Por Uriel Flores Aguayo…
Me gusta que haya elecciones por que supone que podemos elegir a nuestros representantes y servidores públicos, no me gusta la baja calidad de esas elecciones, en gran medida caras y huecas. Me gusta que el ciudadano participe, que ejerza sus derechos y defienda sus posturas políticas; no me gusta que interfieran u operen los aparatos de gobierno, en actitud ilegal e inmoral que da origen a todo tipo de delincuencia. Me gustan los debates, espacio privilegiado para medir la capacidad de los candidatos; no me gusta que solo se efectúen dos entre los presidenciales y casi ninguno entre los otros candidatos. Me gusta que cada quien defienda sus ideas y simpatías, no me gusta que esas posiciones no siempre estén precedidas de información y libertad. Me gusta el colorido y los mensajes de campaña, que se porten las banderas de todos los colores cuya síntesis es la de México, hoy expropiada por el PRI; no me gustan las carotas de los candidatos aunque tal vez eso sea inevitable. Mu gustan las campañas sencillas, austeras, de trayectorias y propuesta, de contacto con la gente; no me gustan las campañas de derroche, las que dependen de los presupuestos públicos o de dineros sospechosos. Me gusta la rebeldía juvenil, su anticonformismo; me gusta la resistencia y la postura digna de los ciudadanos contra el abuso de poder, el derroche corruptor y la política despensera; no me gustan los políticos despenseros, hay mucho de perversidad y baja calidad humana en ellos, por que no ven a las personas como seres humanos sino como cosas y clientelas, por que manipulan y se aprovechan de las necesidades de la gente y ejercen una conducta profundamente corruptora de la vida publica.
Es impresionante como desde los aparatos públicos de los tres niveles de gobierno se actúa en forma ilegal, inmoral y antidemocrática. Es penoso que funcionarios públicos, malos servidores, trasgredan normas básicas de convivencia, poniendo en entredicho su honorabilidad y una imagen pública que solo tiene de virtud la fachada pero que en privado está sustentado en vicios, defectos, errores y trácalas. Una de las consecuencias más evidentes de la distracción de los ediles y directores en tareas electorales, así como del uso del presupuesto público, la localizamos en Xalapa, donde las lluvias nos han mostrado la falta de inversión y mantenimiento en la infraestructura de la ciudad, que hace agua por todos lados.
Soy de los que les gusta hacer algo en interés colectivo, hacer algo por Xalapa, en ese sentido me parece prioritario y urgente trabajar por la dignificación de la política en nuestra ciudad, tarea que puede ser compartida por muchos sin distinción de siglas partidistas. La dignificación de la política se reflejará en verdaderos servidores públicos, en la participación y apoyo a la ciudadanía, en el impulso de desarrollo social, en una vida publica ejemplar y en la recuperación de la paz; en esa ruta es vital tener perfectamente clara las líneas divisoras entre la delincuencia y la ley.
La reflexión de estos días consolida intención de votos y convence a los indecisos, también servirá para mover el voto útil; es una reflexión necesaria para que el voto sea consiente, para que se piense en todo lo que viene atrás de una boleta, de un símbolo y de un nombre. Hay anhelos y esperanzas de muchos millones de mexicanos que creen que por una vía u otra nos va a ir bien. La reflexión nos va llevar a un punto donde nos quede claro que puede haber gustos en materia electoral pero que lo importante está mas haya de ese gusto, que es un problema de convicciones y de participación ciudadana. La coyuntura electoral pasa, define o no cierto futuro, pero nos quedamos nosotros, todos los mexicanos, con nuestros problemas, nuestra violencia y en posición de avanzar o de retroceder. Piénsenlo bien, independientemente de sus preferencias, exijan que el voto sea libre, secreto y se cuente correctamente; que el voto cuente y se cuente. Di no al fraude.
Recadito: voto libre, secreto y bien contado.
