martes, 5 de junio de 2012

SILENCIO Y PALABRA, CAMINO DE CULTURA Y ESPIRITUAL

Obispo Juan Navarro Castellanos…

Con ocasión de de la Jornada Mundial de las Comunicaciones, que se celebró hace unos días, el Papa Benedicto XVI nos invito a reflexionar sobre la importancia del silencio y la palabra.

La relación entre el silencio y la palabra es fundamental en el proceso de la comunicación de persona a persona y de la comunicación en general.

El silencio y la palabra son dos momentos que han de equilibrase, de alternarse y de integrarse orgánicamente para generar diálogo auténtico y cercanía entre las personas o entre los grupos humanos.

Si la Palabra y el silencio se excluyen o alguno atropella al otro, la comunicación se complica o de plano se vuelve imposible. En cambio, cuando se integran de manera armónica, la comunicación se vuelve posible y puede ser valiosa y significativa.

Valor del silencio

En el silencio escuchamos y podemos conocemos mejor nosotros mismos; en el silencio nace y se profundiza el pensamiento, pero además nos permite comprender con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos de los demás. Finalmente es, a partir del silencio, que elegimos lo que queremos expresar y cómo queremos expresarlo.

Si callamos permitimos hablar a la persona que tenemos delante y que se exprese a sí misma; Por otra parte, ese silencio y esa escucha nos permiten superar actitudes e ideas fijas, sin oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca, para avanzar hacia una relación humana más plena.

“En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa”

Bombardeo de cuestiones

A menudo el hombre contemporáneo es bombardeado por respuestas a interrogantes que nunca se ha planteado, y a necesidades que no siente.

Allí donde los mensajes y la información abundan, el silencio se hace esencial para distinguir lo importante de lo inútil y superficial. Frente al bombardeo de mensajes y comunicaciones, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de “ecosistema” que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos.

Dios habla al hombre también en el silencio, pero el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y hablar de Dios. “Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación, que nos hace entrar en el silencio de Dios y así nos permite llegar al punto donde nace la Palabra, la Palabra que nos salva y nos redime.

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