos dan un poder increíble, no son sólo progresos, sino que son al mismo tiempo amenazas que nos ponen en peligro a nosotros y al mundo. Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo.
¿Acaso no es esa una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado? En las cosas materiales, sabemos y podemos increíblemente mucho, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo podemos identificar”.
En su visita a México, al llegar, expresó: Deseo confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, afianzarlos en ella y animarlos a revitalizarla con la escucha de la Palabra de Dios, los sacramentos y una vida de acuerdo a nuestra fe.
Nuestra diócesis de Tuxpan está cumpliendo 50 años de vida, en el que ha habido esfuerzos e iniciativas para hacer llegar el evangelio a las distintas comunidades. Pero nos duele el hecho de que muchos de nuestras bautizados vivan en “Analfabetismo religioso”.
Se trata de una realidad que nos cuestiona como creyentes y como evangelizadores; pero, al mismo tiempo, nos debe animar a valorar nuestra fe, a conocerla mejor, a celebrarla, a anunciarla y a vivirla, expresándola en actitudes y acciones de amor y solidaridad.
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