Ufa.1959@gmail.com
Me gusta que haya elecciones por que supone que podemos elegir a nuestros representantes y servidores públicos, no me gusta la baja calidad de esas elecciones, en gran medida caras y huecas. Me gusta que el ciudadano participe, que ejerza sus derechos y defienda sus posturas políticas; no me gusta que interfieran u operen los aparatos de gobierno, en actitud ilegal e inmoral que da origen a todo tipo de delincuencia. Me gustan los debates, espacio privilegiado para medir la capacidad de los candidatos; no me gusta que solo se efectúen dos entre los presidenciales y casi ninguno entre los otros candidatos. Me gusta que cada quien defienda sus ideas y simpatías, no me gusta que esas posiciones no siempre estén precedidas de información y libertad. Me gusta el colorido y los mensajes de campaña, que se porten las banderas de todos los colores cuya síntesis es la de México, hoy expropiada por el PRI; no me gustan las carotas de los candidatos aunque tal vez eso sea inevitable. Mu gustan las campañas sencillas, austeras, de trayectorias y propuesta, de contacto con la gente; no me gustan las campañas de derroche, las que dependen de los presupuestos públicos o de dineros sospechosos. Me gusta la rebeldía juvenil, su anticonformismo; me gusta la resistencia y la postura digna de los ciudadanos contra el abuso de poder, el derroche corruptor y la política despensera; no me gustan los políticos despenseros, hay mucho de perversidad y baja calidad humana en ellos, por que no ven a las personas como seres humanos sino como cosas y clientelas, por que manipulan y se aprovechan de las necesidades de la gente y ejercen una conducta profundamente corruptora de la vida publica.
Es impresionante como desde los aparatos públicos de los tres niveles de gobierno se actúa en forma ilegal, inmoral y antidemocrática. Es penoso que funcionarios públicos, malos servidores, trasgredan normas básicas de convivencia, poniendo en entredicho su honorabilidad y una imagen pública que solo tiene de virtud la fachada pero que en privado está sustentado en vicios, defectos, errores y trácalas. Una de las consecuencias más evidentes de la distracción de los ediles y directores en tareas electorales, así como del uso del presupuesto público, la localizamos en Xalapa, donde las lluvias nos han mostrado la falta de inversión y mantenimiento en la infraestructura de la ciudad, que hace agua por todos lados.
Soy de los que les gusta hacer algo en interés colectivo, hacer algo por Xalapa, en ese sentido me parece prioritario y urgente trabajar por la dignificación de la política en nuestra ciudad, tarea que puede ser compartida por muchos sin distinción de siglas partidistas. La dignificación de la política se reflejará en verdaderos servidores públicos, en la participación y apoyo a la ciudadanía, en el impulso de desarrollo social, en una vida publica ejemplar y en la recuperación de la paz; en esa ruta es vital tener perfectamente clara las líneas divisoras entre la delincuencia y la ley.
La reflexión de estos días consolida intención de votos y convence a los indecisos, también servirá para mover el voto útil; es una reflexión necesaria para que el voto sea consiente, para que se piense en todo lo que viene atrás de una boleta, de un símbolo y de un nombre. Hay anhelos y esperanzas de muchos millones de mexicanos que creen que por una vía u otra nos va a ir bien. La reflexión nos va llevar a un punto donde nos quede claro que puede haber gustos en materia electoral pero que lo importante está mas haya de ese gusto, que es un problema de convicciones y de participación ciudadana. La coyuntura electoral pasa, define o no cierto futuro, pero nos quedamos nosotros, todos los mexicanos, con nuestros problemas, nuestra violencia y en posición de avanzar o de retroceder. Piénsenlo bien, independientemente de sus preferencias, exijan que el voto sea libre, secreto y se cuente correctamente; que el voto cuente y se cuente. Di no al fraude.
Recadito: voto libre, secreto y bien contado.
Ufa.1959@gmail.com
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